Tania Victoria nació como Víctor, desde muy joven supo que no era su verdadera identidad, sin embargo, hablar de su género, así como sexualidad nunca fue fácil, primero porque ella es originaria de una comunidad muy reservada del estado de Puebla y la segunda porque tiene una discapacidad.
Fue hasta hace un año que decidió “salir del clóset” y se auto identificó como una mujer transgénero, una mujer que ahora lucha por los derechos de la comunidad LGBT+, principalmente para que no exista discriminación y para que se visibilice la diversidad sexual en la discapacidad.
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“Nací como chico, como Víctor Manuel, pero me considero una chica trans: Tania Victoria Ávila. Nací en San Lucas Ahuatempan en el municipio de Huatlatlauca un 29 de marzo de 1991. A los 11 años migré de mi pueblo a la ciudad de Puebla y aquí empecé a estudiar la primaria, logré entrar a la Benemérita Universidad Autónoma del estado de Puebla (BUAP), y hoy soy abogada titulada con cédula profesional y estoy ejerciendo la profesión”, comentó.
La abogada independiente compartió que siempre supo que era una mujer y por su cabeza pasó constantemente el “soy una chica”, pero abordar este tema con su familia, amigos y conocidos no fue nada fácil. Si de por sí para alguien que no tiene una discapacidad es complicado, para Tania fue el doble, pues al tener parálisis cerebral en un grado menor, su familia llegó a pensar que nunca tendría intereses sexuales, incluso la “infantilizó”.
Su discapacidad motriz afecta sus movimientos, es decir, que Tania no habla perfectamente y registra limitaciones a la hora de caminar. Esta condición la tiene desde niña y las causas fueron porque en el parto no le llegó suficiente oxígeno a su cerebro.
“Nunca lo quise externar por miedo a la sociedad y también porque mi familia es tradicionalista católica. De hecho, les molesta que me vista de chica, es muy difícil para ellos, yo creo que les sigue dando pena y yo creo que por eso en mi infancia y en mi adolescencia me creó incertidumbre y miedo”, agregó.
Hace un año fue cuando decidió ser Tania por completo, principalmente porque su discapacidad la ha hecho reflexionar de que “la vida es muy corta”, y no quería morir sin antes ser lo que su corazón le dictaba. Comenzó a investigar de las mujeres trans, primero se unió a la Asociación para la Protección y Pluralidad Sexual-Derechos Humanos (APPS) y luego al Grupo Transgénero en Puebla, en ambos ha recibido apoyo y orientación.
“Soy lo que soy, ya no me voy a estar escondiendo. Soy ella. Cuando salgo a la calle me siguen mirando, antes me daba pena, pero ya no me importa, entro a comer a restaurantes como mujer, voy a los juzgados como mujer, y cuando me hablan como hombre les pido que me identifiquen como ella”, indicó.
Su transición tampoco ha sido fácil, pues al tener una discapacidad motriz, no ha encontrado una hormona que “haga match” con su cuerpo, ya que la mayoría que existen en el mercado descalifican los huesos y eso pondría en riesgo su vida, pero no pierde la fe para que pronto encuentre un tratamiento.
Pese a que ahora ya tiene una comunidad que la respalda, la realidad es que la discriminación es su gran reto, pues cuando va a los juzgados y a pesar de que va vestida como mujer, las personas encargadas y los policías se siguen refiriendo a ella como él.
Por lo que considera que, en los servicios públicos, deberían de capacitar a los trabajadores y darles un protocolo de perspectiva de género para que no violenten las identidades de la comunidad trans.
“Ya hay leyes, ya hay protocolos para juzgar con perspectiva de orientación sexual, identidad y expresión de género, y características sexuales que lanzó la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Comisión de Derechos Humanos, pero hace falta que se aprendan y luego se ejecuten, que no sólo se queden en el papel”, indicó.
En suma, otro de su gran reto es visibilizar la discapacidad y la sexualidad en Puebla, pues en muchas ocasiones, la sociedad suele creer que las personas con alguna discapacidad no tienen sexualidad, cuando esto está muy alejado de la realidad. Inclusive, cree que les niegan información acerca de sus derechos sexuales, así como reproductivos.
“No se ha visibilizado porque muchos piensan que las personas con discapacidad no tienen sexualidad, no sienten placer, no sienten atracción ni nada, nos ven para siempre como angelitos, pero sí sentimos, sólo estamos reprimidos y muchas veces esa represión se da principalmente por la familia. Hacen falta más políticas públicas y campañas para que esta situación cambie”, concluyó.