“Somos muchas mujeres que por miedo nos aguantamos y sacrificamos a la familia”, estas fueron las palabras de Claudia Torres quien, durante unos cinco años, sufrió violencia emocional y después física por parte de su expareja con quien tuvo tres hijas.
Inteligente, atractiva y carismática, así se aprecia a simple vista esta madre de familia. Abogada de profesión, se casó a los 24 años de edad, mismo tiempo en el que comenzó su pesadilla aunque ella no se dio cuenta hasta muchos años después.
“Yo no me había dado cuenta de que era violencia psicológica, yo pensaba que eran pleitos normales, o peleas normales, o decisiones tomadas por mi propia cuenta. Al pasar del tiempo y por comentarios de conocidos, empiezo a caer en muchas cosas, de que se supone que yo decidía cosas, pero, manipuladas por mi pareja”, expuso.
Conoció a su expareja desde que eran adolescentes y aseguró que por estar enamorada no quiso fijarse en sus defectos y la posibilidad de que fuera un hombre violento. Luego de que se casó con él comenzaron los problemas pues la manipuló para que las decisiones que ella tomara fueran las que él quisiera.
Luego de que ella tuvo a la primera de sus tres hijas su entonces esposo la manipuló para que dejara de trabajar y por lo mismo que no frecuentara a sus conocidos, pero tampoco la acompañaba a alguna actividad o reuniones, incluso familiares, pues él siempre justificó que tenía otras actividades al grado de parecer que ella era mamá soltera.
Con el tiempo el escenario se fue complicando hasta que él comenzó a agredirla físicamente. En una ocasión la amenazó con un cuchillo, rompió vidrios, destruyó algunos muebles y había rastros de sangre por todo el piso, fue uno de esos momentos el que le permitió a Claudia darse cuenta del problema que aquejaba a su familia.
“La violencia física empezó. Él ya me insultaba, yo le contestaba, nos aventábamos cosas y un día detonó todo porque no le quise prestar mi coche, se puso muy violento, rompió vidrios, sacó un cuchillo enfrente de las niñas, arrancó puertas del clóset y las niñas se espantaron y pues fue ahí donde yo dije que no quiero que a mis hijas les pase algo así y le pedí que se fuera de la casa”, añadió.
Toda esta situación de violencia y de estrés provocó que Claudia entrara en un proceso de depresión, aumentó su peso corporal, comía mucho y quería hacer compras compulsivas, así se deterioró su vida.
Después de varios sucesos repetitivos de violencia y hasta uno de posible intento de sustracción de sus hijas, decidió proceder legalmente contra su expareja, pues a pesar de que ya se había separado de él, estaba siendo acosada.
Se armó de valor y acudió ante las instancias legales y posteriormente, en marzo del año pasado, acudió a la Casa de Justicia para las Mujeres de la Fiscalía General del Estado donde le han brindado atención para superar esta crisis.
Ha sido difícil para ella, pero, poco a poco lo ha logrado. Ya no litiga, pero, se dedica a las ventas, recuperó su peso normal y logró salir de la depresión.
La recomendación que hace a las mujeres es que no crean que están solas, quiere que sepan que siempre hay instancias que las pueden ayudar, asimismo, refirió que muchas veces la dependencia económica provoca que ellas tengan miedo de abandonar a su pareja, por lo que prefieren seguir aguantando el maltrato y hasta sacrificar a su familia con riesgo de que la violencia siga creciendo.