Dulce, de 7 años de edad, es una escéptica de que el mar existe. Su madre, Verónica Aguilar, prometió llevarla a ver los amaneceres en la playa en cuanto le removieran a la pequeña un riñón que no le era funcional, pero la situación económica no se lo ha permitido.
Madre e hija son un equipo que canta en el Mercado de El Carmen y en diversos restaurantes para alimentarse a diario y para pagar los gastos generados por la hipertrofia renal compensadora de Dulce, quien por causas congénitas tuvo una extirpación del riñón derecho.
Hace nueve meses que Verónica carece de un empleo formal. Ella ha laborado en negocios como empleada de mostrador o haciendo antojitos, pero desde que se detectó la enfermedad de su hija le es imposible hallar un trabajo en el que le permitan estar al lado de la niña, quien tiene horarios estrictos para sus necesidades fisiológicas y para comer.
Verónica debe estar junto a su hija para atenderla si es que le ocurre un sangrado de nariz, que es uno de los efectos de su padecimiento. Antes de la operación, la menor tenía convulsiones.
La madre ha intentado hacer labores del hogar o despachar en algún comercio, pero es rechazada porque lleva a todos lados a Dulce.
Su familia siempre ha tenido el gusto por el canto y en uno de los días de desesperación por no encontrar un trabajo, decidió subir a los autobuses del servicio público para interpretar canciones, pues allí sí podía estar al cuidado de su hija. Desde hace tres trimestres, su forma de vida es cantar mientras la gente come. Ella y Dulce sobreviven por la música.
Antes de cantar el “Noa Noa” de Juan Gabriel, para quienes degustaban una cemita en el mercado El Carmen, la ciudadana relata que el 4 de abril de este año operaron a su hija, con la prestación médica del Seguro Popular, que le permitió pagar solo el 50 por ciento de los gastos relacionados; ello con el apoyo de familiares y amigos.
PIDE RIDE PARA LLEVAR A SU HIJA A LA PLAYA
Verónica, que lleva en la espalda una mochila confeccionada por ella para poder cargar una bocina y su micrófono, debe dar a su hija exceso de verduras y frutas pero por las alzas de precios, solo gana dinero suficiente para los alimentos y para los medicamentos que todavía debe ingerir Dulce.
Su mamá, de 37 años, pide “ride” para llevar a Dulce al mar. “Si hay alguna familia que vaya a la playa, a lo más cerca que es Veracruz, ojalá que nos diera un aventón. Ocupamos poco espacio y nosotros vemos cómo nos regresamos y qué comemos por allá. Llevo mi bocina para cantar y no faltará quien nos dé de comer”.
Dulce imagina que la playa solo es una maqueta a la que le toman fotos, por lo que su madre quiere cumplirle un deseo de palparlo y verlo, enseñándole que las metas se cumplen, siempre que se actué para ellas.
Para cualquier apoyo se puede contactar con este medio al 2225057380, que a su vez, canalizará al voluntario (a) con la señora Verónica.