En Puebla ya suman tres casos de feminicidio infantil en lo que va del año, es decir, una muerte violenta por razón de genero en menores de 18 años, esta situación de acuerdo con especialistas de género, dejan entre ver que la niñez está en riesgo y que las autoridades no están trabajando para prevenir todas las formas de violencia contra las niñas. Los feminicidios se han dado en comunidades indígenas y en municipios catalogados como pobres.
Fue a inicios de enero cuando María Isabel, una niña de 10 años fue hallada muerta con huellas de violencia en el barrio de Coyotzonga, perteneciente al municipio de Zoquitlán. La niña fue a la casa de una de sus vecinas, la cual vivía sola y en ocasiones la menor le hacía compañía. Por este hecho, la familia, la población y las colectivas salieron a marchar para exigir justicia.
Para marzo Rosa María, fue encontrada sin vida en Cuetzalan, tenía sólo 15 años y salió de su casa para dirigirse a su trabajo, pero nunca regresó. Sus familiares pidieron apoyo de las autoridades, pero les dijeron que tenían que esperar a que “se le pasara el berrinche”. De acuerdo con medios locales, sufría presunta violencia familiar, hecho que la obligó a trabajar desde pequeña.
El último caso se registró el 29 de junio. Brenda, era una niña de sólo 4 años que fue abusada sexualmente y asesinada a manos de tres sujetos en la comunidad de Ocotlitlán, en el municipio de Chichiquila. Dos de estos hombres ya fueron vinculados a proceso como presuntos responsables del ataque sexual y el asesinato.
Autoridades no están trabajando para disminuir la violencia
Para Vanessa Pizano, activista que busca fomentar el feminismo en las niñas y una de las representantes del Festival Feminista para Niñas, el feminicidio infantil debe de nombrase, ya que la violencia en todos sus tipos va en aumento hacia las menores.
En su opinión, las autoridades no están trabajando para disminuir la violencia, así como para prevenirla, esto se puede ver en los roles de género que siguen fomentando en las escuelas y en sus políticas públicas.
En las escuelas se puede ver en el uniforme, pues a las niñas aún las siguen obligando a usar falda y les prohíben usar pantalón, aunque esto las limita en actividades físicas. En el caso de los talleres que se imparten a las mujeres -en la mayoría de los casos- las obligan a inscribirse a cocina, mientras que a los hombres herrería.
“Las niñas siempre han estado en riesgo y es por la concepción como sociedad que tenemos de ellas, es decir, el sistema de creencias en donde las niñas y a las adolescentes no les hemos respetado y reconocido sus derechos humanos. También en pandemia la violencia se agudizó”, comentó.
La feminista destacó que, en los tres feminicidios antes mencionados, el asesinato se dio en un círculo social próximo a la menor, es decir, en su comunidad y en el último caso de Brenda, fueron sus vecinos los atacantes. Esto quiere decir que están expuestas a peligro y son más vulnerables.
También hay que tomar en cuenta que los tres municipios, Zoquitlán, Cuetzalan y Chichiquila, están considerados como demarcaciones pobres de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y en un gran porcentaje siguen siendo población indígena.
En Chichiquila el 34.86 por ciento de la población es indígena, en Cuetzalan es el 66.8 por ciento y en Zoquitlán el reporte del INEGI señala que 87.3 por ciento del total de la población habla algún tipo de lengua indígena. Lo que refleja que las autoridades han olvidado darles cierta importancia a estas comunidades en cuanto a la violencia infantil.
Vanessa sugiere crear políticas públicas enfocadas en la prevención de la violencia sexual en la niñez, pero también hacer jornadas para visibilizar a la niñez y dejar en claro que están en una situación de vulnerabilidad mayo a la de los adultos. Esto se debe de hacer en todos los municipios, pero sin olvidar a los más pobres y alejados.