En las cárceles de Puebla persistió la sobrepoblación, hacinamiento, autogobierno, así como falta de higiene en espacios como cocina e instalaciones para alojar a las personas privadas de la libertad, además de deficiencia en la atención de grupos vulnerables.
Por ello, a través del Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2021 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la entidad poblana reprobó con una calificación de 5.2 puntos donde 10 es el máximo.
Los centros penitenciarios evaluados fueron el Centro de Reinserción de Puebla, Tehuacán y Ciudad Serdán, así como el Regional de San Pedro Cholula, Huauchinango, el Distrital de Tecamachalco, Chignahuapan, Libres, Huejotzingo, Tepeaca, Xicotepec, Tecali, Tlatlauquitepec, Teziutlán y Zacatlán.
El documento destaca que el Centro de Reinserción de Puebla fue el único que tuvo una calificación aprobatoria de 6.4, no obstante, presentó deficiencias que vulneran los derechos humanos de las y los reclusos.
Hay que recordar que a inicios de 2022, esta cárcel acaparó la atención nacional tras el hallazgo del cuerpo del bebé Tadeo, robado de un panteón en Ciudad de México, en uno de los basureros al interior del penal.
OTRAS DEFICIENCIAS EN CÁRCELES DE PUEBLA
Además de las deficiencias previamente mencionadas, estos centros penitenciarios coincidieron en insuficiencia de personal de seguridad y custodia, insuficiente separación entre procesados y sentenciados, así como falta de vías para la remisión de quejas de probables violaciones a los derechos humanos.
En el Cereso de Tehuacán no atendieron a los adultos mayores, mujeres y menores que viven con ellas, tampoco hubo condiciones para la atención de personas con discapacidad, ni personas indígenas, mientras que en San Pedro Cholula las deficiencias fueron con las personas de la diversidad sexual.
Las personas privadas de su libertad en el Regional de Huauchinango se enfrentaron a la inadecuada vinculación con la sociedad, tampoco contaron con actividades deportivas y educativas, además de que las personas que viven con VIH o SIDA no son atendidas adecuadamente y no tienen programas para la prevención de adicciones y desintoxicación voluntaria.
En Acatlán de Osorio, Chignahuapan y Xicotepec existen limitantes en la alimentación y carecen actividades laborales y de capacitación.