Kema (sí, en español) y amo (no) son tan solo algunas de las palabras en náhuatl o mexicano que Santiago, de dos años, originario de San Miguel Canoa ya está aprendiendo a decir. Su lengua originaria es inculcada por su madre, Norma Flores, quien busca preservar las tradiciones de su familia y con ello sus raíces.
Ellos dos fueron tan solo unos de los participantes en el evento “Lengua materna, reflejo de mi origen” en el Ayuntamiento de Puebla en el marco del Día Internacional de la Lengua Materna, mismo que se conmemoró el pasado 21 de febrero, donde hubo lectura de poesía en lenguas originarias.
En el municipio de Puebla todavía se conservan siete lenguas maternas entre las cuales están además del náhuatl, el totonaco, mixteco, otomí, mazateco, tepehua y popoloca, que está casi en peligro de extinción, explicó Ángeles Ronquillo, presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas del Cabildo.
Mientras Norma contaba que al enseñarle a Santiago y su otro hijo de 11 años de edad la lengua materna buscar cuidar las tradiciones mexicanas, el pequeño de dos años de edad disfrutaba de una paleta que no dudó con compartir con quien se le acercaba.
“Nosotros crecimos con la lengua, nuestros papás nos enseñaron y ahorita queremos hablar así. Él (Santiago) ya dice una que otra palabra, por ejemplo, ya puede decir amo que es no, kema que es sí, son palabras que ya sabe qué significan y tratamos de enseñarle”, expresó con el pequeño en brazos.
Lamentó que son los jóvenes quienes se interesan cada vez menos por aprender náhuatl aunque todavía hay papás que buscan enseñarles; sin embargo, aquellos que rechazan su lengua es porque se avergüenzan de sus raíces.
“Para ellos el ser indígena es como una ofensa, hay gente que piensa eso, pero realmente no es así, es todo lo contrario”, añadió.
Por lo anterior, a su corta edad Santiago será una de las personas en San Miguel Canoa que conservará parte de la identidad de México al aprender a hablar mexicano, pues los padres no quieren que el pequeño rechace sus raíces.
“Nosotros vamos a inculcarse esos valores, porque saber hablar el dialecto es tener una joya”, concluyó Norma.