Antes de que se asomen los primeros rayos del sol, hombres y mujeres con mochila al hombro se concentran en el estacionamiento de un supermercado ubicado en la zona residencial Lomas de Angelópolis, un espacio que se convirtió en un paradero para los trabajadores que buscan ingresar a alguno de los clústeres que se encuentran a más de un kilómetro de distancia.
A un costado, personas sin un vehículo automotor que desean ingresar forman dos hileras para abordar “taxis colectivos”, vehículos sin permisos para ofrecer el servicio, con unidades desgastadas, sin seguro de viajeros e incluso sin placas.
Otros optan por caminar por más de media hora para llegar a sus centros de trabajo, lo hacen bajo el sol o la lluvia, sin una banqueta segura y por el arroyo vehicular en donde los automóviles pasan a más de 60 kilómetros por hora.
La historia se repite todos los días, pues las personas que laboran dentro de la zona residencial que no cuentan con un medio de transporte particular deben de encontrar la manera de ingresar.
El problema es desde el exterior
Lomas de Angelópolis es un residencial que creció de manera desmedida, pero que ignoró las necesidades de movilidad para los cientos de trabajadores que carecen de un automóvil y que día a día sortean el clima cambiante, falta de infraestructura, ambulantaje y largas distancias sólo para empezar a trabajar.
A decir de Rodrigo Tenorio, maestro en Hábitat y Equidad Territorial, el problema de movilidad comienza desde la terminal Atlixcáyotl de los autobuses Oro, pues con el paso del tiempo se convirtió en parada de camiones, siendo este el punto más cercano para que una unidad de transporte público puede acercarse a Lomas de Angelópolis.
Esta zona es “foco rojo” en temas de desplazamiento, ya que no existe un área específica de ascenso y descenso de personas, tampoco una banqueta con las medidas adecuadas para que los peatones puedan transitarla al mismo tiempo, además de que el arroyo vehicular está invadido por comerciantes ambulantes.
“Es una falta de planeación urbana y falta de coordinación entre los actores porque este cruce es muy peligroso, las personas que se mueven a pie están en riesgo latente porque la velocidad de los automovilistas en esa zona es superior a los 60 kilómetros por hora”, declara el especialista.
En el recorrido realizado por esta casa editorial, la ruta denominada “Movilomas” es la que asciende y desciende en esa área, sin embargo, opera en irregularidad, pues información de la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMT), con fecha al corte del 11 de mayo de este año, no otorgó ninguna concesión a esta ruta.
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Las personas que se dirigen a la zona residencial deben intentar cruzar la vialidad para llegar a la plaza comercial y ahí emprender un nuevo viaje que los acerque a sus centros de trabajo.
Taxis piratas, la opción para moverse
La falta de cobertura en la zona obliga a las personas a desplazarse entre las residencias mediante los llamados “taxis piratas”, vehículos utilizados para ofrecer servicio mercantil sin tener un permiso de la SMT, sin seguro de viajeros que los salvaguarde en caso de accidentes de tránsito.
Desde las primeras horas del día, más de 40 hombres y mujeres forman dos filas en la zona de estacionamiento del supermercado Chedraui para abordar estos vehículos que los aproximen a su centro de trabajo. Los empleados esperan entre cinco y 10 minutos para ascender a alguno de los automóviles que los lleven a las inmediaciones de Lomas I, II o III por un costo de 15 o 20 pesos.
María Luisa, trabajadora del hogar, es una de las mujeres que forma parte de la hilera y reconoce que es una usuaria frecuente de “los colectivos”, pues de lo contrario tendría que caminar por más de 30 minutos para llegar a su centro de trabajo dentro de Lomas III.
Su rutina empieza a las cinco de la mañana para trasladarse desde su casa, en el municipio de San Nicolás de los Ranchos, hasta Lomas de Angelópolis, más de 30 kilómetros de distancia. La mujer de aproximadamente 40 años cuenta que este trayecto lo repite 12 veces al mes, por lo que gasta mil 200 pesos para movilizarse de ida y vuelta.
“Tengo que llegar a la terminal de autobuses, de ahí tomar el camión que me deje lo más cerca de Lomas, aquí (en Chedraui) esperamos a que salgan los colectivos para acercarnos a la casa, sólo así llegamos, de lo contrario sería imposible”, platica.
Acepta que el transporte es uno de sus principales gastos, situación que puede resolver si sus empleadores le apoyan cubriendo este servicio, aunque, también dice, que no es probable que esto suceda.
“La verdad sería una ayuda que nos apoyaran con el taxi, aunque sea de la entrada para su casa porque está lejos y además está peligroso de caminar, en muchas partes no hay banqueta o en épocas de lluvia se pone muy feo, pero no creo que me apoyen, ellos no se dan cuenta a lo que uno se enfrenta para llegar al trabajo”, opina.
Martha es empleada de una tienda ubicada en Sonata, por lo que también recurre a taxis colectivos para poder llegar a su destino, pero ella desciende sobre la vía Atlixcáyotl y recorre varios metros para ingresar por un costado de la plaza, cruzando un camino improvisado en donde sólo hay hierba y tierra que se convierte en lodo en temporada de lluvias.
“Me tardo mínimo tres horas para llegar hasta acá, tengo que agarrar el colectivo, me bajo en la vía Atlixcáyotl y me cruzo para llegar; aunque tengo que caminar, no se compara con todo el trayecto que debo de hacer desde la entrada, me ahorro tiempo, pero cuando es temporada de lluvia si se pone feo, la verdad, además de que por las noches no hay luminaria y sí está peligroso”, platica.
Desde la perspectiva de la joven de aproximadamente 20 años, un transporte para trabajadores es una buena idea para aminorar este problema de movilidad, sin embargo, dice que esta opción no está en manos de sus empleadores, más bien es responsabilidad de las autoridades estatales, municipales y a la inmobiliaria poner en marcha el proyecto.
Sin infraestructura digna para caminar
Caminar bajo cualquier situación climática es otra realidad a la que se enfrenta David, un adulto mayor con problemas de movilidad que en junio empezó a trabajar como personal de seguridad en Sonata Tower.
Para tener ingresos económicos y llevar sustento a su hogar invierte cerca de una hora al día para trasladarse desde su casa en el municipio de Atlixco, hasta su centro de trabajo, en donde debe transbordar, además de hacer un trayecto a pie.
Relata que desde hace tiempo tiene un problema de movilidad en una de sus piernas, que le impide mantener un paso firme y constante porque renguea, después de recorrer varios metros debe detenerse a descansar ya que el movimiento seguido le lastima y la situación puede empeorar.
A pesar de su malestar, el señor de aproximadamente 65 años dice que prefiere caminar que moverse en un taxi, ya que dentro del automóvil viajan apretados, por lo que no podría mover su pierna, lo que agravaría su dolencia.
“Toca caminar 30 minutos para llegar al trabajo, no hay de otra, esos taxis no nos hacen descuento y además se viaja muy apretado, mejor caminamos, aunque sea poco a poquito, pero así le hacemos (…) A veces nos toca calor o lluvia y aquí no hay sombra, se inunda, pero ni modo, no hay de otra”, dice en tono de resignación.
Martha, una mujer de 40 años, es trabajadora en un centro de negocios ubicado en Sonata y también prefiere caminar 40 minutos para abordar su camión, pues su ingreso económico le impide destinar dinero extra en un taxi. No obstante, reconoce que el traslado se vuelve más complicado cuando comienza la temporada de lluvias, ya que suele inundarse y la banqueta se vuelve lodosa, impidiendo un recorrido seguro y digno.
“Ahorita por la lluvia se pone bien feo, se tiene uno que bajar de la banqueta porque todo esto se inunda, se llena de lodo y luego los autos se te pegan o hay otros que salpican, todo se pone bien feo, pero nos tocó vivir así, qué le vamos a hacer”, considera.
Ana Paula, integrante del Consejo Ciudadano de Movilidad del Municipio de Puebla, se suma a la postura de que el espacio público es poco accesible para transitar y agrega que los automovilistas manejan a altas velocidades, por lo que cruzar una vialidad es complejo para peatones o personas que no usan vehículos motorizados.
“Es una forma de marginación porque estás limitando a las personas en su trabajo, las estás obligando a caminar distancias largas en espacios poco caminables, es una realidad que caminar por los clústeres no es seguro”, expone.
Invisibilizan a trabajadores
La falta de medios de transporte y la infraestructura poco digna en materia de movilidad en los alrededores y dentro de la zona residencial preocupa a Ana Paula Muñoz y Miguel Gutiérrez, ambos integrantes de la organización en materia de movilidad, quienes coinciden que el proyecto se basa en una cultura centrada en el vehículo automotor y con ello buscan invisibilizar a las personas que acceden a pie o por otro medio.
En entrevista por separado, Muñoz comenta que el restringir a una persona a moverse únicamente en un vehículo motorizado particular, sin tener acceso a transporte público o tener que caminar es reflejo de violencia social.
“Lomas es un lugar muy hostil para peatones, ciclistas y demás personas que transitan en vehículos no motorizados porque es una zona exclusiva para gente que anda en automóvil”, declara.
Inclusive, abre la posibilidad de que no se haya cumplido con el estudio en la materia, pues insiste en que no es transitable.
“Tal parece que estos estudios pues no se hicieron de la manera correcta porque hay muchos problemas de movilidad dentro de las tres Lomas”, reitera.
Por su parte, Miguel Gutiérrez señala que la intención de limitar el transporte público dentro de la zona busca invisibilizar la presencia de personas que involucren un sentido de trabajo y no de habitabilidad.
Esto se traduce en que los empleados deben de buscar sus propios métodos para llegar al punto que necesitan, sin ofrecerles un medio que los visibilice.
“El concepto de imagen que tiene el fraccionamiento privado Lomas de Angelópolis no le va a dar un reconocimiento a la gente que trabaja. A pesar de que nunca lo van a aceptar, su método es para invisibilizar”, precisa.
Crisis demanda de trabajo colaborativo e integración social
Aunque las personas logran resolver el problema de movilidad con las herramientas que tienen a su alcance, la realidad es que se enfrentan a un modo de desplazamiento poco digno e inseguro. Para el maestro en Hábitat y Equidad Territorial, la respuesta es un trabajo colaborativo entre las autoridades estatales y las municipales para generar mayor infraestructura de movilidad en la zona.
“Tienen que apostar por mayor número de reductores de velocidad, mayor número de rutas que recorran la vía Atlixcáyotl y mejorar la iluminación. El Estado debe coordinarse con los municipios para establecer qué tramo le toca a cada uno, y mejorar la movilidad porque es una vialidad para el uso de automóvil y deja al peatón en segundo término”, sostiene.
Finalmente, Ana Paula y Miguel coincidieron en que las autoridades tienen la obligación de resignificar el transporte público y comprender que la sociedad tiene derecho a la movilidad segura y digna.
Agregaron que las autoridades estatales y municipales deben actuar de manera inmediata, de lo contrario la calidad de vida de las personas seguirá disminuyendo.
“Se tiene muy abandonado al transporte público en el estado, parece que olvidan que el transporte público y caminar son las principales formas de desplazamiento de la gente, parece que no lo toman en cuenta al momento de dar permiso, de hacer análisis del impacto de la movilidad”, comentaron.