Puebla cuenta con un refugio para perritos que sufrieron violencia extrema y derivado de esas agresiones, hoy en día tienen algún tipo de discapacidad, se trata del Refugio Chipilo, un lugar que alberga 170 canes rescatados. Hay perros ciegos, perros que no pueden caminar, mutilados y perros con problemas cerebrales a causa de golpes intensos.
Hoy en día, buscan donativos, principalmente de alimento (croquetas) o de voluntariado, ya que se necesita mucho trabajo para darle una buena calidad de vida a estos lomitos que ya sufrieron la violencia extrema sin hacer nada para merecerlo.
José Antonio Llarena es el encargado de este refugio y explicó que rescatan perritos que fueron maltratados, los rehabilitan físicamente y anímicamente, para posteriormente darlos en adopción. El proceso de adopción es gratuito, sólo se aseguran de que sea una persona amorosa la que quiera hacerse cargo del perrito.
Toño lamentó que Puebla, en últimos meses, se haya ubicado como uno de los estados en donde hay más agresiones de perros, recordó un niño en Atlixco que presuntamente violó a dos perritas, una menor en Huauchinango que maltrató a un perrito hasta la muerte y lo exhibió en sus redes o el caso del hombre que golpeó y arrojó desde un tercer piso a una perrita de nombre Enedina.
“Debemos de cambiar eso, pueden venir al refugio y conocernos, ya que la problemática de los perros de la calle es de todos. Hay que apoyarlos y cuidarlos para solucionar este problema”, comentó.
Compartió a El Sol de Puebla que en el refugio hay muchos perritos que sufrieron físicamente, pues fueron quemados, apuñalados, violados, golpeados, sin embargo, se ha dado cuenta que los perritos que más les cuesta volverse a incorporar a un ambiente familiar, son los que fueron abandonados.
“Son tan nobles que el perro que más sufre es el que fue abandonado, ese es el verdadero sufrimiento de un perro, un perro que tuvo una familia, que fue feliz y luego fue abandonado. Los perros tristemente soportan golpes, maltratos, pero lo que más les duele es su corazón”, externó.
Uno de los casos que comentó fue el de “Solecito”, una perrita que estaba en un parque y un niño la empezó a golpear, debido a que los golpes fueron constantes, ella se defendió mordiendo un poco el tenis del menos. Lo que hizo el padre fue sacar una llave de tuerca, pegarle en la cabeza y dejarla a punto de la muerte, afortunadamente superó este episodio.
Solecito hoy en día tiene un daño neurológico irreversible en el sistema motriz y un retraso, es una perrita que sigue comportándose como cachorra pese a que ya es una adulta. “Es un caso que no sólo es triste por la perrita, sino por el daño que el padre le hizo a su hijo por enseñarle a tan corta edad el maltrato animal”, agregó.
Hay dos perros ciegos, pero José Antonio cree que “ven más que un humano”, pues su instinto hace que sus demás sentidos se fortalezcan. “Ellos saben en dónde está, en dónde está la comida, incluso Stevie, uno de ellos, es líder de su jaula, aun siendo ciego”, relató.
Entre los casos más graves están los perros que fueron atropellados, ya que ellos presentan fracturas de cadera que limita su caminar, los cuidan y les dan tratamiento, pero por la falta de recursos tienen que improvisar en sus técnicas de rehabilitación.
Actualmente el refugio necesita donaciones, ya que cada vez son menos las personas que se acercan a ayudar. Lo que más necesitan son croquetas y personas que acudan a convivir con los perros, que apoyen con su limpieza, los saquen a pasear o sólo que pasen tiempo con ellos.
También reciben voluntarios, por ejemplo, en estos días están recibiendo alumnos de la Universidad de las Américas que los ayudan a limpiar, a cortar pasto y por su puesto a pasar un rato de diversión con los perritos.
En caso de querer ayudarlos, pueden hacer transferencias, a Banorte al número 4915 6630 2709 6487, Banco Azteca a 4027 6658 0756 4118 o acudir directamente al refugio a dejar croquetas, el teléfono de contacto es el 2224452725 y en redes sociales pueden buscarlo como José Antonio Llarena.
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