/ jueves 31 de octubre de 2024

Transporte público ignora a personas con discapacidad y si van es silla de ruedas es "imposible"

La normativa establece que los choferes deben permitir el acceso de sillas de ruedas, ayudas técnicas y perros de asistencia, pero es omisa en especificar el diseño de las unidades

Para Benigno y Felipe, personas con discapacidad, viajar en transporte público es un desafío casi imposible de lograr, pues la falta de precisión en la Ley de Transporte del Estado de Puebla sobre las características que deben cumplir las uni­dades para garantizar el desplazamiento de esta población los restringe del derecho de una movilidad accesible.

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Aunque la normativa establece que los choferes deben permitir el acceso de sillas de ruedas, ayudas técnicas y perros de asistencia, es omisa en especificar el diseño de las unidades, es decir, si deben desplegar una rampa para facilitar el paso de sillas de ruedas o adaptar un sistema de información oral sobre la próxima parada.

De acuerdo con Lizeth Mejorada Barrios, activista en materia de movilidad, es indispensable que el gobierno estatal entrante, liderado por Alejandro Armenta Mier, apueste por ampliar y dignificar el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), ya que su infraestructura es superior a la de combis y camiones.

En Puebla habita un millón 016 mil 831 personas con discapacidad, limitación en la actividad cotidiana o con algún problema mental, que representa el 15.4 por ciento de la población total, de acuerdo con el último censo poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Entre la buena memoria y la voluntad de los choferes

Al norte de la capital, Benigno Díaz, un hombre ciego de 77 años que en la espalda carga una mochila con una guitarra y banco que sobresalen, mientras que en la mano sostiene su bastón, se prepara para salir de su casa y emprender su viaje en transporte público con dirección al Centro Histórico.

Con la otra mano desocupada busca entre su cuello un silbato con el que atrae a alguna persona que esté cerca para que le ayude a identificar su camión, la ruta 27A, y poder emprender su trayecto hacia el primer cuadro de la ciudad en donde labora.

Algunas personas de por acá [su casa] me conocen y me ayudan, pero cuando no hay nadie tengo que esperar a que alguien se acerque y me ayude a identificar y subir al camión narra.

Mientras espera, el hombre platica que se vio obligado a cambiar su rutina para poder viajar cómodo y sin tantas complicaciones, antes esperaba el camión a las 8:00 de la mañana, ahora lo hace a las 9:30 de la mañana. Explica que es más probable que los choferes lo dejen subir cuando el camión va menos saturado, de lo contrario no le hacen la parada.

Si aun así nos cuesta que nos suban, imagínese cuando van llenos los camiones, a veces es mejor esperar, aunque la gente que espera conmigo luego me dice que los camiones no se paran, aunque van vacíos, yo creo que se enojan porque no pagamos pasaje opina.

Tiempo después un camión se detiene y Benigno, con ayuda de una mujer, logra subir a la unidad que va prácticamente vacía. Un joven se levanta de su asiento para dárselo, se trata del primer lugar reservado para personas con discapacidad, adultos mayores y mujeres embarazadas. El hombre logra acomodarse y viaja en silencio, aunque de su boca repentinamente sale un “tres”, “diez” “veinte”. Al preguntarle por qué dice los números, revela que lleva un conteo mental de los topes que hay en el camino para estimar en dónde debe pedir la parada y no depender de la “buena voluntad” del conductor.

Al llegar aproximadamente al tope 30 tengo que ir pidiendo la parada para que me bajen, a veces les comento a los choferes que si me pueden avisar cuando lleguemos a tal calle, pero hay algunos que no avisan. Una vez uno de ellos me hizo dar la vuelta completa, no avisan a pesar de que pedimos ayuda cuenta.

Tras recordarle al conductor la calle en donde va a descender, Benigno se alista y “a tientas” identifica los tubos de la unidad para poder agarrarse, despliega su bastón y comienza a buscar los escalones para bajar. Mientras realiza estos movimientos, el conductor luce apresurado, hasta que logra bajar y el chofer arranca. “Cuando los camiones van llenos todavía hay que lidiar con las personas que no comprenden la situación, no se quieren mover para que nosotros podamos pasar y yo traigo mi mochila, pues más se enojan y son groseras”, comenta.

Benigno Díaz, un hombre ciego de 77 años que en la espalda carga una mochila con una guitarra y banco que sobresalen, tuvo que cambiar varias veces su rutina al no tener acceso fácil al transporte. Foto: Bibiana Diaz / El Sol de Puebla

Transporte no es para personas en silla de ruedas

Desde que Felipe Carpy, activista animalista, perdió la movilidad de sus piernas luego de ser víctima de un violento asalto en 2022, nunca se había subido al transporte público, pues reconoce que las unidades no son accesibles para las personas en silla de ruedas o algún otro tipo de discapacidad.

Inclusive, restringió sus salidas debido a la falta de opciones de desplazamiento seguro y cuando debe salir lo hace mediante un servicio de taxi particular, pues platica que en ocasiones las plataformas digitales como Uber y Didi se niegan a ofrecer el servicio.

No salimos porque no tenemos accesibilidad en el transporte público y es costoso con Uber o algún taxi, además de que muchas veces no quieren dar servicio. Cuando tengo que salir tengo un contacto que me ayuda a hacer los viajes y gasto aproximadamente 120 en un viaje expone.

Después de más de dos años del violento asalto, el joven decide emprender su primer viaje en el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), temeroso asciende por la rampa de la estación de la Línea 3 con ayuda de su hermano que empuja la silla, enseguida un guardia le da acceso gratuito y se aproxima a la zona de ascenso.

El metrobús se aproxima y Felipe se alista para subir, las puertas se abren y comienza a sonar el timbre que indica que el joven tiene alrededor de cinco segundos para ingresar. El tiempo empieza a correr y su hermano es meticuloso con los movimientos de la silla para que las ruedas no se atoren entre el espacio que existe entre la estación y el autobús. Logra ascender.

Felipe se posiciona en el área designada para personas con silla de ruedas, aunque hay un cinturón, se le complica colocárselo pues no es lo suficientemente largo para abrocharlo, un hombre que observa le ayuda a ajustarlo y después de varios minutos lo logran, sin embargo, no lo retiene por completo, pues su silla sigue bailando al ritmo del camión.

Fue un tanto sencillo entrar porque no hay mucha gente, de lo contrario, estoy seguro que no hubiera podido asume.

El Metrobús avanza tres estaciones y es hora de que el joven descienda. La puerta se abre y una vez más el timbre empieza a sonar, esta vez no le dio tiempo y queda en medio de la puerta mientras que la gente grita: ”va a bajar una silla”, casi inmediato el chofer abre la puerta unos minutos más para permitir el descenso.

Asustado, Felipe reconoce que el tiempo de apertura no es suficiente, además de que la separación entre el paradero y el camión es peligrosa ya que las ruedas se pueden atorar.

Las unidades no están adecuadas para nosotros. Si no están al cien para las personas sin discapacidad, imagínate para nosotros, es más problemático ingresar y bajar de la RUTA. Ojalá algún día se cuente con las unidades y la infraestructura adecuada para todos confía.


Felipe ante los nulos intentos de ser atendido por el transporte, prefirió declinar la travesía. Foto: Bibiana Diaz / El Sol de Puebla


Felipe se anima a subirse a un camión de transporte público, aunque reconoce que hay más complicaciones de lo que encontró en el RUTA. “Los camiones tienen escaleras que nos complican subir con facilidad, creo que se tiene que ir acompañado porque ir sólo es imposible subir ¿quién me ayuda con la silla? o ¿cómo le hago?”, cuestiona.

El activista se mantiene en una parada de transporte público en espera de que pase alguna unidad. Transcurren algunos minutos y se aproxima una combi tipo van, rápidamente alza la mano y le hace señas, el chofer se sigue derecho. La escena se repite en más de cuatro ocasiones, algunos conductores se detienen metros antes para subir a otras personas, pero no esperan a Felipe. “Ya sabía que no me iban a levantar”, dice con tono de resignación. Ante una larga espera, decide frenar la experiencia de subir al transporte público.

Normativa del transporte es ambigua

Hasta ahora las adaptaciones al transporte público para que las personas con discapacidad tengan un acceso adecuado dependen de la buena voluntad de los dueños de los camiones, ya que el Reglamento de la Ley de Transporte del Estado de Puebla no especifica el diseño de las unidades para garantizar el desplazamiento de esta población.

La normativa establece que las unidades deben tener un sistema de sujeción para sillas de ruedas, reservar asientos preferentes, además de permitir el acceso de sillas de ruedas, ayudas técnicas y perros de asistencia, dándoles todas las facilidades necesarias. También reunir requisitos de seguridad, funcionalidad y comodidad con el objetivo de garantizar la accesibilidad efectiva a personas de esta población.

No obstante, en las especificaciones técnicas no se puntualizan las acciones, es decir, si deben de desplegar una rampa para facilitar el paso de sillas de ruedas, el tamaño de las puertas o si debe existir un sistema de información oral sobre la próxima parada.

En Puebla habita un millón 016 mil 831 personas con discapacidad, limitación en la actividad cotidiana o con algún problema mental, que representa el 15.4 por ciento de la población total, de acuerdo con el último censo poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de 2020.

De forma detallada, 300 mil 150 personas dijeron tener discapacidad, de los cuales 46.4 por ciento fue motriz, 42.1 por ciento visual y 24.4 por ciento auditiva.

Sugieren ampliar el sistema Ruta

Para Lizeth Mejorada Barrios, activista en materia de movilidad, es indispensable que el gobierno estatal entrante tome cartas en el asunto e implemente un sistema de movilidad eficiente para este sector de la población.

Necesitamos diseñar transporte público para que se puedan mover todas las personas con autonomía; si las personas con discapacidad se pueden mover bien, también los adultos mayores, las mujeres que llevan carriolas y más precisó.

Desde su perspectiva, la acción inmediata es ampliar el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA) ya que, a pesar de tener deficiencias, su infraestructura es superior a la de combis y camiones.

La también integrante del colectivo de movilidad Puebla Activa agregó que en el siguiente proyecto de movilidad se tienen que hacer adecuaciones a las líneas actuales como implantar piso bajo con sistema de inclinación en todas las unidades. Además de paneles de información de la próxima parada y sus conexiones, así como un sistema de voz sobre el trayecto que recorre.

Nos debemos de centrar en la exigencia de Metrobús para Puebla, es importarte hacerlo ahorita porque inicia un nuevo sexenio y no seguir alentando la idea de que transporte para personas con discapacidad que maneja el DIF a ciertas horas significa inclusión porque no es así señaló.

Por su parte, Benigno Díaz consideró indispensable que los choferes sean capacitados con perspectiva de derechos humanos para que no se nieguen a brindar un servicio que debe ser para todos.

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Finalmente, añadió que apostar por un programa de voz que exponga el trayecto que recorre la unidad y las paradas que realiza haría más sencillo el descenso de las personas ciegas.

Para Benigno y Felipe, personas con discapacidad, viajar en transporte público es un desafío casi imposible de lograr, pues la falta de precisión en la Ley de Transporte del Estado de Puebla sobre las características que deben cumplir las uni­dades para garantizar el desplazamiento de esta población los restringe del derecho de una movilidad accesible.

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Aunque la normativa establece que los choferes deben permitir el acceso de sillas de ruedas, ayudas técnicas y perros de asistencia, es omisa en especificar el diseño de las unidades, es decir, si deben desplegar una rampa para facilitar el paso de sillas de ruedas o adaptar un sistema de información oral sobre la próxima parada.

De acuerdo con Lizeth Mejorada Barrios, activista en materia de movilidad, es indispensable que el gobierno estatal entrante, liderado por Alejandro Armenta Mier, apueste por ampliar y dignificar el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), ya que su infraestructura es superior a la de combis y camiones.

En Puebla habita un millón 016 mil 831 personas con discapacidad, limitación en la actividad cotidiana o con algún problema mental, que representa el 15.4 por ciento de la población total, de acuerdo con el último censo poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Entre la buena memoria y la voluntad de los choferes

Al norte de la capital, Benigno Díaz, un hombre ciego de 77 años que en la espalda carga una mochila con una guitarra y banco que sobresalen, mientras que en la mano sostiene su bastón, se prepara para salir de su casa y emprender su viaje en transporte público con dirección al Centro Histórico.

Con la otra mano desocupada busca entre su cuello un silbato con el que atrae a alguna persona que esté cerca para que le ayude a identificar su camión, la ruta 27A, y poder emprender su trayecto hacia el primer cuadro de la ciudad en donde labora.

Algunas personas de por acá [su casa] me conocen y me ayudan, pero cuando no hay nadie tengo que esperar a que alguien se acerque y me ayude a identificar y subir al camión narra.

Mientras espera, el hombre platica que se vio obligado a cambiar su rutina para poder viajar cómodo y sin tantas complicaciones, antes esperaba el camión a las 8:00 de la mañana, ahora lo hace a las 9:30 de la mañana. Explica que es más probable que los choferes lo dejen subir cuando el camión va menos saturado, de lo contrario no le hacen la parada.

Si aun así nos cuesta que nos suban, imagínese cuando van llenos los camiones, a veces es mejor esperar, aunque la gente que espera conmigo luego me dice que los camiones no se paran, aunque van vacíos, yo creo que se enojan porque no pagamos pasaje opina.

Tiempo después un camión se detiene y Benigno, con ayuda de una mujer, logra subir a la unidad que va prácticamente vacía. Un joven se levanta de su asiento para dárselo, se trata del primer lugar reservado para personas con discapacidad, adultos mayores y mujeres embarazadas. El hombre logra acomodarse y viaja en silencio, aunque de su boca repentinamente sale un “tres”, “diez” “veinte”. Al preguntarle por qué dice los números, revela que lleva un conteo mental de los topes que hay en el camino para estimar en dónde debe pedir la parada y no depender de la “buena voluntad” del conductor.

Al llegar aproximadamente al tope 30 tengo que ir pidiendo la parada para que me bajen, a veces les comento a los choferes que si me pueden avisar cuando lleguemos a tal calle, pero hay algunos que no avisan. Una vez uno de ellos me hizo dar la vuelta completa, no avisan a pesar de que pedimos ayuda cuenta.

Tras recordarle al conductor la calle en donde va a descender, Benigno se alista y “a tientas” identifica los tubos de la unidad para poder agarrarse, despliega su bastón y comienza a buscar los escalones para bajar. Mientras realiza estos movimientos, el conductor luce apresurado, hasta que logra bajar y el chofer arranca. “Cuando los camiones van llenos todavía hay que lidiar con las personas que no comprenden la situación, no se quieren mover para que nosotros podamos pasar y yo traigo mi mochila, pues más se enojan y son groseras”, comenta.

Benigno Díaz, un hombre ciego de 77 años que en la espalda carga una mochila con una guitarra y banco que sobresalen, tuvo que cambiar varias veces su rutina al no tener acceso fácil al transporte. Foto: Bibiana Diaz / El Sol de Puebla

Transporte no es para personas en silla de ruedas

Desde que Felipe Carpy, activista animalista, perdió la movilidad de sus piernas luego de ser víctima de un violento asalto en 2022, nunca se había subido al transporte público, pues reconoce que las unidades no son accesibles para las personas en silla de ruedas o algún otro tipo de discapacidad.

Inclusive, restringió sus salidas debido a la falta de opciones de desplazamiento seguro y cuando debe salir lo hace mediante un servicio de taxi particular, pues platica que en ocasiones las plataformas digitales como Uber y Didi se niegan a ofrecer el servicio.

No salimos porque no tenemos accesibilidad en el transporte público y es costoso con Uber o algún taxi, además de que muchas veces no quieren dar servicio. Cuando tengo que salir tengo un contacto que me ayuda a hacer los viajes y gasto aproximadamente 120 en un viaje expone.

Después de más de dos años del violento asalto, el joven decide emprender su primer viaje en el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), temeroso asciende por la rampa de la estación de la Línea 3 con ayuda de su hermano que empuja la silla, enseguida un guardia le da acceso gratuito y se aproxima a la zona de ascenso.

El metrobús se aproxima y Felipe se alista para subir, las puertas se abren y comienza a sonar el timbre que indica que el joven tiene alrededor de cinco segundos para ingresar. El tiempo empieza a correr y su hermano es meticuloso con los movimientos de la silla para que las ruedas no se atoren entre el espacio que existe entre la estación y el autobús. Logra ascender.

Felipe se posiciona en el área designada para personas con silla de ruedas, aunque hay un cinturón, se le complica colocárselo pues no es lo suficientemente largo para abrocharlo, un hombre que observa le ayuda a ajustarlo y después de varios minutos lo logran, sin embargo, no lo retiene por completo, pues su silla sigue bailando al ritmo del camión.

Fue un tanto sencillo entrar porque no hay mucha gente, de lo contrario, estoy seguro que no hubiera podido asume.

El Metrobús avanza tres estaciones y es hora de que el joven descienda. La puerta se abre y una vez más el timbre empieza a sonar, esta vez no le dio tiempo y queda en medio de la puerta mientras que la gente grita: ”va a bajar una silla”, casi inmediato el chofer abre la puerta unos minutos más para permitir el descenso.

Asustado, Felipe reconoce que el tiempo de apertura no es suficiente, además de que la separación entre el paradero y el camión es peligrosa ya que las ruedas se pueden atorar.

Las unidades no están adecuadas para nosotros. Si no están al cien para las personas sin discapacidad, imagínate para nosotros, es más problemático ingresar y bajar de la RUTA. Ojalá algún día se cuente con las unidades y la infraestructura adecuada para todos confía.


Felipe ante los nulos intentos de ser atendido por el transporte, prefirió declinar la travesía. Foto: Bibiana Diaz / El Sol de Puebla


Felipe se anima a subirse a un camión de transporte público, aunque reconoce que hay más complicaciones de lo que encontró en el RUTA. “Los camiones tienen escaleras que nos complican subir con facilidad, creo que se tiene que ir acompañado porque ir sólo es imposible subir ¿quién me ayuda con la silla? o ¿cómo le hago?”, cuestiona.

El activista se mantiene en una parada de transporte público en espera de que pase alguna unidad. Transcurren algunos minutos y se aproxima una combi tipo van, rápidamente alza la mano y le hace señas, el chofer se sigue derecho. La escena se repite en más de cuatro ocasiones, algunos conductores se detienen metros antes para subir a otras personas, pero no esperan a Felipe. “Ya sabía que no me iban a levantar”, dice con tono de resignación. Ante una larga espera, decide frenar la experiencia de subir al transporte público.

Normativa del transporte es ambigua

Hasta ahora las adaptaciones al transporte público para que las personas con discapacidad tengan un acceso adecuado dependen de la buena voluntad de los dueños de los camiones, ya que el Reglamento de la Ley de Transporte del Estado de Puebla no especifica el diseño de las unidades para garantizar el desplazamiento de esta población.

La normativa establece que las unidades deben tener un sistema de sujeción para sillas de ruedas, reservar asientos preferentes, además de permitir el acceso de sillas de ruedas, ayudas técnicas y perros de asistencia, dándoles todas las facilidades necesarias. También reunir requisitos de seguridad, funcionalidad y comodidad con el objetivo de garantizar la accesibilidad efectiva a personas de esta población.

No obstante, en las especificaciones técnicas no se puntualizan las acciones, es decir, si deben de desplegar una rampa para facilitar el paso de sillas de ruedas, el tamaño de las puertas o si debe existir un sistema de información oral sobre la próxima parada.

En Puebla habita un millón 016 mil 831 personas con discapacidad, limitación en la actividad cotidiana o con algún problema mental, que representa el 15.4 por ciento de la población total, de acuerdo con el último censo poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de 2020.

De forma detallada, 300 mil 150 personas dijeron tener discapacidad, de los cuales 46.4 por ciento fue motriz, 42.1 por ciento visual y 24.4 por ciento auditiva.

Sugieren ampliar el sistema Ruta

Para Lizeth Mejorada Barrios, activista en materia de movilidad, es indispensable que el gobierno estatal entrante tome cartas en el asunto e implemente un sistema de movilidad eficiente para este sector de la población.

Necesitamos diseñar transporte público para que se puedan mover todas las personas con autonomía; si las personas con discapacidad se pueden mover bien, también los adultos mayores, las mujeres que llevan carriolas y más precisó.

Desde su perspectiva, la acción inmediata es ampliar el sistema de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA) ya que, a pesar de tener deficiencias, su infraestructura es superior a la de combis y camiones.

La también integrante del colectivo de movilidad Puebla Activa agregó que en el siguiente proyecto de movilidad se tienen que hacer adecuaciones a las líneas actuales como implantar piso bajo con sistema de inclinación en todas las unidades. Además de paneles de información de la próxima parada y sus conexiones, así como un sistema de voz sobre el trayecto que recorre.

Nos debemos de centrar en la exigencia de Metrobús para Puebla, es importarte hacerlo ahorita porque inicia un nuevo sexenio y no seguir alentando la idea de que transporte para personas con discapacidad que maneja el DIF a ciertas horas significa inclusión porque no es así señaló.

Por su parte, Benigno Díaz consideró indispensable que los choferes sean capacitados con perspectiva de derechos humanos para que no se nieguen a brindar un servicio que debe ser para todos.

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Finalmente, añadió que apostar por un programa de voz que exponga el trayecto que recorre la unidad y las paradas que realiza haría más sencillo el descenso de las personas ciegas.

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