/ lunes 29 de agosto de 2016

Una casa de interés social apenas mide 40 metros cuadrados

En más de 400 mil pesos, escasos 40 metros cuadrados,equivalentes a una cuarta parte de las viviendas de hace cuatrodécadas, es el reducido espacio ofertado como vivienda de interéssocial hoy en día.

Actualmente la demanda de vivienda y los procesos constructivoshan prácticamente anulado la comodidad, la privacidad y el gustopersonal de quien elige alguna casa de los fraccionamientoshabitacionales desarrollados en la actualidad, señalaron elpresidente del Colegio de Arquitectos, Luis González Arenal, yOctavio Flores Hidalgo, arquitecto, urbanista y catedrático de laUniversidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Llevados por la tendencia de la reducción de las familias amedida que avanzaba la segunda mitad del siglo pasado, las casaspopulares fueron también disminuyendo de dimensiones, de los hasta140 metros cuadrados en dos niveles y en predios de cerca de 160metros cuadrados en la década de los 80, a los 40 metros cuadradosde un diminuto inmueble, en un terreno de 60 metros cuadrados.

Así, las viviendas de interés social como las delfraccionamiento Amalucan que incluían tres o hasta cuatrorecámaras, dos baños, sala, comedor, cocina, cochera y patio deservicio, en predios de aproximadamente 8 metros de frente y cercade 20 de profundidad, y que son ampliadas y decoradas a gusto decada habitante, han pasado a la historia.

Hoy en día una casa semejante, pero menor, de 101 metroscuadrados está a la venta por más de un millón de pesos,mientras que las más económicas, denominadas como “pie decasa”, de apenas 40 metros cuadrados, con una sola habitación yreducidos espacios interiores para sala, comedor, cocina, un bañoy espacio prácticamente justo para un auto, es cotizada en pocomás de 200 mil pesos, un precio que se duplica mediante pago acrédito.

“ES INCÓMODO VIVIRAQUÍ”

Rosalía Coba Juárez, vive en un “pie de casa” en elfraccionamiento Hacienda de Santa Clara, al sur de la ciudad dePuebla y confirmó la incomodidad y falta de privacidad de lapropiedad.

Su propiedad está lejos de lo que las recomendacionesinternacionales y las leyes indican como vivienda digna y adecuada,que le asegure comodidad y bienestar a las familias, según laDeclaración Universal de los Derechos Humanos y espacioshabitables y auxiliares para el desarrollo de actividades dereunión o descanso, con dimensiones mínimas de superficie,altura, ventilación e iluminación natural, según la Ley deVivienda.

La necesidad la llevó hace poco más de seis años, a aceptarla vivienda de 40 metros cuadrados en una de las áreas posterioresdel conjunto habitacional, en donde fue relativamente fáciladaptarse viviendo sola, pero poco tiempo después, al recibir a suhija y a su nieta, la incomodidad se incrementó.

En la única recámara de la vivienda tuvo que acomodar una camamatrimonial, la cuna de la pequeña y en los reducidos espacios quequedaron, además un clóset, un mueble más y una zapatera, queimpiden la apertura total de la puerta y marcan un pasillo en elque apenas puede caminar para ir a la cama y debe girar sobre supropio eje para salir.

[caption id="attachment_421135" align="aligncenter" width="600"]Fotos: Erick Guzmán[/caption]

La cocina es tan reducida que el refrigerador tuvo que colocarloen el área del comedor, y el comedor, que es pequeño, obstruye elpaso de un extremo a otro de la casa si alguien se sienta en él acomer.

La sala es diminuta también, quizá de apenas nueve metroscuadrados de superficie y que, a falta de más espacio, podríaconvertirse próximamente en una improvisada recámara más, porqueestá en espera de que por azares del destino, sus otros dos hijos,vuelvan a vivir con ella.

La casa es tan pequeña que descarta la posibilidad de cualquierreunión social y para jugar con su nieta tiene que repartir losjuguetes entre el suelo y las camas que ha dispuesto en la sala yuna vez además, tuvo que tener la cortesía con su vecina depermitirle ocupar el área de su cochera para que ella recibiera asus familiares.

Pero lo más incómodo de su propiedad es la falta de privacidaden su propia casa, pues los muros son compartidos y tan sencillos,que parece que comparte la casa con sus vecinos.

“Todo se oye, cuando mi vecina cocina me llegan los olores ydel vecino que tenía del otro lado, hasta se oían sus ronquidosen la noche, además, como me han tocado que sean vecinosgolpeadores, escuchaba yo todo lo que le hacía a su esposa. Sí,la verdad es muy incómodo vivir aquí”, remató.

UN FENÓMENO ECONÓMICO YSOCIAL

A decir de especialistas, Luis González Arenal, presidente delColegio de Arquitectos de Puebla, y Octavio Flores Hidalgo,arquitecto, urbanista y catedrático de la Universidad PopularAutónoma del Estado de Puebla (UPAEP), las diminutas viviendas queexisten en la actualidad son producto de la reducción de costos delos desarrolladores inmobiliarios y cambios en la dinámicasocial.

Ambos coincidieron en que las empresas desean ampliar cada vezsus márgenes de ganancia, por lo que han aprovechado los nuevosmateriales y procesos constructivos con este propósito, aunque endetrimento, en la mayoría de los casos, la calidad de la vivienday en consecuencia, la calidad de vida que puede ofrecer a quienesla habitan.

La movilidad y la comodidad a decir de González Arenal, son lasprincipales sacrificadas, porque las viviendas que se hanconstruido en años recientes ya no son céntricas, sino más bienperiféricas, y no siempre cubierta por servicios como comercios,salud, escuelas y transporte público cercano, lo que fuerza a sushabitantes a pasar más tiempo y gastar más en traslados, lo queproduce estrés y segregación social.

Y, a decir del especialista y docente, también a afectar lacomodidad y la privacidad de quienes viven en ellas, pues lacondición de las viviendas no garantiza el aislamiento sano.

Pero además mencionó, el desarrollo de pequeñas viviendas deinterés social obedece también a omisiones de la autoridad y unfenómeno social más, de tipo aspiracional.

Acerca de la función de la autoridad señaló que es atribuiblea ella, toda vez que no cumple con su función de verificar que lasviviendas cubran todas las especificaciones contempladas por lasnormas en la materia para calificarlas como vivienda digna.

Y también explicó, porque en la actualidad, las familias oincluso personas como individuos consideran estas propiedades comobienes productivos, que no habitan pero que hacen rentar, con elpropósito de obtener una ganancia de ella, toda vez que no es unsitio en el que ellos deseen estar, sino que es considerada unamorada temporal, “las tienen para rentarlas y obtener unaganancia de ellas o mientras reúnen el dinero necesario parahacerse de la casa que ellos quieren, a su gusto, en la que síquieren vivir”, finalizó.

En más de 400 mil pesos, escasos 40 metros cuadrados,equivalentes a una cuarta parte de las viviendas de hace cuatrodécadas, es el reducido espacio ofertado como vivienda de interéssocial hoy en día.

Actualmente la demanda de vivienda y los procesos constructivoshan prácticamente anulado la comodidad, la privacidad y el gustopersonal de quien elige alguna casa de los fraccionamientoshabitacionales desarrollados en la actualidad, señalaron elpresidente del Colegio de Arquitectos, Luis González Arenal, yOctavio Flores Hidalgo, arquitecto, urbanista y catedrático de laUniversidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Llevados por la tendencia de la reducción de las familias amedida que avanzaba la segunda mitad del siglo pasado, las casaspopulares fueron también disminuyendo de dimensiones, de los hasta140 metros cuadrados en dos niveles y en predios de cerca de 160metros cuadrados en la década de los 80, a los 40 metros cuadradosde un diminuto inmueble, en un terreno de 60 metros cuadrados.

Así, las viviendas de interés social como las delfraccionamiento Amalucan que incluían tres o hasta cuatrorecámaras, dos baños, sala, comedor, cocina, cochera y patio deservicio, en predios de aproximadamente 8 metros de frente y cercade 20 de profundidad, y que son ampliadas y decoradas a gusto decada habitante, han pasado a la historia.

Hoy en día una casa semejante, pero menor, de 101 metroscuadrados está a la venta por más de un millón de pesos,mientras que las más económicas, denominadas como “pie decasa”, de apenas 40 metros cuadrados, con una sola habitación yreducidos espacios interiores para sala, comedor, cocina, un bañoy espacio prácticamente justo para un auto, es cotizada en pocomás de 200 mil pesos, un precio que se duplica mediante pago acrédito.

“ES INCÓMODO VIVIRAQUÍ”

Rosalía Coba Juárez, vive en un “pie de casa” en elfraccionamiento Hacienda de Santa Clara, al sur de la ciudad dePuebla y confirmó la incomodidad y falta de privacidad de lapropiedad.

Su propiedad está lejos de lo que las recomendacionesinternacionales y las leyes indican como vivienda digna y adecuada,que le asegure comodidad y bienestar a las familias, según laDeclaración Universal de los Derechos Humanos y espacioshabitables y auxiliares para el desarrollo de actividades dereunión o descanso, con dimensiones mínimas de superficie,altura, ventilación e iluminación natural, según la Ley deVivienda.

La necesidad la llevó hace poco más de seis años, a aceptarla vivienda de 40 metros cuadrados en una de las áreas posterioresdel conjunto habitacional, en donde fue relativamente fáciladaptarse viviendo sola, pero poco tiempo después, al recibir a suhija y a su nieta, la incomodidad se incrementó.

En la única recámara de la vivienda tuvo que acomodar una camamatrimonial, la cuna de la pequeña y en los reducidos espacios quequedaron, además un clóset, un mueble más y una zapatera, queimpiden la apertura total de la puerta y marcan un pasillo en elque apenas puede caminar para ir a la cama y debe girar sobre supropio eje para salir.

[caption id="attachment_421135" align="aligncenter" width="600"]Fotos: Erick Guzmán[/caption]

La cocina es tan reducida que el refrigerador tuvo que colocarloen el área del comedor, y el comedor, que es pequeño, obstruye elpaso de un extremo a otro de la casa si alguien se sienta en él acomer.

La sala es diminuta también, quizá de apenas nueve metroscuadrados de superficie y que, a falta de más espacio, podríaconvertirse próximamente en una improvisada recámara más, porqueestá en espera de que por azares del destino, sus otros dos hijos,vuelvan a vivir con ella.

La casa es tan pequeña que descarta la posibilidad de cualquierreunión social y para jugar con su nieta tiene que repartir losjuguetes entre el suelo y las camas que ha dispuesto en la sala yuna vez además, tuvo que tener la cortesía con su vecina depermitirle ocupar el área de su cochera para que ella recibiera asus familiares.

Pero lo más incómodo de su propiedad es la falta de privacidaden su propia casa, pues los muros son compartidos y tan sencillos,que parece que comparte la casa con sus vecinos.

“Todo se oye, cuando mi vecina cocina me llegan los olores ydel vecino que tenía del otro lado, hasta se oían sus ronquidosen la noche, además, como me han tocado que sean vecinosgolpeadores, escuchaba yo todo lo que le hacía a su esposa. Sí,la verdad es muy incómodo vivir aquí”, remató.

UN FENÓMENO ECONÓMICO YSOCIAL

A decir de especialistas, Luis González Arenal, presidente delColegio de Arquitectos de Puebla, y Octavio Flores Hidalgo,arquitecto, urbanista y catedrático de la Universidad PopularAutónoma del Estado de Puebla (UPAEP), las diminutas viviendas queexisten en la actualidad son producto de la reducción de costos delos desarrolladores inmobiliarios y cambios en la dinámicasocial.

Ambos coincidieron en que las empresas desean ampliar cada vezsus márgenes de ganancia, por lo que han aprovechado los nuevosmateriales y procesos constructivos con este propósito, aunque endetrimento, en la mayoría de los casos, la calidad de la vivienday en consecuencia, la calidad de vida que puede ofrecer a quienesla habitan.

La movilidad y la comodidad a decir de González Arenal, son lasprincipales sacrificadas, porque las viviendas que se hanconstruido en años recientes ya no son céntricas, sino más bienperiféricas, y no siempre cubierta por servicios como comercios,salud, escuelas y transporte público cercano, lo que fuerza a sushabitantes a pasar más tiempo y gastar más en traslados, lo queproduce estrés y segregación social.

Y, a decir del especialista y docente, también a afectar lacomodidad y la privacidad de quienes viven en ellas, pues lacondición de las viviendas no garantiza el aislamiento sano.

Pero además mencionó, el desarrollo de pequeñas viviendas deinterés social obedece también a omisiones de la autoridad y unfenómeno social más, de tipo aspiracional.

Acerca de la función de la autoridad señaló que es atribuiblea ella, toda vez que no cumple con su función de verificar que lasviviendas cubran todas las especificaciones contempladas por lasnormas en la materia para calificarlas como vivienda digna.

Y también explicó, porque en la actualidad, las familias oincluso personas como individuos consideran estas propiedades comobienes productivos, que no habitan pero que hacen rentar, con elpropósito de obtener una ganancia de ella, toda vez que no es unsitio en el que ellos deseen estar, sino que es considerada unamorada temporal, “las tienen para rentarlas y obtener unaganancia de ellas o mientras reúnen el dinero necesario parahacerse de la casa que ellos quieren, a su gusto, en la que síquieren vivir”, finalizó.

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