Por motivos económicos e incluso por ignorancia, las afectaciones que han dejado los fenómenos hidrometeorológicos y naturales en Puebla no han logrado que la cultura de la protección civil avance a la misma velocidad a la que crecen estos riesgos.
Rosario Velasco Zamora, junto con su esposo, compró hace más de 30 años un terreno en la colonia Santa Cruz Buenavista (en la capital poblana), a unos metros del Atoyac. Nunca se imaginó que este río que conoció aún con peces se convertiría en una amenaza que la tiene en permanente preocupación y que no la deja dormir en épocas de lluvias, por el temor de que en cualquier momento se puede desbordar y cubrir su casa, nuevamente.
Las inundaciones, los deslizamientos de cerros, los sismos y las explosiones del volcán Popocatépetl, aunados al riesgo que representan los ductos de Pemex que atraviesan por la entidad, son eventos naturales que históricamente han impactado a la entidad, dejando saldos fatales en la mayoría de los casos.
Según José Víctor Rubén Acebo Zárate, coordinador de análisis de riesgos del gobierno estatal, los poblanos sí han adquirido conciencia en materia de protección civil, no obstante, manifestó que la situación económica ha orillado a algunas familias poblanas a no aplicar el aprendizaje que han dejado las catástrofes.
“Sí y no. Sí hay conciencia, pero desgraciadamente las necesidades son muchas y muchas veces se dejan embaucar. Hay gente que dice ‘este terreno está muy barato’ y lo compran, y después se da cuenta que está pegado a un ducto de Pemex y luego quieren que se quite el ducto. Entonces sí están conscientes del riesgo, pero compran donde es más barato”, expone.
La señora Velasco y su esposo iniciaron su vida de familia viviendo en un pequeño departamento, que con el paso del tiempo fue insuficiente por el crecimiento de sus hijos, viéndose obligados a buscar un espacio más grande. Fue en ese momento cuando comenzaron a construir una vivienda en un terreno que habían comprado con anterioridad, ubicado en la colonia Santa Cruz Buenavista.
Jamás se imaginó que una tarde de 1997 cambiaría su vida para siempre. Una fuerte lluvia que cayó en la ciudad de Puebla desbordó el río Atoyac, provocando que el agua llegara a cada uno de los rincones de su vivienda y a una altura de 1.80 metros. Ella y su familia tuvieron que ser prácticamente rescatados de su propia morada.
A nosotros nos vendió un señor que se dedicaba a hacer block. Entonces nos dijo: ‘aquí no se inunda uno, pasa el agua normal del río’. Así pasaron 20 años y nunca nos habíamos inundado, pero como ha cambiado el clima por eso mismo también
En ese entonces el único funcionario que se interesó por la situación de la familia de la señora Velasco y de los vecinos de la zona fue Ramón Peña Melche (hoy fallecido). Quien fuera el director del Plan Operativo Popocatépetl les informó que el gobierno los pretendía reubicar.
Todos encontraron más desventajas que ventajas, siendo algunas de ellas que tendrían que pagar por las viviendas que les darían, que éstas eran pequeñas y que se encontraban alejadas del centro. Respondieron con un rotundo no y nadie se movió.
“Mi esposo dijo que no porque teníamos que seguirla pagando nosotros, entonces dice mi esposo, ‘¿cómo nos vamos a ir?’ y aquí estamos cómodos, estamos con una casa grande y ¿qué hacemos con las cosas de la casa, las dejamos a fuera o qué hacemos. En esa ocasión nadie se fue. Nos pasó como los de volcán (Popocatèpetl) que viven ahí cerca”, reconoció.
La negativa de salirse de sus viviendas no significó que hubieran perdido el miedo, por lo que la familia de la señora Velasco comenzó a tomar sus previsiones: construir una barda que rodeara su casa, que impidiera el paso del agua, a fin de que no deshiciera sus muebles. Primero construyó una barda de 50 centímetros, pero fue insuficiente, alzándola después a un metro.
A pesar de esta barrera perimetral, cuenta que actualmente se sigue saliendo de su vivienda cuando percibe que la lluvia puede causarle estragos.
Cuando pasa alguna cosa nos salimos hasta por allá, a donde no se inunda y nos esperamos hasta que baje el nivel del agua. El año pasado ya teníamos miedo, llegó a 30 centímetros
Añadió que: “Peña Melche nos dijo que cómo el gobierno permitía que nosotros viviéramos aquí en la orilla del río y cobrando impuestos, si debería haber gente que les dijera: ‘no, no pueden vivir acá, no se les va cobrar impuestos y no puede comprar terrenos’”.
TODOS LOS RIESGOS; DESDE TERREMOTOS HASTA VOLCANES
Puebla concentra todos los riesgos: hidrometeorológicos, geológicos, químicos (fugas de hidrocarburo), sanitarios, plagas, epidemias y epizootias, excepto tsunamis.
El coordinador de análisis de riesgos del gobierno estatal, José Víctor Rubén Acebo Zárate, quien tiene una experiencia de 25 años en materia de Protección Civil, reconoce que Puebla es una entidad vulnerable, principalmente en materia sísmica.
En ese sentido, recordó que el movimiento más fuerte que se han registrado en México se presentó en Puebla, el 28 de agosto de 1973 en Ciudad Serdán, pues su magnitud fue de 8.7 grados.
El especialista reconoció que la ciudadanía, de manera conjunta con las autoridades, sobre todo las municipales, ha colaborado a lo largo de la historia para disminuir las afectaciones, a lo que él llamó una mayor cultura de la protección civil, sin embargo, admitió no se puede “cantar victoria” pues, ejemplificó, es difícil impedir que algunas familias se instalen en laderas o cerca de barrancas y ríos como es el caso de la señora Velasco Zamora, pues indicó que existen más de 3 mil comunidades en el estado.
“No podemos saber si se están instalando en una barranca porque no tenemos la capacidad de personal para revisar todo el estado”, advierte.
A decir del funcionario estatal, las familias poblanas tienen consciencia y están sabedoras de las situaciones que las podrían poner en riesgo, no obstante, la necesidad las coloca en peligro al tener solamente la posibilidad económica de comprar predios que están cerca de ductos de Pemex, de barrancas o ríos.
Resalta la importancia que está jugando la tecnología para prevenir afectaciones, tales como las cámaras de monitoreo, alarmas sísmicas y las instaladas en ríos, barrancas y el volcán Popocatépetl
A decir del especialista, las redes sociales también son un factor de relevancia durante las contingencias, pues si bien por te pueden informar dónde se encuentran las mayores afectaciones o en qué lugares se necesita ayuda, por otro lado, puedes difundir noticias falsas que causan alarma en la ciudadanía.
“Sí y no. Sí porque se puede consultar la información y no porque también trabajan con desinformación, suben a las redes sociales notificas falsas, suben imágenes que tiene entre ocho y 10 años. La recomendación es esta: ‘haz caso de las recomendaciones de Protección Civil y Cenapred porque son los que tienen la información verdadera”, alerta.
De manera paralela a las medidas de protección que han adoptado para hacerle frente a cualquier fenómeno natural, los poblanos, reconoce el especialista, han mostrado mayor solidaridad con las personas afectadas y prueba de ello fue el despliegue de jóvenes estudiantes que llegaron a las comunidades de la Mixteca al ser la zona más devastada por el terremoto del 19 de septiembre de 2017.
No obstante, sin la intención de frenar estas iniciativas, el funcionario indica que este tipo de ayuda necesita de la coordinación de las autoridades para tener un mayor impacto y no duplicar apoyos.
“Ha incrementado la participación social pero desafortunadamente estos grupos voluntarios no se coordinan con las autoridades. Te voy a poner un ejemplo: en donde hubo ocho fallecidos por la caída de un templo (Atzala) se concentró la ayuda. La gente decía: ‘ya no quiero nada, no quiero que me ayudes, en lugar de estarme ayudando me estás perjudicando’ y había otras comunidades en donde no había nada”, manifiesta.
MUNICIPIOS VULNERABLES Y DOÑA VELASCO
Puebla alberga tres volcanes: el Popocatépetl, el Pico de Orizaba (o Citlaltépetl) y los Humeros, la caldera más grande de México.
De los 217 municipios que integran la entidad, 42 son susceptibles a deslizamientos, 46 a granizadas, 52 a heladas y 103 propensos a inundaciones. Uno de ellos es la capital del estado, en donde se encuentra Santa Cruz Buenavista.
En esta colonia vive la señora Velasco, quien pide a Dios que la fuerza de la naturaleza no inunde su vivienda como en 1997, pues subraya que es su único patrimonio y porque se la pretende heredar a sus hijos.