/ miércoles 10 de enero de 2024

Poblana cumple 100 años de edad, en su época desafió a la sociedad y nunca se casó

En entrevista con El Sol de Puebla, Trinidad Mendoza narra que desafiaba las normas, disfrutaba de la libertad y su vida era muy independiente

¿Se imaginan ver el amanecer 36 mil 500 veces?, pues para Trinidad Mendoza Juárez es una realidad, ya que este 10 de enero cumple 100 años de vida. Cien años en donde se ha despertado para ver el cielo, donde ha suspirado, bailado, se ha divertido, pero también ha trabajado para tener una vejez digna.

Trinidad Mendoza Juárez es una mujer admirable que celebra con alegría sus 100 años de vida. Una centuria que ha sido testigo de una vida marcada por la independencia y el trabajo. En entrevista con El Sol de Puebla, Trinidad compartió detalles de su vida, mostrando cómo ha forjado su propio camino a lo largo de los años.

Desde joven, Trinidad sintió una pasión por el trabajo y la independencia. Optó por no casarse, una elección audaz en su época, pero esta decisión no la hizo sentir sola. Al contrario, su vida se llenó de sobrinos a quienes considera como hijos, tejidos por fuertes lazos familiares que han sido su mayor fuente de felicidad.

En su juventud, Trinidad destacó como maestra de confección, contribuyendo al mundo laboral con habilidades que la hicieron valiosa en su comunidad. Su dedicación al trabajo no solo le proporcionó sustento, sino que también la hizo sentir realizada y orgullosa de sus logros.

Trinidad Mendoza Juárez es una mujer admirable que celebra con alegría sus 100 años de vida. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“Desde muy joven me gustó el trabajo y tener dinero para ayudar a mi familia. Estudié, fui maestra de confección en el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENCH) muchos años y mi vida fue buena de joven. Viajé, conocí y siempre en mis valores estuvo la unidad familiar, ayudarlos a ellos”, comentó a este medio.

La independencia de Trinidad no se limitó solo al ámbito laboral, también se reflejó en su afición por el baile. En una época en la que las mujeres tenían roles más tradicionales, Trinidad desafiaba las normas y disfrutaba de la libertad que encontraba en el movimiento y la expresión a través del baile.

“Me gustaba bailar y echarme mis chelitas. Cuando podía me iba a la Ciudad de México a bailar a los salones. Me iba sola desde Puebla. Desafié a mi madre, porque en ese tiempo las madres eran más estrictas, pero quise vivir al máximo. Nunca me arrepentí de nada y soy muy feliz de mis decisiones”, destacó.

A medida que el tiempo avanzaba, Trinidad se convertía en un faro de inspiración para las generaciones posteriores de su casa. Su legado, más allá de la longevidad, reside en el valor del trabajo y la independencia. Sus sobrinos, a quienes considera como sus propios hijos, heredan una lección valiosa: la importancia de la autonomía y la dedicación en la construcción de una vida plena.

Rodeada de sobrinos y nietos. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Mis hijos son mis sobrinos, tengo muchos y ahora ellos son los que velan por mí. Fuimos cinco hermanos y de ellos, ahora sólo quedo yo, los he visto partir de este mundo, pero sus hijos me siguen cuidando y yo sigo viéndolos crecer. Amo ver a mi familia unida, eso es lo que me da fuerzas para seguir en esta vida”, compartió.

En el centenario de Trinidad Mendoza Juárez, su historia resuena como un testimonio de fuerza, determinación y amor familiar. En El Sol de Puebla celebramos la vida de esta mujer excepcional, cuyo legado perdurará a través de las generaciones, recordándonos la importancia de vivir con pasión, trabajar con amor y valorar las conexiones familiares que trascienden el tiempo.

“Ya no puedo escuchar bien, tengo un aparato que me ayuda a oír, pero leo muy bien, todos los días leo El Sol de Puebla, me gusta informarme y hay un señor que todos los días me trae el periódico. Cuando me vaya de esta vida, que sólo Dios sabe cuándo va a ser, quiero que me recuerden por mi trabajo, por mi felicidad y porque siempre me gustaba leer el periódico”, concluyó.

Trinidad optó por no casarse, una elección audaz en su época. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

El día que este medio acudió, la acompañaron varios de sus familiares, como sus sobrinos Juan Mendoza López, Hilario Mendoza López, Obdulia Mendoza López, Leticia Mendoza López, Eva Silvia Galindo, Guadalupe Mendoza, Edgar Cribelli y Jesús Antonio.

También sus sobrinos nietos Gustavo Mayela Cribelli, Geovani Idali, Adrián Mendoza las sobrinas bisnietas Yolanda y Sofía. Así como su enfermera, “Faby”.

¿Se imaginan ver el amanecer 36 mil 500 veces?, pues para Trinidad Mendoza Juárez es una realidad, ya que este 10 de enero cumple 100 años de vida. Cien años en donde se ha despertado para ver el cielo, donde ha suspirado, bailado, se ha divertido, pero también ha trabajado para tener una vejez digna.

Trinidad Mendoza Juárez es una mujer admirable que celebra con alegría sus 100 años de vida. Una centuria que ha sido testigo de una vida marcada por la independencia y el trabajo. En entrevista con El Sol de Puebla, Trinidad compartió detalles de su vida, mostrando cómo ha forjado su propio camino a lo largo de los años.

Desde joven, Trinidad sintió una pasión por el trabajo y la independencia. Optó por no casarse, una elección audaz en su época, pero esta decisión no la hizo sentir sola. Al contrario, su vida se llenó de sobrinos a quienes considera como hijos, tejidos por fuertes lazos familiares que han sido su mayor fuente de felicidad.

En su juventud, Trinidad destacó como maestra de confección, contribuyendo al mundo laboral con habilidades que la hicieron valiosa en su comunidad. Su dedicación al trabajo no solo le proporcionó sustento, sino que también la hizo sentir realizada y orgullosa de sus logros.

Trinidad Mendoza Juárez es una mujer admirable que celebra con alegría sus 100 años de vida. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“Desde muy joven me gustó el trabajo y tener dinero para ayudar a mi familia. Estudié, fui maestra de confección en el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENCH) muchos años y mi vida fue buena de joven. Viajé, conocí y siempre en mis valores estuvo la unidad familiar, ayudarlos a ellos”, comentó a este medio.

La independencia de Trinidad no se limitó solo al ámbito laboral, también se reflejó en su afición por el baile. En una época en la que las mujeres tenían roles más tradicionales, Trinidad desafiaba las normas y disfrutaba de la libertad que encontraba en el movimiento y la expresión a través del baile.

“Me gustaba bailar y echarme mis chelitas. Cuando podía me iba a la Ciudad de México a bailar a los salones. Me iba sola desde Puebla. Desafié a mi madre, porque en ese tiempo las madres eran más estrictas, pero quise vivir al máximo. Nunca me arrepentí de nada y soy muy feliz de mis decisiones”, destacó.

A medida que el tiempo avanzaba, Trinidad se convertía en un faro de inspiración para las generaciones posteriores de su casa. Su legado, más allá de la longevidad, reside en el valor del trabajo y la independencia. Sus sobrinos, a quienes considera como sus propios hijos, heredan una lección valiosa: la importancia de la autonomía y la dedicación en la construcción de una vida plena.

Rodeada de sobrinos y nietos. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Mis hijos son mis sobrinos, tengo muchos y ahora ellos son los que velan por mí. Fuimos cinco hermanos y de ellos, ahora sólo quedo yo, los he visto partir de este mundo, pero sus hijos me siguen cuidando y yo sigo viéndolos crecer. Amo ver a mi familia unida, eso es lo que me da fuerzas para seguir en esta vida”, compartió.

En el centenario de Trinidad Mendoza Juárez, su historia resuena como un testimonio de fuerza, determinación y amor familiar. En El Sol de Puebla celebramos la vida de esta mujer excepcional, cuyo legado perdurará a través de las generaciones, recordándonos la importancia de vivir con pasión, trabajar con amor y valorar las conexiones familiares que trascienden el tiempo.

“Ya no puedo escuchar bien, tengo un aparato que me ayuda a oír, pero leo muy bien, todos los días leo El Sol de Puebla, me gusta informarme y hay un señor que todos los días me trae el periódico. Cuando me vaya de esta vida, que sólo Dios sabe cuándo va a ser, quiero que me recuerden por mi trabajo, por mi felicidad y porque siempre me gustaba leer el periódico”, concluyó.

Trinidad optó por no casarse, una elección audaz en su época. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

El día que este medio acudió, la acompañaron varios de sus familiares, como sus sobrinos Juan Mendoza López, Hilario Mendoza López, Obdulia Mendoza López, Leticia Mendoza López, Eva Silvia Galindo, Guadalupe Mendoza, Edgar Cribelli y Jesús Antonio.

También sus sobrinos nietos Gustavo Mayela Cribelli, Geovani Idali, Adrián Mendoza las sobrinas bisnietas Yolanda y Sofía. Así como su enfermera, “Faby”.

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