El Papa Francisco firmó el decreto que convierte al sacerdote nacido en Zacatlán, Moisés Lira Serafín, en beato luego de que aprobó el milagro que se le atribuye; con ello se convierte en el primer beato nacido en territorio poblano.
Aunque no fue el único de los acuerdos que firmó, tras sostener una audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, este reconocimiento papal lo coloca como beato, un escalón antes de la exaltación como santo de la Iglesia Católica, lo que ocurre cuando se demuestra la existencia de un segundo milagro.
En lo aprobado por el Papa Francisco, firmó otros siete decretos relativos a ocho nuevos beatos y tres nuevos venerables, como es el caso del milagro atribuido a la intercesión de la española Ana de Jesús, monja profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas; también el reconocimiento del martirio de cinco sacerdotes y un seminarista, todos ellos Siervos de Dios, el primero de ellos asesinado por odio a la fe el 26 de febrero de 1945, cerca de Castiglione Ossola (Italia), es Giuseppe Rossi, sacerdote diocesano.
Además, se reconoce el martirio de los Siervos de Dios asesinados por odio a la fe el 28 de noviembre de 1964 en Baraka y Fizi (República Democrática del Congo). Ellos son: Luigi Carrara y Giovanni Didoné, sacerdotes profesos de la Pía Sociedad de San Francisco Javier para las Misiones Extranjeras, Vittorio Faccin, religioso profeso de la misma Pía Sociedad, y Albert Joubert, sacerdote diocesano.
En la lista de decretos que corresponde al martirio, también está el Siervo de Dios Ján Havlík, Seminarista de la Sociedad de Misioneros de San Vicente de Paúl; asesinado por odio a la fe el 27 de diciembre de 1965 en Skalica (Eslovaquia).
Los restantes decretos, concernientes a las virtudes heroicas, se refieren a los Siervos de Dios, Alberto Beretta (nacido Enrico), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos; al guatemalteco Ernesto Guglielmo Cofiño Ubico, fiel laico y padre de familia; y la italiana Francesca Lancellotti, fiel laica y madre de familia.
Con estos decretos, significa que es el único Santo mexicano en proceso de beatificación.
Moisés Lira Serafín, ¿cuál es su historia de vida?
El hoy beato nació en la comunidad de Tlatempa, en el municipio de Zacatlán, el 16 de septiembre de 1893; creció en una familia cristiana, sencilla, humilde y de buenas costumbres.
Cuando tenía cinco años falleció su madre; su padre, un conocido maestro de escuelas parroquiales, se vio obligado a trasladarse a diversos lugares, hasta que se casó por segunda vez en 1908, 10 años después enviudar, por lo que confió la custodia de Moisés a un sacerdote.
Así fue como empezó a asistir al Seminario Palafox lleno de Puebla y decidió seguir su vocación sacerdotal y religiosa. Cuatro años más tarde aceptó la invitación del sacerdote Felipe de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, de los que fue el primer novicio, el primogénito.
El 4 de febrero de 1917 profesó sus votos, fue ordenado sacerdote el 14 de mayo de 1922 y en la vida de este año emitió sus votos perpetuos; fue maestro del noviciado, atendía a los enfermos, especialmente como confesor, durante la epidemia de viruela negra de 1923; dos años más tarde, en la ciudad de México, extendió su vocación a los presos. En 1926, a causa de la persecución religiosa, solía celebrar misa y llevaba la comunión a los enfermos.
Se trasladó a Roma, Italia, donde asiste a cursos de teología dogmática en la Pontificia Universidad gregoriana, donde fue puesta a prueba su vocación religiosa. En 1928 regresó a México, donde se convirtió en director espiritual.
En 1934 fundó la Obra de Calidad y Apostolado Social o Misioneros de la Calidad de María Inmaculada, como apóstoles de la bondad. Se destacó por la bondad hacia los ancianos, jóvenes y niños, aunque no hacia de lado a las personas adineradas, ni a los pobres, se inclinaba por los enfermos, especialmente los sacerdotes, quienes visitaba con frecuencia. Murió en la ciudad de México el 25 de junio de 1950, fue declarado venerable el 27 de marzo de 2013, por el Papa Francisco.