Este 24 de junio se celebró el primer aniversario luctuoso del padre Gustavo Rodríguez Zárate, quien se dedicó a ayudar y alzar la voz de los migrantes que pasaban por el territorio poblano. Con su despedida, Puebla perdió a su principal defensor de la movilidad extranjera y, hasta el momento, no hay un líder social que siga su camino.
Fue el año pasado cuando el padre falleció por complicaciones en los pulmones. En un principio se pensó que fue por coronavirus, pero posteriormente la Arquidiócesis de Puebla lo descartó.
En aquel momento, amistades allegadas al padre compartieron que desde abril de ese año el padre estuvo hospitalizado derivado del cáncer de pulmón que padecía y poco a poco su salud fue mermando.
Un año después, se hicieron varias actividades en su honor, por ejemplo, una misa en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, que hay que recordar que este era el punto de encuentro de los migrantes.
Dicha misa se llevó a cabo el 24 de junio a las 19:00 horas y estuvo encabezada por monseñor Víctor Sánchez Espinosa.
De igual modo, hubo una caminata a medio día de la Capilla de Guadalupe a la Parroquia antes mencionada y un evento sociocultural de las 13:00 a las 19:00.
Es importante mencionar que desde que el padre Gustavo falleció, su espacio ya no ha sido ocupado por algún líder social como él lo era. Que no se quedó callado ante injusticias y que luchó contra la xenofobia.
Este medio buscó a la persona que hoy en día es la encargada de la movilidad de migrantes y que brinda apoyo desde la Iglesia a estas personas. En mayo, la Arquidiócesis de Puebla confirmó que se trataba de Manuel Romero, representante de la Comisión de Movilidad, pero no hubo respuesta.
Este medio marcó y envío mensajes para poder tener información acerca del trabajo que se hacía en Puebla y hasta el momento no hubo respuesta.
Esto hace recordar que el padre Gustavo siempre tenía disponibilidad con los medios de comunicación y que nunca se negó a dar algún tipo de declaración.
También en diversos recorridos en la zona de la Iglesia de la Asunción ya no se pueden ver migrantes como antes solían verse y no solo en las caravanas migrantes, sino en días comunes, pues todos sabían que era un centro de apoyo y dónde podían adquirir comida y vestimenta.