La Ostionería La Gloria lleva en el corazón del Centro Histórico 71 años, es un negocio familiar que ha visto pasar funcionarios públicos, familias completas, pero lo más importante es que sigue siendo del gusto de los poblanos y es un referente en la comida del mar dentro de la capital poblana.
Eleazar González es el dueño de la Ostionería, pero es un legado que le dejó su padre, Eleazar González Arenas, a quien le apodaban “El Panchito” por su gusto de la música y por tocar canciones de Los Panchos.
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Su padre es tlaxcalteca de nacimiento, pero llegó muy joven a Puebla para trabajar. Fue de los pioneros en traer los ostiones a tierras poblanas, ya que su textura y sabor no era del agrado de todos los comensales.
Inició con un carrito en la 6 Poniente y 7 Norte, ahí ofrecía cócteles, pescados fritos y hasta cervecitas; para que los poblanos se animaran con los ostiones los empezó a añadir a los cócteles y que así su sabor fuera diferente.
Fue creciendo su éxito y con los años, logró comprarse un camión y gracias a este vehículo se pudo transportar para ir por los productos de mar hasta la playa, sin intermediarios y que todo en su ostionería fuera fresco y más saludable.
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Este negocio dejó el carrito gracias a las buenas ventas y se ubicó justo en la esquina antes mencionada como un lugar fijo, pero también este negocio hizo que toda la familia saliera adelante, pues los nueve hijos de Panchito tuvieron una carrera universitaria y su hijo Eleazar González pudo lograr su sueño de convertirse en médico.
Como fue pasando el tiempo el señor Panchito empezó a cansarse y le pidió a su hijo Eleazar que se hiciera cargo del negocio, al principio se rehusó, ya que su sueño era ser un pediatra reconocido, pero la lealtad familiar ganó y dejó la medicina para entregar su vida a La Gloria.
Él y su esposa, Celia Moyotl se hicieron cargo del negocio desde hace 28 años. Al inicio fue complicado, ya que estaban iniciando su familia, incluso su hija recién nacida tenía que estar en la cocina, mientras ellos hacían la comida, pero poco a poco se fueron viendo resultados de su entrega.
Si bien, Panchito fue el que alzó este negocio, su hijo Eleazar y su esposa Celia son los que lo han mantenido a flote tantos años, pues ellos han incursionado platillos nuevos y sus hijos son los que han agregado la tecnología en estos dos últimos años que la pandemia ha requerido códigos QR o el cobro con tarjetas.
Han ampliado el lugar y aunque han pasado tantos años, sigue siendo un referente para la comida del mar. Este espacio ha visto pasar a políticos poblanos, funcionarios públicos, generaciones completas de comerciantes que buscan hacerles competencia en el Centro Histórico, pero aquí siguen y esperan seguir muchos años.
Eleazar hijo no pudo contener las lagrimas al preguntarle sobre la memoria de su padre, la nostalgia lo llena, pero al mismo tiempo lo invade el orgullo, pues sabe que su padre estaría muy orgulloso de él, pues no dejó morir el negocio familiar y hasta en sus momentos más críticos como en la pandemia, supo sacarlo adelante.
Eleazar no sabe si algún día sus hijos seguirán el negocio familiar, pero espera que así sea, ya que a sus 71 años ya no solo es un negocio, sino que lo considera como parte del cuadro de la ciudad y de sus atractivos.