La presencia en las calles de los grupos opositores a la reforma electoral no será suficiente para revocar la propuesta del presidente del país, pues más allá del reto de crear grandes contingentes en diversas partes de la República, deben crear un discurso sólido que se asemeje al del partido que encabeza Andrés Manuel López Obrador, que logre convencer a gran parte de la población que la permanencia del INE garantizará la democracia en México, coincidieron especialistas de la BUAP, la UPAEP y la IBERO, entrevistados por El Sol de Puebla.
Anayuri Güemes Cruz, académica e investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), consideró que pese a que el cambio a la reforma no será uno de los cambios visibles tras esta protesta, la presencia de sectores sociales privilegiados marchando en las calles si lo será. “Que ellos lo hagan es lo que está cambiando, porque históricamente en las calles exigen los grupos más vulnerables”, refirió.
“Es muy notorio que representan a un sector social muy particular, que, aunque con mucha influencia y con grandes recursos no solo económicos sino intelectuales, no tienen articulación”, señaló Miguel Calderón Chelius, coordinador del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla, dejando entrever, que las movilizaciones representaron no solo una bocanada de oxígeno para el grupo opositor, sino que les dio altas expectativas de fortalecimiento.
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En tanto, Claudia Ramón Pérez y Juan Pablo Aranda Vargas, académicos de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), coincidieron en que la marcha del domingo pasado representó una fuerza demócrata de un sector social, que abre la oportunidad de cuestionar la forma de gobernar del presidente del país.
No obstante, Calderón Chelius percibió que, a partir de la marcha, no existirá una disposición al diálogo por parte de las demás fuerzas políticas para adecuar la reforma electoral, sino que más bien se hará presente una confrontación contra el gobierno que encabeza Andrés Manuel, el cual no mostrará interés en negociar para lograr la aprobación de su propuesta.
Anayuri Güemes Cruz, coincidió en que, si bien las agrupaciones opositoras a la reforma electoral mostraron su capacidad de llamamiento o concentración, este movimiento apuesta por convertirse en una alteración mediática, aunado a que, probablemente algunas diferencias internas, entre otros factores, acabarán por desbaratar el movimiento.
“No va a crecer este movimiento, pero si le van a dar mucho volumen mediático, porque difícilmente estos grupos cada fin de semana van a estar saliendo a hacerlo, quizá van a pagar para que alguien salga, pero es visible cuando las personas le pagan a alguien para que haga algo o que las hagan ellas mismas”, opinó.
Fuerza opositora requiere más que la reunión de grandes contingentes
Miguel Calderón Chelius resaltó que la fuerza opositora no requiere más movilizaciones para lograr su objetivo, sino que debe crear una narrativa (presentación para que otros comprendan el mismo punto de vista) que ofrezca una alternativa social y política que se oponga a lo que hace el gobierno de Andrés Manuel, a través de Morena.
“Deben construir una narrativa sobre el rumbo del país y de eso carecen hasta el momento los sectores de la oposición, lo cual no es fácil (…) tienen que hacer algo más si realmente quieren tener posibilidades de representar una oposición efectiva en contra de la parte que representa Morena en este momento”, señaló.
Argumentó que estos sectores no solo deben ofrecer a la sociedad un imaginario del rumbo del país como lo hizo Morena, sino que también deben cuidar sus acuerdos de unidad, pues es posible que en un futuro se debiliten.
“Después de confrontarse con Morena, la unidad que puedan mantener es el primer reto que tienen, que finalmente es muy difícil de superar, pero de cualquier manera para revocar los documentos requieren la movilización social y esa será solamente en la medida que logren articular un discurso sólido sin la necesidad de marchar cada semana”, remarcó.
Aunado a ello, Anayuri Güemes Cruz precisó que el panorama para los grupos “privilegiados” que salieron a las calles a defender al INE es difícil, pues para poder conseguir su objetivo deben convencer a otras masas de que mantener el organismo garantizará la democracia en México.
“Dudo mucho que marchando puedan mantener un organismo de esta naturaleza, sobre todo, al haber tenido en su historial grandes dudas sobre los posibles fraudes que se hayan hecho en el INE, es muy difícil que se quite esa mancha del organismo, lo que sigue es que la reforma no se va a detener”, aseguró.
Afirmó que los manifestantes antes de continuar con cualquier intervención deben analizar que las reformas a este tipo de instituciones suceden todo el tiempo y han ido evolucionado a través de la historia, sin que ello represente una desaparición como tal.
Marchas simbolizaron la fuerza demócrata: UPAEP
Por el contrario, Claudia Ramón Pérez, académica de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), consideró que la marcha del pasado domingo fue una muestra de que en una democracia caben todos, pues esta permite que diferentes expresiones, clases sociales y opiniones tengan cabida en las calles.
Compartió que el principal cambio a partir de la marcha es que los legisladores observen que hay una gran parte de la sociedad que no está convencida con lo que se plantea en la reforma electoral, y que esto los lleve a tomar una postura crítica para debatir sobre la viabilidad de la propuesta del presidente.
“Habría que ser convocada una que otra marcha para seguir mostrando el descontento, pero también en ese sentido esperaría que se vaya generando una propuesta porque lo que se ha logrado (históricamente) ha sido con base en poner las cosas sobre la mesa”, precisó.
Por su parte, Juan Pablo Aranda Vargas, director de Formación Humanista de la UPAEP, resaltó que a partir de esta marcha se hizo notar que en México existe un problema, pues ahora será un tema de discusión qué es lo que pasa con el presidente y con su forma de gobernar.
“Tenemos que empezar a organizarnos políticamente para exigir al gobierno que se comporte como lo que es, el presidente no es el jefe de la nación, es el primero que sirve, es un servidor público y como tal tiene que entenderse, y los grupos de interés tienen el derecho de obligarlo a cumplir con el mandato que la constitución le da”, afirmó.
