Con 16 años de edad, huérfana y con las ganas de ser arquitecta es como Rubí llegó a Puebla en busca de una vida mejor, sin embargo, ante la necesidad se dedicó al sexoservicio. Aunque en un principio continuó con sus estudios, la situación se desvió y dejó de lado los sueños que en su momento esperó cumplir.
Tras 19 años de trabajar en el ámbito sexual, hoy ha emprendido un negocio de estilismo y ha dejado de lado su antiguo trabajo, pues busca tener una segunda oportunidad y darle una vida diferente a su hijo de 10 años, quien no sabe del tema.
“Mi hijo quiere ser doctor, le voy a buscar una escuela, es un buen niño, pienso darle lo mejor… lo que él decida, pero el chiste es apoyarlo”.
Nada fue fácil, pues si bien a ella siempre le gustó llamar la atención de los hombres a través de escotes y faldas cortas, no todo fue color de rosa, ya que al adentrarse a ese mundo hubo maltratos psicológicos y físicos, además de discriminación.
Pese a ello, el dinero era lo más fuerte, pues de empezar ganando 500 pesos diarios, llegó a juntar 2 mil pesos al día, lo cual fue su principal motor para poder seguir ayudando a su familia.
Aunque en un momento pasó por su cabeza dejar de ser sexoservidora debido a que se casó, no lo logró, se acostumbró al dinero fácil, a ayudar a su familia y a comprarse lujos, por lo que por mucho tiempo llevó dos vidas, una de servicios pagados, mientras que en otra eran golpes y malos tratos por parte de su esposo.
Con los sueños quebrantados, pero con las ganas de seguir, es como Rubí inició un camino en busca de aprender un oficio para dejar de vender su cuerpo por unas horas, por lo que encontró cursos de estilismo y manicura, meses más tarde en la Unificación de Sexoservidoras se le dio el último empujón, con voluntad y valentía dejó el sexoservicio.
Hoy es un ejemplo de que querer es poder, pues quienes tienen ganas de salir adelante, lo hacen. Con las ganas al tope y las esperanzas encima iniciará una nueva aventura, una vida diferente siendo estilista en otro estado de la República.
“Tengo los sueños y tengo la fe, las fuerzas y las ganas, porque mientras dios me tenga de pie y con salud pues siento que tengo las ganas y tengo las fuerzas… no le pido a Dios dinero, le pido salud y entendimiento”.
LA NECESIDAD NO PERDONA EDAD
Para doña Beatriz el camino aún sigue, pues con 49 años de edad ella continúa con los talleres que se imparten en la Unificación de Sexoservidoras, ya que en un futuro espera dejar de vender su cuerpo, por lo que ahora se enfoca en aprender lo más que pueda y posterior a ello tener una vida diferente.
Su historia es similar, la necesidad fue el paso que la empujó a adentrarse en el servicio sexual, todo por ayudar a alguien a sacar un préstamo de 40 mil pesos, quien después la estafó y huyó con mercancía que ella vendía, así como con el dinero.
Con lágrimas en los ojos relata que tras pedir apoyo a su familia y que le dieran la espalda ante esta difícil situación decidió suicidarse, sin embargo, en el momento justo, un amigo le llamó, entabló un encuentro con una de sus hijas quien le prestó el dinero, pero con un plazo de tres días.
Luego de buscar alternativas para poder obtener ingresos, no encontró buenos resultados, por lo que, entre consejos, se decidió por pedir a una chica que le enseñara a vender su cuerpo, por tanto, el primer día logró ganar 7 mil pesos, los cuales utilizó para pagar a su hija.
“Teníamos una amiguita que nos compraba mallones, era sexoservidora, un amigo me dijo, dile que te enseñe y así fue”.
Aunque indica que ella era una de las personas que juzgaba y criticaba a las sexoservidoras porque creía que no era decente y que era conformismo, vivió en carne propia la realidad de la situación, pues es justo en los peores momentos cuando muchas de las mujeres se adentran a este mundo.
La necesidad continuó y al ver que era un trabajo, siguió con ello, para poder solventar gastos de la casa, pues “una vez que lo pruebas ya no se le deja”, no obstante, puntualiza que hoy cursa los talleres, puesto que poco a poco está dejando el sexoservicio.
A pesar de que ya tiene clientas que le piden les ponga uñas, asegura que aún va dos días a la semana a las calles del Centro Histórico a buscar un dinero extra, pues los gastos son muchos y el dinero poco.
“Uno viene porque todavía falta dinero en la casa, es lo que uno viene a completar, en mi casa vendo productos de limpieza y ropa, pero aun así lo que me gano en dos días (como sexoservidora) me sirve también”.
CON UNOS CUANTOS PESOS INVIERTEN EN SU FUTURO
Si se contara cada una de las historias de las sexoservidoras, tal vez el panorama y la comprensión se adueñarían de quien las escucha, por ello, Lourdes Hernández Castillo representante legal de la Unificación de Sexoservidoras en Puebla y quien se dedica a lo mismo, ha buscado velar por sus compañeras a quienes les considera parte de su familia.
Desde el 2012 la organización se registró ante notario para poder emprender un mundo diferente, en el que no sean reguladas por padrotes, no paguen derecho de piso y el dinero que ganen sea totalmente suyo.
Pese a que fue privada de su libertad durante dos años debido a que el gobierno del estado, en ese entonces panista consideró a la organización como un grupo de trata de blancas, al salir de la cárcel no perdió la principal meta, ayudar a las sexoservidoras.
Después de ocho años por fin ha puesto una oficina, en la que las 230 chicas agremiadas pueden solicitar asesorías jurídicas, servicios dentales y de enfermería, además de ayuda psicológica, talleres de estilismo, manicura y cocina, todo esto a fin de darles las herramientas necesarias y que con ello puedan tener un oficio que les permita salir del sexoservicio.
Esto no queda solo como una pequeña ayuda, sino más adelante pretenden buscar a alguien que las apoye dando cursos de alfabetización y por qué no que las anime a cursar una licenciatura para que dejen las calles.
“Queremos irnos empoderando, ayudándonos, a estudiar, queremos irnos preparando y tengamos otro tipo de conocimiento, que podamos ejercer una carrera de licenciada, maestra, ingeniera, de otras cosas… a veces las circunstancias cuando estamos jóvenes no se nos dan, pero nunca es tarde para seguir estudiando”.
Aunque la oficina no ha sido inaugurada como tal, Lourdes mejor conocida como Lulú tiene fe de tener éxito en esta etapa, pues al momento solo hay dos casos de éxito en el que las chicas decidieron dejar de vender su cuerpo para poner un negocio, pero espera que en próximos meses cada vez sean más las que se den una segunda oportunidad.