Un ángel custodio del patrimonio histórico de Puebla

Filiberto Cardiel Morales tiene cuarenta años de trayectoria dando mantenimiento a piezas de museos

Bibiana Díaz / El Sol de Puebla

  · domingo 14 de julio de 2024

Un ángel custodio del patrimonio histórico de Puebla. Foto: Bibiana Diaz / El Sol de Puebla

Puebla es un museo. Su centro histórico y municipios guardan incontables obras de arte, muchas de ellas resguardadas en los recintos de la capital poblana, sitios que visitó El Sol de Puebla para conocer la historia a través de los objetos de los que pocas veces nos preguntamos cómo es que se mantienen en buen estado.

Durante la década de 1980 y 1990, bajo la dirección de Pedro Ángel Palou Pérez y posteriormente Héctor Azar Barbar, quienes dirigieron la Secretaría de Cultura del Estado de Puebla, respectivamente, se dio un impulso a la restauración con la creación de cursos para formar profesionales que pudieran dar mantenimiento a las piezas de museos como de iglesias.

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Un joven estudiante de medicina llamado Filiberto Cardiel Morales que había participado en los trabajos para la creación del Museo de Historia Natural y que colaboró en la elaboración de dioramas, pterodáctilos, tiranosaurios, observó el manejo de la colección de objetos de diferentes regiones del mundo que había sido propiedad de Juan Nautle y que pasarían a formar parte del primer museo moderno en Puebla.

Este hecho no sólo fue relevante para el estado sino para la vida del Filiberto pues decidió continuar por el camino de la restauración de piezas de museo y dejar atrás su carrera médica.

“Fue increíble, era hermoso, me apasionó tanto que decidí continuar en la línea de los museos”, comenta entusiasmado el hombre.

Lograr cuarenta años de trayectoria que actualmente tiene dando mantenimiento a piezas de museo, requirió una labor ardua para poder convencer a su entonces jefe Pedro Ángel Palou de que pudiera tomar los cursos para formar restauradores, fue un grupo de 20 personas y una de esas personas fue él, que además pudo obtener una beca.

Durante cuatro años aprendió sobre los materiales de las obras, cómo se conforman y cómo se tratan para poder recuperarlas para que finalmente continúen exhibidas.

Filiberto aclara que él es un técnico en restauración y su labor consiste en dar mantenimiento museográfico a las piezas, comparte que tiempo atrás la formación se obtenía con la práctica, y que así se hicieron él y sus compañeros; resalta que a un restaurador no le puede faltar nobleza y sensibilidad pues tratar las piezas requiere de un cuidado especial, “yo le pido permiso a la obra para intervenir”, comenta.

Aunque por sus manos han pasado miles de piezas todas muy especiales para Filiberto, y nos muestra un despabilador, un objeto parecido a unas tijeras, delicadamente ornamentado y con un espacio especial para que al cortar el pabilo de las velas caigan a ese compartimento, es una maravilla, dice.

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