Ser mujer conlleva diversas desigualdades en ámbitos laborales, de educación, salud, participación y hasta en el hogar, sin embargo, ser mujer rural puede ser incluso más difícil de lo que se es en un área urbana.
Por ello, y con el objetivo de reconocer “las funciones y contribuciones decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), a partir del 15 de octubre de 2008 estableció conmemorar cada año el Día Mundial de las Mujeres Rurales.
En este se insta a los Estados Miembros, entre ellos México, a implementar medidas para mejorar la vida de las mujeres rurales, indígenas y con discapacidad, atendiendo sus necesidades, abonando en su empoderamiento político y socioeconómico, y apoyando su participación en la toma de decisiones.
En lo laboral
De acuerdo a datos del Programa Especial de Igualdad Sustantiva del estado de Puebla publicados en 2019, las mujeres rurales constituyen más de un tercio de la población mundial y son el 43 por ciento de la mano de obra en el campo.
En nuestro país este sector está conformado por 778 mil mujeres rurales, de las cuales 137 mil 429 de las féminas son poblanas, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), realizada durante el cuarto trimestre de ese mismo año.
Pese a esto la ENOE también develó que de estas sólo 43 mil 428 mujeres, es decir el 31.6 por ciento, percibían remuneraciones por su trabajo en el campo, mientras que las otras 65 mil 689 (47.8 por ciento), carecían de recursos y practicaban la agricultura para subsistir.
Otra de las cuestiones que juegan en contra de la obtención de recursos para el vivir de las mujeres rurales del estado de Puebla es el tema de la posesión y tenencia de la tierra que trabajan, pues sólo los dueños de tierras pueden acceder a los apoyos de programas de equipamiento e infraestructura que otorgan las instancias al campo.
Durante 2018 el Registro Agrario Nacional (RAN), estimó que los núcleos agrarios certificados en calidad de ejidatarios pertenecían sólo al 28.7 por ciento de las mujeres, mientras que el 71.2 por ciento pertenecía a los hombres.
En cuanto a las tierras comunales RAN expuso que un 30.7 por ciento de las mujeres tenían ese título, un porcentaje menor en comparación con el 69.2 por ciento que conformaban los hombres comuneros, sin embargo, en lo que respecta a la posesión de las tierras el 68.1 por ciento de los hombres eran dueños de los campos y tan sólo el 31.9 por ciento de las mujeres lo eran tras haber enviudado.
En educación
La falta de educación limita el desarrollo y obtención de empleos mejor remunerados de las mujeres rurales, esto de acuerdo a estadísticas de pobreza por género realizadas en 2012 por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social en México, donde se señalaba que el rezago educativo era del 11.8 por ciento mayor en las mujeres que en los hombres.
En estudios más recientes realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sólo un 8.4 por ciento de las mujeres que se encuentran en el campo poblano contaban con una carrera técnica, profesional o de posgrado, sin embargo, con ese porcentaje ya superaban con dos décimas al sector masculino.
En participación
Pese a que en el entorno urbano se ha estado buscando lograr una paridad de género para que en unión se defina un mejor rumbo para la entidad, en las comunidades pocas veces se integra a las mujeres en sus estructuras y en la participación política debido a la prevalencia del machismo.
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En 2019 el RAN reveló que sólo había una representación femenina del 22.7 por ciento en órganos de gobierno de núcleos agrarios, ya sea en Comisariados ejidales o Comisariados de Bienes Comunales, contra un 77.3 por ciento que conformaba la participación masculina.
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