Los transportistas no respetan los carriles del recién inaugurado paradero en San Felipe Hueyotlipan. A casi un mes de su colocación, los usuarios del transporte público están obligados a esperar su ruta fuera de los carriles establecidos para ser levantados, de no hacerlo, los camiones pasan de largo.
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El caos vial invade la zona desde temprano. En el paradero, conformado por dos carriles para permitir el paso de diversas rutas de transporte público, solo es utilizado uno de ellos, el otro es sede del ambulantaje.
Omar, quien diariamente espera la ruta 64 en este paradero, relata que el problema de movilidad en el cruce de esta junta auxiliar de Puebla no se soluciona solo con infraestructura, sino que los propios transportistas deben comprometerse a respetar estos cambios.
Subirse a una ruta del transporte público dentro del paradero es casi imposible. En el primer carril no entra ningún vehículo, pues los peatones no pueden esperar sobre la acera porque ahí están colocados al menos tres puestos de antojitos y otros alimentos.
En el segundo, apenas entran dos o tres rutas, pero al ver que no suben todos los pasajeros, se quedan estacionados ahí por al menos cinco minutos, lo que agrava el tráfico en la zona.
“Si entran las combis pierden tiempo, pero también la gente no ayuda”, narra el hombre que sube a limpiar las pocas unidades que entran al paradero.
Solo aquellas rutas que trasladan a pocos pasajeros, entran. El resto, las de mayor demanda, suben a los usuarios metros antes del paradero o metros después, casi llegando a la autopista.
Otros más, suben pasajeros en doble fila, obstaculizando el paso a los automóviles, autobuses turísticos y camiones de carga que pasan por ahí para salir a la autopista.
Contaminación auditiva otro grave problema
Pasar por la zona a las ocho de la mañana es enfrentarse al ruido.
El ruido, aunado al pesado tráfico, invade el cruce de San Felipe. Transitar por esta avenida, donde antes había un puente peatonal, es escuchar repetidamente el sonido de los claxons, el tumulto de vehículos, y respirar el fuerte olor a humo que se desprende de los camiones que, desordenadamente, pasan por ahí.
Esto soportan diariamente cientos de personas que toman sus transportes ahí, algunos con destino al centro de San Felipe, otros más, la mayoría, con rumbo a Amozoc y colonias cercanas a este municipio vecino de la capital poblana.
La contaminación auditiva es alta. Nunca deja de haber ruido. Si transitar por un paradero es difícil para los conductores del transporte público, esperar a ser recogidos lo es aún más.
Tráfico invade la zona
La mayoría de camiones opta por pasar de largo y esperar a sus pasajeros metros más adelante.
El problema de movilidad es severo y evidente en la zona, pues aunado a esto, con el retiro del puente peatonal, el caos aumentó.
El cruce peatonal tampoco es respetado, pues cada que se detienen los vehículos por el tráfico, no por los semáforos, los cientos de peatones, que buscan alcanzar su camión, se cruzan sin mesura entre los coches, aún en frente de aquellos camiones en donde puede haber un punto ciego.
Los policías de tránsito poco pueden hacer, pues pese a que por ratos vigilan la zona, cuando estos se retiran, vuelve a caer el desorden.
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El tráfico no beneficia la seguridad de los peatones, mucho menos la falta de responsabilidad de los conductores. Pensar en moverse en bicicleta es una opción inviable y aún más insegura.