Son pocos los avances en materia de inclusión para personas sordas en el sistema educativo nacional, pues prevalece la falta de capacitación a docentes, y la Lengua de Señas Mexicana (LSM) todavía no es aprendida por mucha gente que tiene la capacidad de oír, entre otras carencias, consideró Ana Isabel Puente Romero, representante legal de la Asociación Cultural, Recreativa y Educativa para Sordos de Puebla.
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Al respecto, Dalia Nahomi Rubio Utrilla, intérprete poblana de Lengua de Señas Mexicana, coincidió con Puente Romero respecto a la escasez de escuelas aptas para ofrecer un aprendizaje digno y de calidad a personas sordas.
En el marco del Día Internacional de las Lenguas de Señas, que se conmemora este 23 de septiembre en todo el mundo, ambas especialistas en técnicas de enseñanza a personas sordas en la entidad poblana detallaron que hay varios obstáculos impuestos a las personas con discapacidad auditiva que les evita desempeñarse adecuadamente en escuelas de todos los niveles.
Desde la perspectiva de Puente Romero, el objetivo de garantizar una educación pública incluyente para la población sorda en el país no se ha logrado a cabalidad, pese a que existen lineamientos dedicados a emplear estrategias y mecanismos a nivel nacional para alcanzar este cometido, como la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad.
Añadió que son varios los obstáculos que provocan que los programas de aprendizaje en escuelas públicas y privadas no sean útiles para la población sorda.
En primera instancia, explicó que se trata de una resistencia sociocultural que se origina en el seno familiar, destacó la especialista. Desde su perspectiva, madres, padres y tutores de infancias con discapacidad auditiva insisten generalmente en que los niños aprendan de la misma forma en que lo hacen estudiantes que no se encuentran en esta situación.
Pese a que lo ideal sería tener un sistema educativo incluyente, en la mayoría de las instituciones no es así. Esto provoca indirectamente que los estudiantes sean forzados a entender los conocimientos de una forma inadecuada para ellos, afirmó Puente Romero.
Aunado a ello, la representante de la Asociación Cultural, Recreativa y Educativa para Sordos de Puebla aseguró que los infantes con discapacidad auditiva deben aprender la Lengua de Señas Mexicana desde que tienen 3 años de edad, aproximadamente. Lo mismo debe ocurrir con familiares cercanos, pues hacerlo después de esta etapa puede complicar el aprendizaje.
Falta de capacitación afecta a la población
De esta situación deriva una segunda problemática, que a su vez es una de las más comunes en Puebla y México: la falta de capacitación a docentes sobre las necesidades de la población con discapacidad auditiva.
Según la especialista, la mayoría de colegios, tanto públicos como privados, carece de personal especializado en la atención de infancias con este tipo de discapacidad, y se ejecutan las mismas técnicas de aprendizaje que con estudiantes que no presentan retos de escucha. Dicha situación genera una noción imprecisa sobre inclusión, ya que en realidad los niños sordos son obligados a ser parte de un grupo, cuando en realidad el sistema educativo debe adaptarse a las necesidades de todos los alumnos.
A nivel nacional, la entidad poblana, junto a los estados de Colima y Veracruz, ha registrado avances significativos en la inclusión de las personas sordas en las aulas, sin embargo, este tipo de acciones suele realizarse en apenas un puñado de colegios e instituciones, lo que deja una brecha de accesibilidad amplia a estos servicios.
Por otra parte, la especialista indicó que durante la presente administración federal se implementaron mecanismos de traducción a la Lengua de Señas Mexicana en algunos contenidos pedagógicos. Si bien esto constituye un avance importante respecto a la inclusión de este grupo social, los retos de aprendizaje son agudos.
Falta de inclusión agrava los problemas
Desde su perspectiva, la falta de inclusión en las escuelas de todos los niveles, desde maternal hasta nivel profesional, genera problemas crónicos de aprendizaje en los alumnos con este tipo de discapacidad, pues el propio sistema los obliga a tener que replicar conceptos y enseñanzas, y no necesariamente a entenderlos y razonarlos.
Por ese motivo, Puente Romero insistió en que lo ideal actualmente es que las instituciones educativas de Puebla y México adapten sus programas académicos a las necesidades de la población sorda. Además de la implementación de traductores, se debe implementar la enseñanza de la Lengua de Señas Mexicanas a toda la población escolar.
Desde la perspectiva de la también activista, buena parte del rezago en la materia se debe a que las políticas públicas suelen minimizar a la población con discapacidad auditiva, pues usualmente se considera que muy pocas personas viven con este tipo de condición.
Al respecto, si bien en la entidad poblana existen aproximadamente 40 mil personas con sordera, los censos oficiales muchas veces no incluyen a las infancias, lo cual deja incertidumbre sobre el cálculo real de personas con este tipo de discapacidad.
Por otra parte, Rubio Utrilla recordó que la falta de mecanismos para garantizar procesos educativos efectivos para las personas sordas tiene graves efectos en la adultez de este sector poblacional, debido a que sus competencias son ínfimas a consecuencia de los obstáculos que les impuso el sistema educativo mediante la ausencia de herramientas.
Aunado a lo anterior, la especialista reconoció que la mayoría de las empresas en Puebla y México se suman a la falta de voluntad para emplear a personas con discapacidad auditiva, lo cual agudiza la brecha laboral para esta población, que muy pocas veces accede a puestos de trabajo dignos y acorde a sus capacidades.
Finalmente, Puente Romero consideró que es evidente que las políticas públicas en materia de inclusión no son suficientes en México. Afirmó que incluso existe una brecha de accesibilidad a educación profesional, pues la gran mayoría de las universidades ni siquiera cuenta con servicios de traducción a personas sordas, esto en buena medida porque consideran costoso la contratación de personas enfocadas en este tipo de tareas.
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Por su parte, Rubio Utrilla manifestó que existe una falta de interés generalizada sobre la necesidad de utilizar lengua de señas en un entorno cotidiano. Por ejemplo, mencionó que ni siquiera los medios de comunicación, por ejemplo, cuentan con departamentos específicos para facilitar la información a personas con discapacidad auditiva.