“Me empezó a golpear, -me dijo- que me quería matar, que me quería violar”. Así narró Irlanda, estudiante de la Universidad Iberoamericana Puebla, el ataque que sufrió el pasado martes, cuando se dirigía a su casa.
Irlanda caminaba esa noche, hacia las 20:00 horas, desde un gimnasio del centro comercial Triángulo Las Ánimas hasta su domicilio, en el fraccionamiento San José Vista Hermosa. Durante el trayecto, de poco más de un kilómetro, un hombre, la interceptó, la golpeó y la arrastró hasta un terreno baldío, donde la intentó violar.
La joven relató a El Sol de Puebla cómo vivió el suceso, que suscitó ayer una manifestación de la comunidad universitaria local para exigir la aplicación de la alerta de género en el estado. “Yo iba caminando normal, la verdad es que no me percaté que nadie me pudiera venir siguiéndome”, contó por teléfono. “El sujeto me jaló y me llevó hacia allá –un terreno baldío-, me dijo que no gritara (…), me empezó a asfixiar, me empezó a golpear, -me dijo- que me quería matar, que me quería violar”.
El agresor le pidió el celular y cuando ella se disponía a dárselo, él volvió a pegarla y a amenazar con violarla. “No dejé que me tocara”, recordó. “Me defendí como pude, le arañé en su cara”.
Resistiéndose con fiereza, la universitaria consiguió lastimar a su agresor, quien respondió con más violencia, golpeándola en el rostro con un tabique. “Estábamos forcejeando y en una de esas el tipo me jaló del pelo y me llevó hasta el otro lado del terreno”, narró. “Yo le mordí del brazo y él agarró un tabique. Menos mal que no fue una piedra, si hubiera sido una piedra me deja desfigurada o me mata en ese momento, me pegó en el ojo y me dio varios golpes en la cabeza, abriéndomela”.
Cuando vio la sangre, el criminal pareció asustarse y huyó. Como pudo, Irlanda caminó hasta su fraccionamiento, magullada, ensangrentada y con el rostro inflamado por los golpes. “Traía toda la sangre en la ropa y no quería que nadie me viera”, explicó.
Aunque afortunadamente no sufrió fracturas, sí requirió cuidados hospitalarios, como la sutura de las heridas de la cara. Ahora, desde su hogar en Guerrero, asegura que “no tiene las ganas” de regresar al estado, aunque sí quiere terminar su licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Iberoamericana Puebla, donde estudió durante cuatro años.
“Hoy fui yo pero mañana no quiero que sea nadie”, llamó. “Jamás pensé que me pudiera pasar eso, pero pues pasó. Como sociedad y como mujeres debemos estar alertas, no soy la única que ha pasado por eso”.