La tercera edad no es signo de depresión o de muerte, sino todo lo contrario se trata de un proceso de la vida en la que aquellos que llegan a los 60 años y más pueden ser libres, despreocuparse y hasta tomar su tiempo para emprender aventuras, así lo asegura Albina, Benigno y Miguel, adultos mayores que presumen se encuentran en su mejor momento.
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Aunque en su juventud tuvieron situaciones difíciles, hoy viven su día a día de la mejor manera, pues se sienten contentos y hasta satisfechos con su pasado, que en algunos casos estuvo lleno de carencias, pero que les forjaron carácter, así como ganas para salir adelante y no dejarse vencer por las adversidades.
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No solo eso, sino que también se han convertido en abuelos, lo que catalogan como una bendición, un regalo que es indescriptible, que se ama y se disfruta.
Para Albina Julieta Guzmán de 75 años de edad, la vida adulta le ha sonreído, ya que desde que era joven y antes de casarse buscaba viajar y conocer muchos lugares, pero vivía en una época en la que sus padres no le permitían hacerlo, sin embargo, actualmente puede salir y disfrutar ahora que como dice ella “todavía ve y siente”.
“Albi” como le dicen sus nietos es originaria de Oaxaca, sin embargo, desde hace más de 30 años ella radica en Puebla, donde asegura ha pasado sus mejores momentos, pues tras casarse a los 18 años, tuvo a cuatro hijas y un hijo, a quienes cuidó hasta que llegaron a la universidad, tras esto decidió comenzar a trabajar.
Laboró por 10 años en una tienda departamental en la que pudo escalar de puesto hasta llegar a ser jefa de piso, pero después de eso tomó la decisión de dejar el empleo y dedicarse a su esposo y a ella misma.
Una vez esto fue cuando empezó a ver la vida de forma diferente, pues si bien ya había cuidado de sus hijas e hijo, también pudo criar a sus nietos, quienes son el “motor” de su andar diario.
En esta época de su vida señala que vive la vida como si fuera el último día, pues aprovecha para salir de viaje, pero también para disfrutar de sus nietos, que cada 15 o 20 días la visitan y que de repente la sorprenden con una fiesta o una pijamada en su propia casa.
Vivo mi día a día bien tranquilo, dejé de trabajar, me dediqué a cuidar a mis nietos, me gusta tejer mucho y no sé bailar, pero sí me gustaría aprender, veo que hay escuelas, lo he pensado expresa.
Ahora que está próxima a convertirse en bisabuela apunta que conocer a su bisnieto es la mejor bendición que puede tener, por lo que espera con ansias su llegada y se siente muy a gusto.
“Soy rica con ellos, me hacen feliz y es muy bonito poder contar con mis hijas y mis nietos (...) los quiero a todos por igual”, subraya.
Ser de la tercera edad me ayudó a poder hacer lo que más me gusta
Para Benigno Díaz Coyac su niñez no fue la mejor etapa, pues tenía carencias, sin embargo, actualmente considera que ha “reivindicado el sendero”, pues vive más tranquilo y ha aprendido desde el braille hasta tocar guitarra para poder cantar en las calles del Centro Histórico de Puebla.
Cuenta que aunque siempre quiso estudiar para ser mecánico, no pudo hacerlo, pues en ese entonces no se ofertaba esa carrera y no le gustaba la escuela, por ello es que terminó de estudiar la primaria hasta después de los 18 años de edad y a los 20 comenzó la secundaria, tras esto cursó el bachiller, pero no logró continuar con la universidad.
Platica que empezó a trabajar en una fábrica donde se hacían las cintas adhesivas y posteriormente se dedicó a ser forjador y a transcribir reportes donde le dieron la posibilidad de continuar con sus estudios.
En donde trabajaba me dieron oportunidad de poder estudiar por las tardes, después el primo de mi exesposa me invitó a trabajar para transcribir, utilizaba una máquina de escribir, ahí me quedé, hice como 13 años indica.
Fue ahí donde no solo vivió una etapa feliz, sino también lo que lo dejaría marcado, se quedó ciego y por más que buscó soluciones, no hubo nada que pudiera ayudarlo. Se deprimió, estaba enojado con la vida y nada parecía que lo alegrara.
Un día uno de sus amigos le cuestionó sobre sus actitudes groseras con los demás debido a que no tenía vista y entendió que es posible poder seguir adelante, viajar y hasta hacer lo que más le apasiona.
Estaba que no me calentaba ni el sol, hasta que un amigo me dijo que si con eso yo iba a poder ver y entendí que no, me explicó que a pesar de no poder ver, sí es posible poder conocer dice.
Por tanto, es que visitó otros estados y después empezó a hacer lo que siempre quiso, tocar la guitarra, poco a poco lo logró y ahora se encuentra en clases para aprender más sobre este instrumento, mientras que a la par canta en las calles del primer cuadro de la ciudad para ganar un dinero extra y sentirse pleno mientras hace lo que le gusta.
También, detalla que es abuelo de una niña, quien lo hace feliz, pues cuando se enteró de la noticia de que una de sus hijas estaba embarazada no podía creerlo, pero al sentir a la bebé pudo conocer el amor hacia un ser humano pequeño que no era su hija, sino su nieta.
Tuvo muchas carencias, pero lo hicieron más fuerte
A Miguel Ángel Lizárraga León de 85 años de edad la vida le puso muchas pruebas, pues su padre falleció cuando él tenía cuatro años de edad y su madre tuvo que hacerse cargo de seis hijos, por lo que vivieron con muchas carencias económicas.
Relata que su primer pantalón largo y ropa interior la usó cuando tenía 13 años de edad, ya que no contaban con recursos económicos y luego de que a su madre le regalaban los pantalones de mezclilla rotos su madre los cortaba y les hacía unas bermudas para poder tener ropa.
Yo empecé a trabajar a los cinco y seis años, quedé huérfano de padre cuando tenía cuatro años y a pesar de todo siento que mi vida me ha fascinado expone.
Si bien su familia era de escasos recursos nunca se quedó con las manos quietas, pues buscó la manera de convertirse en artista, bailarín, proveedor de muebles, ollas y otros artículos.
Fue en la pandemia de Covid-19 cuando pudo inspirarse y escribir tres libros sobre su vida, en los que relata todo lo que vivió y lo que hizo para poder viajar y conocer más de 50 países del mundo.
Tiene seis hijos, 14 nietos y 6 bisnietos, además de que conoció Rusia, Tailandia, Costa Rica, Palestina, Roma y muchos otros lugares, pues precisa que viajar es la mejor inversión que se puede hacer en esta vida.
Ahora asevera que estar en la tercera edad es fascinante, se siente bien emocionalmente, así como físicamente y sin duda, asegura que su juventud y niñez son algo que lo hicieron fuerte para poder lograr ser un hombre educado y con ganas de siempre brillar.
Consejos para llegar a una vejez saludable
Si bien influyen muchos factores para que los adultos mayores puedan sentirse bien en dicha etapa de su vida, es necesario que pongan en práctica ciertos puntos que se reflejan en sus emociones, apunta Renata Sandoval, psicóloga egresada de Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Como un primer consejo indica que es importante que las personas acepten que han envejecido, pero que no significa que no puedan disfrutar de su vida, pues ya que esa edad no es una limitante, sino una oportunidad de cambiar hábitos de vida.
También alimentarse bien es relevante para evitar que existan “achaques” y el cuerpo no se descompense, sino que pueda tener energía para poder hacer sus actividades diarias, esto incluye evitar los azúcares y alcohol en exceso.
A la par, recomienda ir a chequeos constantes con el médico para evitar alguna irregularidad en su salud y sumado a ello realizar actividades que los mantengan activos, que salgan de viaje o que visiten a sus familiares, pero que no se dejen al abandono.
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Finalmente, ella suma a lo anterior que la persona de la tercera edad se relacione con más gente para que no piense que nadie lo entiende, sino más bien que vea que hay más cosas por hacer y que se sientan cómodos al hablar de su edad adulta.