/ lunes 5 de junio de 2023

Roomies, una tendencia latente por la falta de dinero para rentar un espacio

La gran cantidad de escuelas en Puebla hace que el sistema de roomies para la renta de espacios sea bastante común

La falta de recursos para rentar un espacio en la ciudad de Puebla es la razón número uno que orilla a los jóvenes, principalmente aquellos de 18 años de edad en adelante, los recién egresados de la universidad y los estudiantes de otros estados del país, a tener un compañero de cuarto o “roomie”, es decir, un hombre o mujer (a veces más) con quien compartir una casa o departamento, pero con el acuerdo de dividir los gastos del hogar.

La palabra surgió a raíz de abreviar “room”, que en inglés significa habitación y “mate”, término identificado coloquialmente para llamar a un amigo en algunos países de habla inglesa y que es una tendencia a través de la cual se relacionan principalmente las personas de 18 a 30 años.

En el estado de Puebla dicha modalidad de vivienda representa un gran negocio a futuro por la cantidad de jóvenes que vienen a estudiar de otros estados, buscan independizarse de sus papás o simplemente quieren vivir la experiencia de estar solos, coincidieron Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, y Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI).

Roomies pueden ser conocidos, familiares o extraños

Daniel Casas y Sergio Cervantes tienen 28 años, ambos son apasionados de la fotografía y viven juntos desde hace medio año en un departamento de dos cuartos del primer piso de un edificio ubicado en la colonia Humboldt, al nororiente de la ciudad, pero la edad y su profesión no fueron los principales factores por los que decidieron ser compañeros de cuarto. La causa que los unió bajo el mismo techo fue la falta de recursos para rentar un espacio propio.

Los amantes de la foto comparten espacio desde hace meses. Previo a ello, el lugar era habitado únicamente por Daniel, quien vivía solo luego de abandonar la casa de sus papás, pero al poco tiempo se dio cuenta de la gran cantidad de gastos que implicaba y tuvo que empezar a compartir, narró en entrevista con El Sol de Puebla.

“El año pasado intenté rentar solo, pero los gastos eran muchos (porque) no solo son la renta (también) incluye además comidas, transporte, así que en conjunto (los gastos) eran excesivos que no me quedaba casi nada para terminar la quincena”, contó.

Ante dicho panorama, comenzó a publicar en redes sociales y buscar entre sus conocidos, lo que ocasionó que coincidiera con Sergio, a quien conocía por el trabajo debido a que también es fotógrafo, de la Secretaría de Turismo.

En voz del adulto joven de casi 30 años, el principal reto al que se enfrenta al vivir con otra persona es el proceso de adaptación porque cada persona cuenta con costumbres, reglas y ritmos de vida diferentes, así que deben establecerse acuerdos que permitan una convivencia equilibrada, sin cargarse a favor de alguien.

Daniel explicó que el costo de la renta por el espacio con dos recámaras, sala, comedor, cocina y un pequeño patio es de cuatro mil 500 pesos, sin servicios, así que, al sumarle el pago del agua, gas, internet y luz, mensualmente pagan casi seis mil pesos entre los dos.

Julio César de la Luz Hernández tiene 23 años, vive desde hace tres meses con su hermano en un pequeño departamento ubicado en la zona del Parque de Las Ninfas. Recientemente egresó de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación y trabaja como mesero en un restaurante del Centro Histórico de Puebla.

En entrevista con esta casa editorial, relató que durante más de dos décadas vivió con su mamá y su hermana cerca del Paseo Bravo. Ambas decidieron mudarse a otro lado del municipio, situación que lo obligó a buscar alternativas para seguir viviendo cerca de su centro laboral.

Informó que su primera idea fue irse a vivir solo en los alrededores del primer cuadro de la ciudad, pero los costos de las rentas más accesibles superaban los tres mil o cuatro mil pesos, hecho que le impidió concretar su cometido debido a que carecía del dinero suficiente.

Ante dicho panorama, el joven optó por irse a vivir con su hermano, quien desde hace años vivía separado de su mamá y su hermana. Subrayó que, a pesar de ser su familiar, acordaron dividirse los gastos con el fin de disminuir el impacto económico.

El espacio se encuentra ubicado en la calle 21 Poniente 2109, de la capital, tiene un modelo similar al de una vecindad porque está conformado por cuatro mini departamentos y un negocio donde se dedican a la elaboración de llaves.

“Pensaba en irme a vivir solo pero económicamente no podía solventar una renta. Aunque sea un espacio muy pequeño las rentas están algo caras. Yo buscaba algo cerca del trabajo, que no tuviera que tomar muchos camiones porque salgo tarde y no me convendría (…) busqué y pensé en que me convendría irme a vivir con alguien”, relató.

Por el espacio con dos recámaras, una cocina, comedor y sala pagan dos mil 600 pesos mensualmente, además del servicio del agua, gas, internet y luz. El total de la inversión es de tres mil 500 pesos, una cantidad considerada por los hermanos razonable debido a que se encuentran en los alrededores del centro.

Debido a la gran cantidad de universidades que hay en el estado, para los foráneos es muy común vivir con desconocidos. Entre dicho sector está Daniel Gil Velázquez, quien con el objetivo de estudiar Administración de Empresas Turísticas abandonó a los 21 años Izúcar de Matamoros, lugar de donde es originario y comenzó a vivir en la capital en compañía de otro joven, a quien no conocía.

Antes de tomar la decisión de habitar con un desconocido el mismo espacio, intentó viajar diariamente entre Izúcar - Puebla con el fin de ahorrar dinero y porque desconocía la capital. Dicha medida fracasó al mes porque el cansancio del traslado era muy agotador y se presentó la oportunidad de vivir con otro chico en la zona de los Héroes, por el Periférico, al sur de la ciudad.

Detalló que la desconfianza fue uno de los principales temores por parte de su familia toda vez que estaría a una hora de distancia de ella y bajo el mismo techo de otro hombre, a quien nunca en su vida había visto. No obstante, debido a que el costo de la renta era de dos mil pesos sin servicios terminó por acceder.

Recordó que el proceso de adaptación fue rápido porque sabía cocinar, lavar la ropa y hacer otras actividades que le facilitaron la vida sin sus padres, aunque después de un año y medio comenzó a tener una serie de diferencias con el otro habitante del hogar, quien optó por irse a otro sitio.

Posteriormente habitó solo el espacio porque no se rentaba el segundo cuarto de la casa. Pese a ello, a un año de salir de la universidad tuvo un nuevo compañero de casa, aunque, por la falta de conexión entre ambos, el nuevo joven abandonó el hogar.

Semanas después le pidieron la casa y optó por irse a vivir en otra sección del fraccionamiento, bajo el mismo esquema, pero esta vez con tres personas más. Para él, ese fue el momento más complicado porque se trató de dos personas que hacían su servicio, una señora y un profesionista, así que sus ritmos de vida eran completamente diferentes.

“Éramos más, cuatro personas. Ya no éramos estudiantes, uno ya trabajaba, pero no tenía una casa propia, había una señora en la otra habitación, otro chico que igual que yo hacía servicio (…) Siendo estudiante la vida es más simple. Tus gastos no son tan graves, todo se te hace muy fácil, pero cuando creces y cambias de un entorno a otro el tema se complica bastante”, compartió.

Al ser contratado por una empresa y contar con mayores ingresos económicos, logró irse a vivir solo, una meta que tenía pendiente. Luego vino lo inesperado. Confesó que ahora una de las problemáticas a las que se enfrenta es la soledad, porque estaba acostumbrado a compartir espacio con otras personas.

Los cuatro entrevistados coincidieron en que, además del tema económico, la compañía y la convivencia suelen ser la parte agradable de vivir con un roomie, mientras que las peleas y los desacuerdos (que los hay) forman la parte más complicada.

Rentas de hasta 20 mil pesos

La ciudad de Puebla y el resto de los municipios no cuentan con una ley para regular los costos de las rentas, así que los precios son determinados por las empresas inmobiliarias y las personas que alquilan los espacios. La famosa ley de la oferta y la demanda.

De acuerdo con una revisión hecha por El Sol de Puebla a través de ofertas en redes sociales, anuncios colocados en las casas y los testigos utilizados para la elaboración de este texto periodístico, se detectó que los precios van desde los dos mil pesos hasta los 20 mil pesos.

Las zonas más caras para rentar son las cercanas a la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), San Andrés Cholula, Angelópolis, el Tecnológico de Monterrey, La Paz y el Centro Histórico porque oscilan entre los ocho mil y hasta los 20 mil pesos.

Las zonas más accesibles para rentar son en los alrededores de la CAPU, San Sebastián de Aparicio y Bosques de San Sebastián, por mencionar algunos. Lo anterior porque de acuerdo con los propios ofertantes, la ubicación es lejana al centro y deben bajar los precios para hacer atractivo el lugar.

En el intermedio de los costos se encuentran Huexotitla y la zona de Ciudad Universitaria, de la Benemérita Universidad Autónoma (BUAP), porque van desde los tres mil pesos hasta los cinco mil pesos, aunque depende de las características del espacio.

Para mayor ejemplo de los altos costos de las rentas pongamos el caso hipotético de que un recién egresado que no tiene trabajo y puede destinar cuatro mil pesos al mes para alquilar un espacio. Si tomamos como base el costo del salario mínimo que actualmente está en 207 pesos con 44 centavos, representa cinco mil 808 pesos al mes.

Lo anterior significa que, del total de ingresos mensuales del joven, destinaría el 68 por ciento de su salario.

Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, indicó que el no preocuparse de cosas tan simples como el pago de los servicios básicos y la reparación de algunos desperfectos los lleva a compartir espacios. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Negocio redituable en Puebla

A nivel empresarial el fenómeno de los compañeros de cuarto es un negocio altamente redituable en el estado porque Puebla es una entidad universitaria, coincidieron Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, y Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de AMPI.

De acuerdo con el Sistema de Información Cultural del gobierno de México, Puebla cuenta con 229 instituciones públicas y privadas, de las cuales, 123 están ubicadas en la capital.

Los expertos en temas inmobiliarios explicaron que el gran albergue de estudiantes en la entidad significa una alta demanda de jóvenes que requieren un espacio temporal para vivir mientras estudian. Lo que se traduce en una necesidad que necesita ser satisfecha.

Hugo Sánchez consideró que además del factor económico, la facilidad que tienen los jóvenes de vivir en un lugar sin preocuparse de cosas tan simples como el pago de los servicios básicos y la reparación de algunos desperfectos es otro de los motivos por los que a las nuevas generaciones les resulta funcional vivir en dicho modelo.

“Ya no te preocupas de que se debe pagar la luz, el gas, el teléfono, se tiene que hacer algún trámite (…) es una situación en donde por la comodidad y por la situación económica se hace más atractivo y accesible este tipo de convivencia”, subrayó.

Expresó que la ganancia para los dueños de los espacios rentados puede llegar al 100 por ciento, aunque depende directamente de los arrendatarios y su capacidad para realizar a cabo negocios.

Puso de ejemplo que una casa sin muebles puede ser rentada en tres mil pesos, pero, al alquilarla con muebles cada habitación puede ser ofrecida en dos mil 500 o tres mil, así que con el tiempo se recupera el gasto hecho para habitarla acondicionarla.

El dueño de la inmobiliaria HS dijo que también existe cierta nobleza en arrendar los espacios porque se cubre la necesidad creada a partir del panorama actual en la entidad. Por su parte, el presidente de AMPI desglosó que existe una serie de aspectos que influyen en el costo de los espacios.

Subrayó que uno de los fundamentales es la seguridad jurídica del espacio a través de la cual se comprobará que la persona del trato es la dueña de la casa y los documentos se encuentran en regla. Después se encuentra la ubicación geográfica, porque los espacios cercanos al centro y de las zonas residenciales forman parte de los más costosos, mientras que, los que están más lejos, suelen ser más accesibles.

Luego se encuentra la disponibilidad de servicios, porque no vale lo mismo una casa con deficiencias en temas de agua, gas, luz e internet que una que funciona de manera óptima. El cuarto punto sería la habitabilidad, que puede ser entendido como la funcionalidad del espacio, que esté bien diseñado.

Ante los ojos de Hugo Sánchez y Alejandro Muñoz la renta de espacios amueblados es un negocio con mucho futuro, sobre todo en la capital, la zona de San Andrés y San Pedro Cholula.

Con el fin de evitar fraudes, los dos hombres involucrados en los temas inmobiliarios recomendaron a quienes buscan rentar no depositar dinero hasta concretar el negocio, en medida de lo posible visitarlo antes para conocerlo y platicar con la persona encargada, así como solicitar un contrato.

Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de AMPI, comentó que la renta de espacios amueblados es un negocio con mucho futuro. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Aspiran a un espacio propio

La mayoría de los hombres y las mujeres entrevistados para este material periodístico coincidieron en que a futuro les gustaría contar con un departamento o casa propia, pero afirmaron que es una situación complicada porque los salarios son bajos, los costos de los espacios inmobiliarios altos y existe poca información con los pasos a seguir a fin de lograr adquirir un inmueble.

Gil Velázquez reconoció que vivir con roomies es una experiencia divertida en la época universitaria porque se comparte el espacio con una o varias personas que atraviesan situaciones parecidas a las tuyas. Pero al salir de estudiar los ritmos de vida cambian, comienza a necesitarse un espacio propio y habitar con roomies llega a ser insostenible.

Con el comentario anterior estuvo de acuerdo Julio, quien es recién egresado y consideró que la situación para las personas que laboran en la informalidad es más negativa porque no cuentan con la posibilidad de acumular puntos (como en el Infonavit) para sacar una casa y sus opciones se ven limitadas.

“Esta modalidad me gusta por ahora. Compartes espacio con tus amigos, en este caso con mi hermano, pero en un futuro me gustaría comprar una casa, aunque me pregunto, cómo voy a comprar una casa, creo que es algo completamente difícil pero no imposible”, expresó Julio.

Ante el panorama complicado que actualmente se vive urgió a las autoridades acerquen a través de diferentes medios la forma en la que se pueda adquirir un hogar propio, para, de manera inicial, pensar en un plan de acción a cinco o 10 años en el futuro.


La falta de recursos para rentar un espacio en la ciudad de Puebla es la razón número uno que orilla a los jóvenes, principalmente aquellos de 18 años de edad en adelante, los recién egresados de la universidad y los estudiantes de otros estados del país, a tener un compañero de cuarto o “roomie”, es decir, un hombre o mujer (a veces más) con quien compartir una casa o departamento, pero con el acuerdo de dividir los gastos del hogar.

La palabra surgió a raíz de abreviar “room”, que en inglés significa habitación y “mate”, término identificado coloquialmente para llamar a un amigo en algunos países de habla inglesa y que es una tendencia a través de la cual se relacionan principalmente las personas de 18 a 30 años.

En el estado de Puebla dicha modalidad de vivienda representa un gran negocio a futuro por la cantidad de jóvenes que vienen a estudiar de otros estados, buscan independizarse de sus papás o simplemente quieren vivir la experiencia de estar solos, coincidieron Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, y Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI).

Roomies pueden ser conocidos, familiares o extraños

Daniel Casas y Sergio Cervantes tienen 28 años, ambos son apasionados de la fotografía y viven juntos desde hace medio año en un departamento de dos cuartos del primer piso de un edificio ubicado en la colonia Humboldt, al nororiente de la ciudad, pero la edad y su profesión no fueron los principales factores por los que decidieron ser compañeros de cuarto. La causa que los unió bajo el mismo techo fue la falta de recursos para rentar un espacio propio.

Los amantes de la foto comparten espacio desde hace meses. Previo a ello, el lugar era habitado únicamente por Daniel, quien vivía solo luego de abandonar la casa de sus papás, pero al poco tiempo se dio cuenta de la gran cantidad de gastos que implicaba y tuvo que empezar a compartir, narró en entrevista con El Sol de Puebla.

“El año pasado intenté rentar solo, pero los gastos eran muchos (porque) no solo son la renta (también) incluye además comidas, transporte, así que en conjunto (los gastos) eran excesivos que no me quedaba casi nada para terminar la quincena”, contó.

Ante dicho panorama, comenzó a publicar en redes sociales y buscar entre sus conocidos, lo que ocasionó que coincidiera con Sergio, a quien conocía por el trabajo debido a que también es fotógrafo, de la Secretaría de Turismo.

En voz del adulto joven de casi 30 años, el principal reto al que se enfrenta al vivir con otra persona es el proceso de adaptación porque cada persona cuenta con costumbres, reglas y ritmos de vida diferentes, así que deben establecerse acuerdos que permitan una convivencia equilibrada, sin cargarse a favor de alguien.

Daniel explicó que el costo de la renta por el espacio con dos recámaras, sala, comedor, cocina y un pequeño patio es de cuatro mil 500 pesos, sin servicios, así que, al sumarle el pago del agua, gas, internet y luz, mensualmente pagan casi seis mil pesos entre los dos.

Julio César de la Luz Hernández tiene 23 años, vive desde hace tres meses con su hermano en un pequeño departamento ubicado en la zona del Parque de Las Ninfas. Recientemente egresó de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación y trabaja como mesero en un restaurante del Centro Histórico de Puebla.

En entrevista con esta casa editorial, relató que durante más de dos décadas vivió con su mamá y su hermana cerca del Paseo Bravo. Ambas decidieron mudarse a otro lado del municipio, situación que lo obligó a buscar alternativas para seguir viviendo cerca de su centro laboral.

Informó que su primera idea fue irse a vivir solo en los alrededores del primer cuadro de la ciudad, pero los costos de las rentas más accesibles superaban los tres mil o cuatro mil pesos, hecho que le impidió concretar su cometido debido a que carecía del dinero suficiente.

Ante dicho panorama, el joven optó por irse a vivir con su hermano, quien desde hace años vivía separado de su mamá y su hermana. Subrayó que, a pesar de ser su familiar, acordaron dividirse los gastos con el fin de disminuir el impacto económico.

El espacio se encuentra ubicado en la calle 21 Poniente 2109, de la capital, tiene un modelo similar al de una vecindad porque está conformado por cuatro mini departamentos y un negocio donde se dedican a la elaboración de llaves.

“Pensaba en irme a vivir solo pero económicamente no podía solventar una renta. Aunque sea un espacio muy pequeño las rentas están algo caras. Yo buscaba algo cerca del trabajo, que no tuviera que tomar muchos camiones porque salgo tarde y no me convendría (…) busqué y pensé en que me convendría irme a vivir con alguien”, relató.

Por el espacio con dos recámaras, una cocina, comedor y sala pagan dos mil 600 pesos mensualmente, además del servicio del agua, gas, internet y luz. El total de la inversión es de tres mil 500 pesos, una cantidad considerada por los hermanos razonable debido a que se encuentran en los alrededores del centro.

Debido a la gran cantidad de universidades que hay en el estado, para los foráneos es muy común vivir con desconocidos. Entre dicho sector está Daniel Gil Velázquez, quien con el objetivo de estudiar Administración de Empresas Turísticas abandonó a los 21 años Izúcar de Matamoros, lugar de donde es originario y comenzó a vivir en la capital en compañía de otro joven, a quien no conocía.

Antes de tomar la decisión de habitar con un desconocido el mismo espacio, intentó viajar diariamente entre Izúcar - Puebla con el fin de ahorrar dinero y porque desconocía la capital. Dicha medida fracasó al mes porque el cansancio del traslado era muy agotador y se presentó la oportunidad de vivir con otro chico en la zona de los Héroes, por el Periférico, al sur de la ciudad.

Detalló que la desconfianza fue uno de los principales temores por parte de su familia toda vez que estaría a una hora de distancia de ella y bajo el mismo techo de otro hombre, a quien nunca en su vida había visto. No obstante, debido a que el costo de la renta era de dos mil pesos sin servicios terminó por acceder.

Recordó que el proceso de adaptación fue rápido porque sabía cocinar, lavar la ropa y hacer otras actividades que le facilitaron la vida sin sus padres, aunque después de un año y medio comenzó a tener una serie de diferencias con el otro habitante del hogar, quien optó por irse a otro sitio.

Posteriormente habitó solo el espacio porque no se rentaba el segundo cuarto de la casa. Pese a ello, a un año de salir de la universidad tuvo un nuevo compañero de casa, aunque, por la falta de conexión entre ambos, el nuevo joven abandonó el hogar.

Semanas después le pidieron la casa y optó por irse a vivir en otra sección del fraccionamiento, bajo el mismo esquema, pero esta vez con tres personas más. Para él, ese fue el momento más complicado porque se trató de dos personas que hacían su servicio, una señora y un profesionista, así que sus ritmos de vida eran completamente diferentes.

“Éramos más, cuatro personas. Ya no éramos estudiantes, uno ya trabajaba, pero no tenía una casa propia, había una señora en la otra habitación, otro chico que igual que yo hacía servicio (…) Siendo estudiante la vida es más simple. Tus gastos no son tan graves, todo se te hace muy fácil, pero cuando creces y cambias de un entorno a otro el tema se complica bastante”, compartió.

Al ser contratado por una empresa y contar con mayores ingresos económicos, logró irse a vivir solo, una meta que tenía pendiente. Luego vino lo inesperado. Confesó que ahora una de las problemáticas a las que se enfrenta es la soledad, porque estaba acostumbrado a compartir espacio con otras personas.

Los cuatro entrevistados coincidieron en que, además del tema económico, la compañía y la convivencia suelen ser la parte agradable de vivir con un roomie, mientras que las peleas y los desacuerdos (que los hay) forman la parte más complicada.

Rentas de hasta 20 mil pesos

La ciudad de Puebla y el resto de los municipios no cuentan con una ley para regular los costos de las rentas, así que los precios son determinados por las empresas inmobiliarias y las personas que alquilan los espacios. La famosa ley de la oferta y la demanda.

De acuerdo con una revisión hecha por El Sol de Puebla a través de ofertas en redes sociales, anuncios colocados en las casas y los testigos utilizados para la elaboración de este texto periodístico, se detectó que los precios van desde los dos mil pesos hasta los 20 mil pesos.

Las zonas más caras para rentar son las cercanas a la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), San Andrés Cholula, Angelópolis, el Tecnológico de Monterrey, La Paz y el Centro Histórico porque oscilan entre los ocho mil y hasta los 20 mil pesos.

Las zonas más accesibles para rentar son en los alrededores de la CAPU, San Sebastián de Aparicio y Bosques de San Sebastián, por mencionar algunos. Lo anterior porque de acuerdo con los propios ofertantes, la ubicación es lejana al centro y deben bajar los precios para hacer atractivo el lugar.

En el intermedio de los costos se encuentran Huexotitla y la zona de Ciudad Universitaria, de la Benemérita Universidad Autónoma (BUAP), porque van desde los tres mil pesos hasta los cinco mil pesos, aunque depende de las características del espacio.

Para mayor ejemplo de los altos costos de las rentas pongamos el caso hipotético de que un recién egresado que no tiene trabajo y puede destinar cuatro mil pesos al mes para alquilar un espacio. Si tomamos como base el costo del salario mínimo que actualmente está en 207 pesos con 44 centavos, representa cinco mil 808 pesos al mes.

Lo anterior significa que, del total de ingresos mensuales del joven, destinaría el 68 por ciento de su salario.

Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, indicó que el no preocuparse de cosas tan simples como el pago de los servicios básicos y la reparación de algunos desperfectos los lleva a compartir espacios. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Negocio redituable en Puebla

A nivel empresarial el fenómeno de los compañeros de cuarto es un negocio altamente redituable en el estado porque Puebla es una entidad universitaria, coincidieron Hugo Sánchez, socio de Bolsa Inmobiliaria de Puebla, y Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de AMPI.

De acuerdo con el Sistema de Información Cultural del gobierno de México, Puebla cuenta con 229 instituciones públicas y privadas, de las cuales, 123 están ubicadas en la capital.

Los expertos en temas inmobiliarios explicaron que el gran albergue de estudiantes en la entidad significa una alta demanda de jóvenes que requieren un espacio temporal para vivir mientras estudian. Lo que se traduce en una necesidad que necesita ser satisfecha.

Hugo Sánchez consideró que además del factor económico, la facilidad que tienen los jóvenes de vivir en un lugar sin preocuparse de cosas tan simples como el pago de los servicios básicos y la reparación de algunos desperfectos es otro de los motivos por los que a las nuevas generaciones les resulta funcional vivir en dicho modelo.

“Ya no te preocupas de que se debe pagar la luz, el gas, el teléfono, se tiene que hacer algún trámite (…) es una situación en donde por la comodidad y por la situación económica se hace más atractivo y accesible este tipo de convivencia”, subrayó.

Expresó que la ganancia para los dueños de los espacios rentados puede llegar al 100 por ciento, aunque depende directamente de los arrendatarios y su capacidad para realizar a cabo negocios.

Puso de ejemplo que una casa sin muebles puede ser rentada en tres mil pesos, pero, al alquilarla con muebles cada habitación puede ser ofrecida en dos mil 500 o tres mil, así que con el tiempo se recupera el gasto hecho para habitarla acondicionarla.

El dueño de la inmobiliaria HS dijo que también existe cierta nobleza en arrendar los espacios porque se cubre la necesidad creada a partir del panorama actual en la entidad. Por su parte, el presidente de AMPI desglosó que existe una serie de aspectos que influyen en el costo de los espacios.

Subrayó que uno de los fundamentales es la seguridad jurídica del espacio a través de la cual se comprobará que la persona del trato es la dueña de la casa y los documentos se encuentran en regla. Después se encuentra la ubicación geográfica, porque los espacios cercanos al centro y de las zonas residenciales forman parte de los más costosos, mientras que, los que están más lejos, suelen ser más accesibles.

Luego se encuentra la disponibilidad de servicios, porque no vale lo mismo una casa con deficiencias en temas de agua, gas, luz e internet que una que funciona de manera óptima. El cuarto punto sería la habitabilidad, que puede ser entendido como la funcionalidad del espacio, que esté bien diseñado.

Ante los ojos de Hugo Sánchez y Alejandro Muñoz la renta de espacios amueblados es un negocio con mucho futuro, sobre todo en la capital, la zona de San Andrés y San Pedro Cholula.

Con el fin de evitar fraudes, los dos hombres involucrados en los temas inmobiliarios recomendaron a quienes buscan rentar no depositar dinero hasta concretar el negocio, en medida de lo posible visitarlo antes para conocerlo y platicar con la persona encargada, así como solicitar un contrato.

Alejandro Muñoz Muratalla, presidente de AMPI, comentó que la renta de espacios amueblados es un negocio con mucho futuro. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Aspiran a un espacio propio

La mayoría de los hombres y las mujeres entrevistados para este material periodístico coincidieron en que a futuro les gustaría contar con un departamento o casa propia, pero afirmaron que es una situación complicada porque los salarios son bajos, los costos de los espacios inmobiliarios altos y existe poca información con los pasos a seguir a fin de lograr adquirir un inmueble.

Gil Velázquez reconoció que vivir con roomies es una experiencia divertida en la época universitaria porque se comparte el espacio con una o varias personas que atraviesan situaciones parecidas a las tuyas. Pero al salir de estudiar los ritmos de vida cambian, comienza a necesitarse un espacio propio y habitar con roomies llega a ser insostenible.

Con el comentario anterior estuvo de acuerdo Julio, quien es recién egresado y consideró que la situación para las personas que laboran en la informalidad es más negativa porque no cuentan con la posibilidad de acumular puntos (como en el Infonavit) para sacar una casa y sus opciones se ven limitadas.

“Esta modalidad me gusta por ahora. Compartes espacio con tus amigos, en este caso con mi hermano, pero en un futuro me gustaría comprar una casa, aunque me pregunto, cómo voy a comprar una casa, creo que es algo completamente difícil pero no imposible”, expresó Julio.

Ante el panorama complicado que actualmente se vive urgió a las autoridades acerquen a través de diferentes medios la forma en la que se pueda adquirir un hogar propio, para, de manera inicial, pensar en un plan de acción a cinco o 10 años en el futuro.


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