Después de dos días de labores de limpieza, en los que familias ignoraron la prohibición de refrescarse en sus aguas, este jueves se permitirá nuevamente el ingreso a la playa artificial del Parque Amalucan.
Para don Filemón López fue imposible prohibir a sus nietas, Génesis, Rebeca y Tamara, las dos primeras de 7 y la tercera de 9 años, zambullirse y disfrutar de un día en el nuevo espacio recreativo que, con 324 millones de pesos, construyó el Gobierno del Estado: “sí sabemos que el agua está un poquito mal, pero pues ya vinimos hasta acá y no podemos quitarles ese gusto”, confesó.
Mientras un grupo de trabajadores recolectaba todo material de su interior y preparaba 10 kilos de cloro para purificarlo, decenas de menores continuaron disfrutando de las caídas que simulan cascadas, contiguas al lago de cristal, con la complacencia de sus padres y abuelos y sin importar la advertencia hecha por elementos de la Policía Auxiliar acerca de que el agua estaba en proceso de “purificación”.