Pablo Juárez Huerta es un hombre de 65 años de edad, que lleva más de 45 boleando zapatos frente al Edificio Carolino (55 desde que se inició en esta actividad), en el centro histórico de la ciudad de Puebla.
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A pesar de la baja demanda del servicio de limpieza y lustrado de zapatos que hay en la actualidad, permanece ocho horas diarias en su sitio de trabajo para ganar dinero con el que apoya a su mamá, pero confiesa, hay días en los que se va en ceros, sin peso en la bolsa.
Don Pablo, que hoy cobra 30 pesos por lustrar un par de zapatos, tiene más de cuatro décadas de experiencia dentro de este oficio.
A la temprana edad de 10 años sus hermanos le enseñaron esta actividad y desde entonces la practicó primero en los alrededores del zócalo, antes de asentarse definitivamente en la zona de la BUAP, para ganarse la vida.
Juárez reside en el Barrio de Santiago con su mamá y su hermana. Todos los días camina durante 15 minutos con sus herramientas hasta el Carolino, a donde llega al medio día y a las 7 de la tarde que termina su jornada laboral regresa caminando a su casa.
Sin embargo, a los 65 años de edad que tiene, su práctica ya no resulta una actividad redituable para él, debido a que con el paso de los años su clientela se reduce cada vez más. Llega a tener días en los que no hay clientes y son raras las ocasiones en las que realiza más de dos servicios.
El bolero resalta que este ha sido el año en el que ha tenido una cantidad más reducida de clientes, aunado a la actual temporada de lluvias que le reduce su horario para laborar. Las ganancias escasean cada vez más para Huerta, el principal problema al que se enfrenta es la falta de nuevos clientes. Aquellos que solicitan sus servicios son los mismos de siempre, quienes ya lo conocen.
Sin embargo, el oficio de don Pablo no siempre fue así, ya que en el pasado llegaba a tener hasta 25 clientes por día, cuando el Carolino era una zona de oficinistas.
Durante estas épocas cobraba entre 20 y 25 pesos por voleada, por lo que ganaba más de 200 pesos, de los cuales la mayor parte se la daba a su mamá para apoyar en la compra de alimentos para la familia, y a veces se permitía quedarse con una fracción de las ganancias, dependiendo de las necesidades que hubiera en su casa.
El uso de tenis y otros problemas
Son distintos los factores que propician ventas reducidas para quienes trabajan como boleros. En el caso específico de Juárez, lo atribuye a la falta de oficinistas en la zona del Carolino y la temporada de lluvias que se ha visto en la ciudad durante las últimas semanas.
Aunado a esto, considera que la causa principal del declive en clientela para quienes operan dentro de esta área laboral es el uso de zapatos tenis, pues de acuerdo con don Pablo, son cada vez menos las personas que usan calzado de piel en su día a día, lo que propicia que los boleros tengan cada vez menos oportunidades de ofrecer su servicio a los transeúntes.
Entre los problemas que tiene que enfrentar, más allá de los reducidos servicios que realiza, se encuentra el ayuntamiento de Puebla. En 2007 Juárez Huerta sacó su permiso de venta, para poder ejercer su profesión de manera legal en las calles, y lo ha renovado de manera constante, para mantenerlo actualizado hasta el día de hoy, no obstante, a pesar de contar con la documentación necesaria ha tenido problemas con las autoridades responsables de la vía pública, que le han reiterado en varias ocasiones que mueva su punto de servicio.
Querían que me quitara, me decían que fuera a renovar mi permiso (a pesar de que estaba en regla), me querían mandar al Paseo Bravo, El Carmen o acá arriba, al Barrio del Alto, y ahí no hay gente. (Eduardo) Rivera (refiriéndose al presidente municipal de Puebla) quería ver el ‘área limpia’ pero de por sí no está limpia, al contrario se quejó de las autoridades.
En los años que Pablo lleva trabajando como bolero no ha transmitido su oficio a nadie más para que lo aprenda. Desde que su hermano se lo enseñó hace más de 50 años, no ha pasado este conocimiento a nadie y ninguno de sus familiares ni amigos ha aprendido la profesión.
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Probablemente esto se deba al declive en clientela que ha sufrido este trabajo en los últimos años y, por lo tanto, su baja rentabilidad.
"De un tiempo para acá yo veo todo igual, no se ve movimiento, todo esto está jodido, no hay nada nada”, finalizó Pablo Juárez al platicar sobre el futuro de la actividad.