Un rastro de botellas de plástico, envases de cartón y elotesmordisqueados señalaba en la madrugada de ayer las secuelas decelebrar el Grito de Independencia en pleno Centro Histórico dePuebla. La basura, amontonada improvisadamente a unos pasos de laCatedral, en la calle 16 de Septiembre a la altura de la 3Poniente, era sorteada por los poblanos que atravesaban los arcosde seguridad para abandonar la plancha del Zócalo.
A pesar de haber transcurrido más de una hora de la tradicionalarenga, el olor de las chalupas, las chanclas y los tacos se negabaa rendirse en las calles aledañas. “¿Qué le pongo?”,“¿Qué se va a llevar?”, preguntaban todavía a las 00:15horas los comerciantes
Las decenas de puestos de comida encontraron en los poblanostrasnochadores sus más fieles clientes. Fresas con crema, filetesde pescado, flanes horneados, hot dogs o cemitas ganaban terreno ala música de la Sonora Internacional Maracaibo, que se conformabadesde la plaza de armas con seguir ofreciendo espectáculo a lasterrazas de los restaurantes cercanos.
El cansancio de los policías municipales, reunidos ya a unlateral de los arcos de seguridad o cerca de las vallas querodeaban gran parte del primer cuadro de la ciudad, atestiguaba quepocos minutos antes de las 23:00 horas del 15 de Septiembre milesde personas habían batallado para conseguir el mejor lugar en elZócalo capitalino. “Eran como 5 mil o más, pero sí, menos queel año pasado”, estimó un uniformado ante el asentimiento desus compañeros.
El Zócalo de Puebla no se llenó como otros años pero aun asívolvió a convertirse en un remolino de gritos, risas y empujones.“¡Qué público tan prendido tenemos esta noche!”, felicitóya desde las 21:00 horas el grupo Pesado, que consiguió con sumúsica norteña que locales y turistas tararearan al unísono lasletras de los corridos.
Bigotes, pestañas postizas, pelucas, sombreros y playerastiñeron de verde, blanco y rojo el orgullo patrio de los poblanos.La parafernalia permanecía muchas veces semioculta bajo losimpermeables de aquellos que sí sabían que las sombrillas nopasarían los controles de seguridad. La ausencia de lluvia, unainvitada habitual en años anteriores, fue quizá la mayor sorpresade la noche.
Con el mismo vigor con que acompañaron la canción Te voy aEsperar –“Como quisiera que no te fueras más. Tengo temor ala vida si no estás”, prometía la letra de grupo Pesado-, lospoblanos se quejaron de la multitud –“Sin empujar, hay niñospequeños”, se escuchaba a cada momento-, de la suciedad de losbaños portátiles instalados en las inmediaciones del Zócalo e,incluso, de los fallos de la red celular, que sufría por lasaturación de usuarios.
Fueron las únicas reivindicaciones de una noche que prometíaser política pero se quedó en festiva. Los poblanos permanecieronajenos a las protestas planeadas en redes sociales contra elPresidente Enrique Peña Nieto e incluso a la presencia en elPalacio Municipal del ex edil José Antonio Gali Fayad, al que elgobernador Rafael Moreno Valle cederá el próximo año el honor deencabezar el Grito de Dolores. “¡Vivan los héroes que nosdieron patria y libertad!”, gritó este último en despedida.“¡Viva!”, respondió la multitud un año más.