Las personas trabajadoras del hogar remuneradas siguen siendo una de las poblaciones más precarizadas en el sector laboral. La invisibilización de la labor y la desinformación sobre sus derechos han impedido que gocen de una vida digna, a pesar de que se han organizado a nivel nacional para que sus derechos humanos sean reconocidos.
Representantes de organizaciones sociales que trabajan a favor de este sector explican que la ideología de que la limpieza no es trabajo, la falta de campañas de promoción y mecanismos de vigilancia de los derechos humanos son algunos factores que provocan que las y los trabajadores carezcan de servicio médico, salario digno, liquidación, entre otros beneficios que les permitan mejorar su calidad de vida.
Coinciden en la necesidad de que las instituciones y la sociedad unan esfuerzos para generar conciencia sobre la importancia del trabajo doméstico y que se implementen acciones para promover, respetar, proteger y garantizar sus derechos humanos.
La realidad de las trabajadoras del hogar
En Puebla, sólo el 13.7 por ciento de las personas que realizan aseo o asistencia en una vivienda a cambio de una remuneración se encontraba registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hasta abril del presente año.
Los datos de la institución indican que 20 mil 696 personas estaban dadas de alta, pero, en la entidad, al primer trimestre de este año y de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), había 150 mil 421 personas laborando en el sector de los hogares.
Además, las mujeres son las que más se dedican a trabajar en el hogar, pues en el periodo de enero a marzo del mismo año, 142 mil 399 estaban registradas por el INEGI, que representaron el 94.6 por ciento; mientras que el 5.3 por ciento restante, equivalente a 8 mil 22, fueron hombres.
Una de las razones que explican esta situación, de acuerdo con Ana Laura Huerta, coordinadora de la causa trabajo del hogar dentro del colectivo Nosotrxs, es que empleadores y empleados desconocen los derechos, así como las obligaciones e instrumentos legales en los que se habla de la protección a las mujeres.
Agrega que la legislación en materia de seguridad social no cuenta con mecanismos de inspección para vigilar que los empleadores cumplan con la afiliación, por lo que su acatamiento termina siendo opcional.
“Falta información y mecanismos de monitoreo que ayuden a supervisar y garantizar que realmente los derechos se están cumpliendo y que no solamente es algo de voluntad, como se ha llevado en los últimos años, porque tristemente se ha dejado al tema de la voluntad y en nombre de la buena voluntad se comenten muchas violaciones y una de estas es a los derechos para las personas trabajadoras del hogar”, apunta.
La activista hace un resumen de los instrumentos legales en los que se habla de la protección a estas personas. El primero es la Ley Federal del Trabajo, pues en 2019 el Congreso incluyó el Capítulo XIII, el cual está dedicado a esa ocupación y en el que se mencionan sus derechos y obligaciones específicas, tanto para empleadas como para las personas empleadoras.
Una de esas obligaciones y derechos es contar con un contrato por escrito en el que se detallen las condiciones generales de trabajo, como el salario, las vacaciones, los días de descanso, entre otras.
La Ley del Seguro Social es otro de los instrumentos que las protege. También tuvo una primera modificación sobre el trabajo del hogar en 2019 y, a finales de 2022, la Cámara de Diputados concluyó la reforma para establecer que la afiliación de esta población es obligatoria.
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El tercer instrumento legal que las protege en México es el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual fue ratificado por México en el mismo año, 2019. El documento obliga a los países que lo adoptan a impulsar reformas y políticas públicas que otorguen condiciones de empleo decentes, a garantizar su libertad sindical y a establecer mecanismos de inspección laboral y acceso a las justicias, entre otros puntos.
La defensora de derechos laborales agrega que aún persiste la informalidad en el trabajo debido a que las contrataciones se realizan cuando una empleadora le comenta a su amiga que requiere de alguien que la ayude en casa, entonces inmediatamente se le recomienda a una trabajadora del hogar y se lleva a cabo una relación laboral sólo con un acuerdo de palabra, pero no es formal porque no existe un contrato, situación que las coloca en desventaja ya que en la mayoría de las ocasiones no hay liquidación ni días de vacaciones.
“No tener un contrato laboral también implica ponerlas en una situación todavía más vulnerable porque es algo que desafortunadamente se acostumbra y se hacen acuerdos de palabra; el hecho de no tener acuerdos por escrito dificulta que estos se respeten durante la relación laboral”, advierte.
Ante este panorama, considera que, a pesar de que se han dado avances importantes, las personas trabajadoras del hogar aún están lejos de alcanzar una vida digna, pues insiste en que son pocas las personas que tienen un trabajo con prestaciones de ley.
Victoria, dos décadas sin seguridad social
Victoria comenzó en el trabajo del hogar remunerado desde hace 20 años. Es originaria del municipio de Acajete, ubicado a 34.5 kilómetros de distancia de la capital poblana. La mujer de 57 años viaja de lunes a viernes aproximadamente dos horas en camión para llegar a los diferentes domicilios en los que labora.
Aunque lleva bastante tiempo desempeñándose como trabajadora del hogar, nunca ha accedido a vacaciones pagadas, tampoco a una liquidación y cuando se enferma recurre a un servicio particular pues no está afiliada al IMSS.
La mujer gana poco más de mil pesos a la semana, cantidad que debe utilizar para atender sus necesidades y las de dos de sus nietos, que están a su cargo. El esquema de entrada por salida, es decir que tiene un horario específico que le permite trabajar en otros espacios, le parece pertinente, ya que así puede estar al pendiente de sus nietos a pesar de que el trayecto de ida y regreso de su pueblo a la capital le cuesta más de 300 pesos semanales.
“Me gustaría mucho descansar, pero si descanso no tengo dinero y tengo a dos nietos que cuido, tengo que darles de comer, llevarlos a la escuela, yo tengo que ver por ellos entonces no puedo dejar de trabajar”, expresa.
Sin acceso a derechos sexuales y y reproductivos
Makieze Medina, coordinadora de género y trabajo en el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, de la capital del país, señala en entrevista para El Sol de Puebla que los derechos del trabajo del hogar en el estado son escasos, sin un reconocimiento real que garantice protección a las trabajadoras que lo realizan.
“Existe un importante reto para este sector de que su trabajo sea valorizado y eso se refleje en cumplirle las garantías y derechos laborales a los que tienen derecho (...) el panorama en Puebla es que tienen una deuda por parte de las personas empleadoras en las garantías de sus derechos laborales”, destaca.
Detalla que la no protección de sus derechos se refleja en la falta de registro de seguridad social, que a su vez le niega el acceso a una licencia de maternidad pagada, días de incapacidad, acceso a estancias infantiles o seguro de retiro. Tampoco reciben su aguinaldo, ni tienen acceso a instituciones de salud pública, ni vacaciones con sueldo pagado.
Enfatiza que las mujeres que se desempeñan dentro de este sector se encuentran en edad reproductiva y el tener seguridad social complica su acceso a cuidados, así como a su salud sexual y reproductiva.
Explica que son pocas las mujeres en estado de gestación que reciben apoyo económico para cubrir los gastos de consultas médicas o parto, tampoco se les otorga una licencia de maternidad pagada, por lo que se ven obligadas a regresar a sus centros de trabajo lo antes posible para seguir recibiendo ingresos.
“Hay cierta actitud empática, pero eso no significa que se esté cumpliendo un derecho de protección a la maternidad. No sólo son derechos laborales, hay otra serie de derechos de los que también se ven afectadas”, aclara.
Makieze Medina añade que también se debe tomar en cuenta a las mujeres que ya tienen hijos, quienes no pueden ser atendidos en guarderías debido a que no cuentan con acceso a seguridad social, por lo que tienen que recurrir a su red de apoyo, integrada por otras mujeres, como madres, hermanas, tías, vecinas o amigas, para que colaboren en el cuidado de los menores.
Sandra, madre soltera sin guardería para su hijo
Sandra comenzó en el trabajo del hogar remunerado hace poco más de una década, es originaria del municipio de Tlaxcalancingo. La mujer de 33 años también es madre soltera de un menor de un año a quien todos los días deja al cuidado de su madre, hermana o tía para poder salir a trabajar.
Aunque tiene diferentes empleadores, ninguno de ellos la ha registrado ante el seguro social, por lo que no contó con una licencia de maternidad pagada, fue atendida en un hospital particular, tuvo que regresar a trabajar casi de inmediato debido a que no recibía ingresos y ahora ve lejano poder ingresar a su único hijo a la guardería.
Sandra no sólo se dedica a la limpieza de casas, también cosecha y vende nopales a una empresa, debido a que el sueldo que obtiene no es suficiente para cubrir sus gastos. Su jornada laboral inicia a las cinco de la mañana cortando nopal por más de dos horas para salir a las ocho en punto y luego llegar al hogar en donde le toque hacer el aseo.
La mujer regresa a casa alrededor de las cinco de la tarde para limpiar y embolsar los nopales que cortó por la mañana para entregarlos a la persona que se los compra. Reconoce que apenas tiene tiempo para alimentarse o pasar tiempo de calidad con su hijo.
Sandra considera que su calidad de vida y la de su hijo podría mejorar significativamente si tuviera sus derechos garantizados, pero también dice que ve imposible que su afiliación al seguro social se materialice.
Dignificar el trabajo doméstico
Las entrevistadas coinciden en que aún hay trabajo pendiente por hacer para que las mujeres trabajadoras gocen plenamente de sus derechos y tengan una vida digna, pero esto no sucederá sin la intervención de autoridades, sociedad en general y empleadores.
Ana Laura considera urgente que se pongan en marcha campañas de difusión sobre la afiliación obligatoria de las personas trabajadoras, pero éstas deben de explicar los beneficios que tienen los patrones al afiliarlas.
“Se debe replantear qué incentivo se puede dar también a la parte empleadora para que se motive a cumplir plenamente con sus obligaciones, por ejemplo, en el tema de la seguridad social nos habla de crear incentivos para empleadores, que puedan recibir algún beneficio al momento de registrar a la trabajadora del hogar”, opina.
Agrega que la ley en la materia debe de tener adecuaciones, toda vez que la incorporación brinda seguridad social sólo los días que se labora, es decir, que si una persona tiene diversos empleadores y uno de ellos la afilia, sus derechos se garantizan únicamente ese día.
Finalmente, expresa que es importante dignificar el trabajo que realizan las personas dentro del hogar, erradicar la ideología de que “es ayuda o un don de las mujeres” y verlo como un trabajo en donde las personas merecen los mismos derechos laborales que quienes trabajan dentro de una oficina o algún centro de trabajo diferente.
Makieze Medina, por su parte, subraya que se deben realizar acciones para avanzar en la garantía de los derechos de las personas trabajadoras del hogar en donde existan incentivos gubernamentales, medidas de acción positivas para fomentar la afiliación a la seguridad social, contratos, prestaciones laborales y demás derechos explícitos en la LFT y que aún no están materializados.
“Hay que hacer este proceso de difusión de información, de concientización sobre este trabajo de equiparar y dignificar el trabajo del hogar remunerado, de ir rompiendo los patrones culturales de desigualdad y de discriminación que existen hacia este sector a través de procesos de concientización”, finaliza.