La dirigencia estatal de Morena se renueva este día. El personaje que asuma la tarea debe ser estratégico, pues ahora tiene dos opciones para el partido: augurar un gran futuro político para los comicios de 2027 o ceder el poder a la oposición.
El nuevo liderazgo, sin duda, recibe un partido fuerte en Puebla, señalan analistas políticos. Morena logró que la entidad, que durante décadas se proclamó a favor del conservadurismo, se pintara de guinda. Pese a esto, dicho perfil no debe confiarse del poder que posee el partido, pues de forma progresiva crece un problema en su interior: la crisis de identidad.
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Morena ingresó a sus filas a personajes que, en un pasado reciente, combatió como adversarios políticos. El reto del nuevo o la nueva dirigente estatal es seguir ganando elecciones sin dejar trozos de dignidad en el camino. ¿Cómo? Saliendo de la dinámica electoral y revisando su organización interna. Si Morena es capaz de seguir vinculándose con su propia gente, conciliar a los grupos políticos que ahora lo conforman y ganar terreno en el exterior con nuevos simpatizantes, podrá confiarse en que en el 2027 tendrá una réplica de las elecciones de este año. De lo contrario, es momento de ir preparando las maletas para salir del poder.
“Un equipo que no forma capital se diluye”, opina el diputado federal Alejandro Carvajal, pero inmediatamente corrige el columnista y militante Isaac Palestina: “a quienes les abramos la puerta deben comprometersea nuestros principios”. La tarea es sencilla para la nueva dirigencia: reunir a más simpatizantes, pero sin afectar la identidad.
El próximo o próxima dirigente (según insiste el presidente del Consejo Estatal), asume otro reto: ser el contrapeso entre los grupos políticos que alberga ahora el partido. ¿Debe ser cercano al gobernador electo Alejandro Armenta Mier? Sí. ¿De su mismo grupo político? No.
El 'Talón de Aquiles' de Morena
Estés o no de acuerdo con Morena, algo hizo bien para ser el partido con mayor peso político en el estado. ¿Quién hubiera pensado que Puebla, una entidad tradicionalmente de la derecha, logró una alternancia política y hoy esté plenamente pintada de guinda? Es indudablemente un partido fuerte. Así lo ha dicho Roberto Alonso Muñoz, coordinador de la licenciatura en Ciencias Políticas e Innovación Democrática de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Pero el partido, aún con esta fortaleza, no puede seguir como hasta ahora. Sí, le ha funcionado, ocupa las posiciones de representación más importantes en el estado (gubernatura, alcaldías, diputaciones), incluso ahí están aquellos personajes que antes eran sus adversarios y ganaron elecciones bajo las siglas de Morena sin tener cercanía con el partido. Esta es su debilidad, su admisión incongruente puede terminar en una fractura, advierte Muñoz.
“Ha juntado a perfiles de la vieja clase política que representan un problema de liderazgos dentro del partido, hay un conflicto de compromiso ideológico con el que nace este partido”, comenta.
En su interior se vislumbra una crisis de identidad que creció en la última jornada electoral y es momento de detener, agrega Palestina. El partido no tiene procesos claros de admisión y por ello ingresaron a sus filas a personajes que en un pasado reciente se combatieron como adversarios y que ahora son amigos de la 4T.
Tomando en cuenta este panorama, y con el fin de evitar posibles fracturas al interior del partido, se sugiere que el perfil que releve a Olga Romero GarciCrespo debe permitir que haya una nueva clase política, una que esté comprometida con el discurso de Morena y no solo busque la conquista de posiciones de poder. Olvidarse un poco de las elecciones de 2027 y primero arreglar su organización interna, retoma el analista de la Ibero.
“El partido está cayendo en una dinámica electoral, la clave es volver a la organización partidista, al acompañamiento de las causas sociales. Si Morena es capaz de seguir vinculándose con el pueblo, nos augura un gran futuro político, de lo contrario, tendremos que prepararnos para ceder el poder”, admite Palestina.
Morena necesita un liderazgo que venga de la base social, de la fundación del partido, de sus orígenes. Este perfil debe ser el contrapeso de las diferentes visiones que hay en su militancia.
Nuevo liderazgo, ¿cercano al gobernador?
Seguramente el nuevo liderazgo será cercano al gobernador electo, apuntan militantes. No es una sorpresa, pero tampoco una tragedia. Caso diferente es que sea de su mismo grupo político, recordando que Armenta no es fundador del partido, sino que en 2017 se ‘brincó’ del PRI al partido oficialista cuando ‘decidió pasarse al lado correcto de la historia’, según él mismo describió hace unos días en una rueda de prensa.
“Va a ser una persona cercana (al gobernador) porque hay una agenda compartida”, justifica el morenista Gabriel Biestro, ahora coordinador de regidores en el Cabildo de Puebla. “No estamos hablando de un partido de Estado”, corrige. “Morena es de donde emanan los gobernantes, es decir, son los mismos postulados y la misma gente”.
Morena sí necesita a un liderazgo cercano al gobernador, pero también a la base. Ahí Muñoz sostiene: “Convendría, y sería sano, que el nuevo dirigente no fuera del grupo político del gobernador electo, pero eso no quiere decir que sea lejano”.
¿Por qué a decir del académico no debe ser del mismo grupo político de Armenta? Para que así pueda haber una distribución plural y equitativa del poder que se obtiene a partir de este sábado. La supremacía acumulada no es pertinente en entornos que se dicen democráticos, como Morena. Al contrario, conviene que el poder esté autocontenido, contrapesado por diferentes liderazgos.
La opinión del especialista no es diferente a lo que quieren los militantes. Nohemí González, abogada y militante morenista desde hace seis años, coincide con el académico: el nuevo dirigente debe lograr una conciliación al interior del partido.
En esto coincide Palestina y agrega: el nuevo perfil debe tener una ascendencia de izquierda, de las bases, que retome las luchas sociales, pero que tenga la habilidad de continuar con la apertura del partido. ¿A qué se refiere con esto último? Sí, a seguir captando personajes de la oposición. Eso sí, que valgan la pena.
“Tiene que distinguir cuáles son los perfiles valiosos de las otras fuerzas políticas que valga la pena impulsar desde nuestro partido”, lanza sin más.
Por eso resonó el nombre del diputado local Pavel Gaspar, que reúne esos requisitos, asegura González. Sin embargo, se cuestiona: ¿será Pavel mucho para el cargo? Ya que todo indica que la nueva dirigencia solo estará un año al frente del partido, es decir, solo debe cubrir lo que restaba a la gestión de Romero. “¿Qué tanto vale la pena gastar la mejor ficha?, sin menospreciar la militancia, pero los espacios más importantes se podrían definir más adelante”, sostiene.
Pero nada está escrito. Las especulaciones sobre quién dirigirá el partido a partir de hoy las detendrá o confirmará el Consejo Estatal. Ahora, hay otro escenario, ¿qué pasa si el nuevo liderazgo es del mismo grupo político de Armenta? Seguramente seguirá fuerte el partido, explica Muñoz, empero, derivará en eventuales fracturas si no sabe conciliar a la militancia.
”Morena ha encontrado bastante cohesión poniendo por delante los principios de la Cuarta Transformación. Mientras eso esté garantizado, no tendría que haber lejanía”, aclara el analista.
El partido oficialista debe ser congruente con sus principios. “Si no mantiene esa esencia veremos lo mismo que le ha pasado a partidos que defienden la izquierda, como el PRD (ahora extinto), que perdió la brújula y también el respaldo popular”, cierra Biestro.
¿Qué necesita el partido?
Morena necesita más que un buen dirigente, concluye Carvajal. El partido concentró su atención en la capital poblana, debe descentralizarse.
El diputado federal recomienda una reestructura que incluya delegar actividades en todas las zonas del estado. “Su problema es que no tiene orden en su organización más que en las elecciones”, acusa.
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Esta renovación también debe traer consigo la generación de actividades, cursos, capacitaciones con simpatizantes de todos los sectores sociales y, así, no dejar morir uno de los tantos discursos del partido: “El poder se convierte en virtud cuando se pone al servicio del pueblo”.