Ver crecer a los hijos de lejos es uno de los dolores más grandes que pueden experimentar los padres y es una mala experiencia que ha tenido que afrontar Miriam Moreno, quien desde hace nueve años no puede abrazar, ni siquiera acercase a sus hijos para decirles que los quiere. Hoy, sabe que lo que vive se llama violencia vicaria y que es una de las máximas agresiones que sufren las mujeres.
“Mi caso comenzó en el año 2013 en donde sufrí violencia por parte de mi pareja, no estábamos casados, solamente vivíamos en unión libre y de esa unión procreamos dos hijos. Cuando yo sufro violencia él me saca de la casa y se lleva a mis hijos. Desde esa fecha ha sido una guerra incansable por tener contacto con ellos, por poder verlos y seguir su crecimiento”, compartió a El Sol de Puebla.
Miriam ya tenía una hija antes de comprometerse con la relación de la que en esta entrevista se está abordando y al principio como en cualquier unión amorosa todo parecía perfecto, pero poco a poco este hombre empezó a celarla, a ser violento y a meter a su familia en decisiones que sólo le competían a la pareja.
Después de una agresión grave que tuvo Miriam, decidió hablar con este hombre y le anunció que lo dejaría. No lo tomó nada bien “le dio en su ego” y de un día para otro se llevó a los niños. Ella considera que esta fue su venganza, pues sabía que sus hijos era lo que más le dolían. La tachó de infiel, de mala madre, de inculta y hasta este 2022 ha tenido que luchar en juzgados para demostrar que es “capaz” de cuidar a sus propios hijos.
Solo ha procedido una denuncia por lesiones
Hasta el momento, Miriam ha denunciado por violencia familiar (dos veces), por abuso de confianza y lesiones, pero la única denuncia que procedió fue la de lesiones y fue hasta el 2021. Su recompensa por haber ganado después de nueve años fueron mil 127 pesos por daños, cantidad que se le hace una burla por todo lo que ha tenido que vivir.
“Él me acusa de haber abandonado mi hogar, de haberle engañado, al final la autoridad dice que ni una de las pruebas que él presenta son válidas y hasta el año 2021 en septiembre, nueve años después resultó culpable del delito de lesiones (…) Por notificaciones y por medio de edictos le conceden la guardia y custodia negando obviamente mi derecho a poder solicitar visitas (…) ya solicitamos un amparo y la revisión del expediente ya que no es posible que una persona que está acusada de lesiones tenga la custodia de mis hijos”, comentó.
Actualmente su hija tiene 11 años y su hijo 15. Ha sido muy doloroso verlos crecer a lo lejos, sólo por rumores o por información que de vez en cuando le comparten. Hace tiempo, buscaba a su hijo mayor en su escuela, en sus clases extra curriculares, pero la última vez que trató de acercarse la familia de su expareja jaloneó al niño. Se metió mucha gente y el menor le preguntó que si era verdad lo que decían “que se lo quería robar”.
Al acercarse a su hijo, él no entendía lo que pasaba y dejó de buscarlo
Ella entendió que lo lastimaba, pues su hijo mayor no asimilaba lo que estaba pasando y con ayuda psicológica dejó de buscarlo, pero la búsqueda de la justicia no ha parado. Como en muchos de los casos de violencia vicaria el hombre tiene una mejor posición económica y ha ocupado sus recursos económicos para ampararse ante las denuncias.
Pero Miriam tiene fe que pronto la justicia llegará y que en su casa estarán nuevamente sus tres hijos, la mayor, que tiene 22 años y está a punto de terminar la licenciatura en medicina, y los dos que no ve desde hace varios años. En suma, cree que es necesario que sepan su historia para visibilizar la violencia vicaria y que es algo que viven muchas mujeres en Puebla, pero que pocas se atreven a alzar la voz.
“Mi lucha parará hasta el día en que yo me muera, quiero que ellos sean felices y por eso la decisión que yo tomé fue la de no buscarlos, quiero su estabilidad emocional y psicológica, por eso he buscado los medios legales para volverlos a ver”, subrayó.
Aún no sabe cuándo, pero el siguiente paso será denunciar por violencia vicaria, espera que esta denuncia abone a su expediente y que en esta ocasión las leyes la favorezcan dejando ver a sus hijos. Ella dice que no importa si son visitas vigiladas, lo único que quiere es poder abrazarlos.
Miriam quiere dejar en claro que no busca alejar a sus hijos de su papá, como él sí lo hizo, sólo busca que ellos vivan en paz y tengan a sus dos padres para su desarrollo pleno. “No quiero quitarle a los niños, al final es su papá, pero yo también tengo derecho a verlos, a convivir, a abrazarlos y que sepan quien soy porque a mi hija pequeña se la llevó de 1 año, ni siquiera ha de saber quien soy”, concluyó.