¿Se acuerdan de Isaac, el joven que vendió dulces para pagar su inscripción a la BUAP y luego falleció por cáncer de estómago?, pues los problemas no acaban para su familia, ya que su hermana, María Fernanda Rodríguez, es víctima de violencia vicaria desde que inició el año. Actualmente sigue sin ver a su hija y hoy teme por su vida.

Todo ocurrió el 8 de marzo, cuando Juan Manuel N llegó a la casa de María Fernanda argumentando que quería ver a su hija de 13 días de recién nacida, esto a pesar de que nunca se interesó durante el embarazo por la bebé.

Cuando este hombre entró al domicilio le quitó a la menor y le pidió que no la buscara, incluso la amenazó de muerte. María Fernanda aseguró que dejó a Juan debido a que era muy violento y estos actos en contra de ella no pararon mientras estaba embarazada.

Fer, acudió a levantar la denuncia correspondiente, pero como en la mayoría de los casos de violencia vicaria le dijeron que no podía denunciar al padre de la menor, además que la niña no estaba enlistada en el Registro Civil, lo que complicó el caso.

Ante el nulo apoyo de las autoridades en marzo pasado acudió al zócalo de Puebla para hacer visible su caso. En este lugar pidió apoyo de la Fiscalía General del Estado (FGE) y del Gobierno del Estado debido a que tenía miedo que su ex pareja se llevara a la niña fuera del país, pero siguió sin dar con el paradero de su bebé.

Semanas después Fernanda fue víctima de amenazas y desde ese entonces ha estado en refugios, pues teme por su vida, pero si volvió a alzar la voz, es porque teme que por la integridad de su hija y también teme que Juan se la lleve y nunca la vuelva a ver.

“Todavía no tengo a mi hija (…) mi caso se está llevando por juzgado penal y familiar (…) ya hay orden de recuperación, pero fueron a su domicilio y no se encuentra allá, ahorita van a ir con el Ministerio Público para promover también una orden de aprensión y estoy esperando que me den una audiencia”, compartió a este medio.

María Fernanda compartió que han sido unos años muy difíciles, pues primero no tuvieron dinero para la inscripción de su hermano en la BUAP, por lo que él y su madre tuvieron que salir a las calles a vender dulces. Después en enero murió de cáncer y dos meses después le quitaron a su niña.

“Me siento insegura, seré honesta. Me han amenazada a mí y a mi mamá vía telefónica, hablan porque quieren saber mi paradero (…) sigue el proceso y mis abogados me están ayudando mucho (…) le doy gracias a Dios que sigo viva y seguirá buscando que me regresen a mi hija”, concluyó.