La Comisión Nacional del Agua (Conagua) carece de un programa de remediación para la Presa de Valsequillo, que ostenta el humedal más importante de Puebla, bajo la justificación de que el sitio, pese a recibir cientos de litros de aguas contaminadas cada segundo, se destina únicamente al riego de sembradíos y hortalizas de temporal.
La creciente mala calidad del agua del embalse, que es nutrido con el cauce de algunos de los ríos más contaminados del estado, el Atoyac, Xochiac y Alseseca, se vuelve insuperable frente a la ausencia de una política pública de descontaminación en esa zona en particular, lo cual deja en desprotección a las 283 especies de fauna y al menos 70 de flora que son reconocidas por la Convención Internacional Ramsar, que clasifica los humedales en todo el mundo, consideró el doctor en Ciencia y Tecnología del Agua por la Universidad de Guanajuato (UG) y catedrático del Tecnológico de Monterrey Campus Puebla, Pabel Antonio Cervantes Avilés.
A través de una solicitud de información hecha por un particular a través del portal de Transparencia, la dependencia federal, mediante su dirección estatal, reconoció que no ha implementado un solo plan de remediación de la Presa Manuel Ávila Camacho, conocida como Valsequillo.
“No se cuenta con políticas de conservación, restauración y descontaminación, ya que dicha presa tiene como función de almacenamiento para uso agrícola”, justificó la Conagua.
Además, en otro punto donde se cuestionó al organismo acerca de las acciones emprendidas para mejorar la calidad del agua, misma que mantiene el humedal y desemboca en el distrito de riego 030, se contestó lo siguiente: “No se realizan acciones de mejora, toda vez que la función que tiene la presa únicamente es de almacenamiento para uso agrícola”.
Para Cervantes Avilés, el saneamiento de la presa, así como de los afluentes que la nutren, es una obligación que Conagua ha desarrollado sin éxito. El académico enfatiza que este embalse no es como cualquier otro, pues de su cuidado depende la preservación de decenas de especies vegetales y animales, muchas de las cuales son endémicas y migratorias.
La contaminación impacta en la disminución de las especies de flora y fauna que prevalecen en la zona, impacta incluso en poblaciones de fauna migratoria; ya no solamente las endémicas, sino las que migran, sobre todo en otoño e invierno hacia la presa; también impacta en la flora que se encuentra presente, al permitir el desarrollo de flora silvestre, comenta.
Sostiene que el humedal de Valsequillo, que se constituyó artificialmente sobre el embalse, es considerado un sitio Ramsar, lo que evidencia la importancia de su megadiversidad. Por lo tanto, sostiene que su preservación es imperativa para todas las autoridades que se involucran en el cuidado de estas zonas, rechazando así la negativa de la dependencia por establecer un plan de remediación del lugar.
“[Conagua] puede argumentar la no conservación del sitio, porque la misma Ley de Aguas Nacionales establece como prioridad ciertos usos, el primero es el público-urbano; abajo, la prioridad es el uso del agua agrícola, y más abajo viene el uso ecológico. Entiendo que la resolución es ‘no podemos dedicar un programa, porque esa agua es para riego’, pero no hace sentido que no se conserve el lugar, cuando esa agua está siendo utilizada para producción de alimentos. ¿Qué tenemos que esperar, qué haya de nuevo incidencia de enfermedades, como ya ocurre en la cuenca, para poder establecer algo?”, cuestiona.
Para este punto, vale la pena dejar en claro algunos puntos. El humedal es un espacio que alberga decenas de especies de flora y fauna. Este lugar, a su vez, se encuentra sobre la presa Manuel Ávila Camacho. Por su parte, el sitio Ramsar es una delimitación de terreno que abarca 23 mil 612 hectáreas, que incluye terreno acuático y no acuático, es decir, se extiende de los límites del embalse.
Luego, la ley establece que la preservación y cuidado de los sitios Ramsar corresponde a la Federación. Y aunque el humedal de Valsequillo fue designado Parque Estatal en 2012 por el Gobierno de Puebla, que derivó en la creación de un plan de manejo del lugar, la Conagua está obligada a mantener en buena calidad el agua que por ahí atraviesa, y que se convierte en el recurso más importante para mantener el espacio.
Flora y fauna en riesgo
Cervantes Avilés afirma que la ausencia de políticas exitosas de saneamiento, así como planes de remediación en la presa, agudizan la pérdida de especies de flora y fauna, de las cuales varias arriban a la entidad durante sus procesos migratorios o estacionales.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), de las 283 especies de fauna que existen en el humedal de Valsequillo, al menos 33 son de aves, cinco de anfibios y 17 de reptiles, todas ellas endémicas de México.
El académico sostiene que, si bien el sitio Ramsar cuenta con elementos vegetales que favorecen la filtración de algunos contaminantes, y con ello la reducción de polución, sus capacidades se ven rebasadas frente a las altas concentraciones de materia dañina que arriba mediante descargas industriales y municipales.
Por ello, ante la ausencia de un plan de remediación en la zona, se deja en vulnerabilidad la preservación de la misma, enfatiza el académico del Tecnológico de Monterrey.
Aunado a lo anterior, el investigador remarca que el humedal no es el único lugar en riesgo, pues las aguas contaminadas que corren sin restricción por la presa Manuel Ávila Camacho llegan directamente al distrito de riego 030, que incluye 17 municipios del centro-sur del estado. Dicho recurso hídrico se emplea para regar los cultivos de temporal en la región.
“En lugar de ser un sitio de conservación de flora y fauna, donde técnicamente deberíamos tener buena calidad del agua, estamos causando que esa agua esté contaminada y se utilice para el riego y la producción de nuestros alimentos. Eso es muy preocupante, porque muchos contaminantes pueden migrar hacia el suelo y a su vez a las plantas. El impacto va más allá de conservar el sitio Ramsar, sino la importancia de conservarlo es propiamente asegurar agua de buena calidad para el riego de los cultivos que tenemos en ese distrito”, enfatiza el investigador.
Por ello, Cervantes Avilés defiende que la ausencia de un programa de remediación en el embalse agudiza incluso las problemáticas de salud derivadas del exceso de materiales contaminantes en los ríos, como son los metales pesados, que causan diversas enfermedades.
Saneamiento antes de remediación
La doctora en Ciencias Ambientales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y catedrática del Instituto en Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, S.J., de la Universidad Iberoamericana Puebla, Gabriela Pérez Castresana, asegura que, para garantizar la remediación de la presa, es necesario sanear los ríos Atoyac, Xochiac y Alseseca, antes de pensar en un plan de remediación.
Esta responsabilidad, que corresponde igualmente a Conagua, debe cumplirse desde la vigilancia y sanción, en su caso, de las fuentes contaminantes de origen, así como de la revisión de las plantas de tratamiento de aguas, que muchas veces son inexistentes en la región, remarca la especialista.
Así, enfatiza que, previo a la remediación de la presa, la dependencia federal debe garantizar la descontaminación de la subcuenca a la que pertenecen los tres afluentes antes mencionados, ya que ello es parte de sus obligaciones.
“Se tiene que garantizar que la calidad sea la adecuada para el uso que se dé. Se tiene que reconocer que es un sitio de gran importancia, no solamente como una fuente de agua para para fines agrícolas, sino por todos los servicios ecosistémicos que brinda este humedal. Esto es importante”, sostiene la especialista.
Según datos abiertos, los ríos Atoyac, Xochiac y Alseseca presentan niveles altos de Demanda Química de Oxígeno (DQO), que es el parámetro que indica el nivel de contaminación causado por sustancias artificiales, que incluye metales pesados, detonadores de enfermedades crónicas en seres humanos.
Para ponerlo en retrospectiva, el DQO del Río Atoyac es de al menos 213.66 miligramos por litro (mg/L), del Río Xochiac es de mil 426.06 mg/L y del Río Alseseca 711.44 mg/L, siendo todos ellos de los más contaminados de la entidad poblana. Lo anterior, de acuerdo con la información más actualizada de la Conagua, correspondiente a 2022.
El problema es que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) decretó, también en 2022, que los límites permisibles de DQO en ríos, arroyos, canales y drenajes es de 180 mg/L, lo que evidencia que los afluentes que desembocan en la presa de Valsequillo excedieron dicho parámetro.
En 2023, El Sol de Puebla dio a conocer que el humedal de Valsequillo posee la flora necesaria para depurar material contaminado que desemboca en la presa, esto de acuerdo con la investigación realizada por el doctor en Ciencias por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), Jacobo Tabla Hernández.
Según el especialista, el lirio acuático, que aunque no es endémico de la zona se reproduce con celeridad, requiere de un plan de manejo integral para garantizar su funcionamiento como reductor de sustancias dañinas.
Finalmente, Pérez Castresana refiere que el saneamiento de los afluentes es hoy en día una necesidad urgente, sobre todo para el distrito de riego de Valsequillo, donde llegan las aguas de la presa. Señala que, según los parámetros oficiales, para evitar daños en cultivos se debe contar con un máximo de mil bacterias dañinas por cada 100 mililitros de agua. Sin embargo, en el embalse dicha cantidad oscila en los 24 mil bacterias por cada 100 mililitros.