Existe un contraste de opiniones entre los comerciantes que se dedican a la venta de artículos religiosos en la capital poblana, mientras que para unos la pandemia no fue impedimento para desarrollar un aumento económico, para otros sigue siendo un problema crítico.
Los negocios de este sector ubicados en el primer cuadro del Centro Histórico registraron incrementos de sus ventas, ampliaciones comerciales y mayor concentración de compradores. No obstante, los vendedores que se encuentran en el margen de la ciudad afirmaron que la pandemia afectó considerablemente sus ventas orillándolos a mantener deudas de arrendamiento y con sus proveedores.
Ubaldo Alberto, quien trabaja en un local de estos productos a una cuadra de la Catedral, relató que al inicio de la pandemia, su jefe tuvo que cerrar unos meses el local, sin embargo, por la necesidad de percibir ingresos reabrieron sus puertas y la gente se acercó poco a poco, lo que contribuyó a regularizar sus salarios, los cuales se redujeron a la mitad tras la llegada del virus.
Declaró que, aunque las ventas no se reactivaron de manera inmediata, a la fecha han podido recuperar las ganancias que recibían antes de la pandemia, lo que dio oportunidad para que el dueño abriera una nueva sucursal una cuadra adelante. “A diferencia de otros negocios que tuvieron que cerrar, nosotros pudimos mantener los ingresos sin la necesidad de mover nuestras ventas de manera digital”, afirmó.
Ricardo Montes, vendedor de la nueva sucursal que comentó Ubaldo, compartió que fue a partir de que las iglesias tuvieron los permisos para la reanudación de procesiones, misas, y fiestas patronales que aumentaron las ventas de los productos que ofertan, compartiendo que actualmente reciben a compradores de parroquias de otras regiones de la entidad.
EL OTRO LADO DE ESTE NEGOCIO
Ricardo Zárate, comerciante ubicado en el margen de la capital, compartió que a pesar de la reactivación económica, no han mejorado las ventas en su local, lo que ha provocó que se quedara sin personal y con pagos de renta atrasados mayores a seis meses.
“No pudimos darnos el lujo de cerrar el negocio y descansar, las deudas de luz, renta y agua corrían y no teníamos el recurso para poder pagar todos los gastos (…) yo recuerdo que en estas temporadas de las festividades del Sagrado Corazón vendíamos cuatro o cinco imágenes grandes, ahora en este mes no hemos vendido ni una”, declaró.
Igualmente afirmó que a raíz de esta crisis económica, ha tenido que sacrificar sus días de descanso para viajar a otras regiones a ofrecer sus productos para poder obtener ingresos y pagar las deudas que sostiene. “Subo a mi carro las cosas que mas se me vendían, como cruces, marcos, imágenes, sobre todo a la Virgen de Guadalupe, y me voy a los pueblos, me estaciono en un lugar y saco la mercancía en mi cajuela, para ver si me compran y así ampliar mi mercado”, compartió.
José Luis León, quien lleva más de 30 años con el negocio de artículos religiosos, aseguró que a partir de la pandemia y al ubicarse en una zona con poca seguridad, las ventas bajaron y sus horarios de servicio tuvieron que reducirse por temor a sufrir asaltos. “Lo poco que vendíamos eran los marcos de madera, pero era para que familiares pusieran la foto de los difuntos que dejó esta enfermedad”, afirmó.
Aunado a ello, José Luis, lamentó que durante la pandemia cientos de personas lo tacharan de irresponsable por continuar con la apertura de su negocio a pesar de las indicaciones que emitió el gobierno en el 2020, argumentó que los gastos nunca disminuyeron y pese a que él quería guardarse en casa, los ingresos de su negocio eran el pilar de su familia.
“Yo dependía de mí mismo, no tenía un sueldo seguro ni apoyo del gobierno, o trabajabas o trabajabas. La gente nos criticaba, pero eran personas que tenían su quincena segura o que podían tomar su computadora y trabajar desde casa, yo tenía que seguir pagando la renta y la dueña nunca nos perdonó ningún mes”, declaró.