Zerezotla se ha vuelto una opción de empleo para quienes antes vivían de hacer ladrillos, cohetes y trabajar el campo en comunidades rurales cercanas como Tepontla.
Este espacio habitacional y comercial de plusvalía en San Pedro Cholula, año con año atrae a más interesados en esta dinámica, quienes prefieren asear viviendas, pasear mascotas, podar jardines, atender negocios de las plazas comerciales o vigilar los fraccionamientos.
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Ellos, decidieron dejar actividades que antes realizaban como la elaboración de tabique o artículos de pirotecnia, sembrar granos básicos en tierras de temporal o continuar con la tradición de establecimientos familiares, como hornear pan y otros alimentos.
El fenómeno de alteración a los usos y costumbres generado por la urbanización y la inversión privada ya provocó un desplazamiento laboral de dos mil habitantes en San Cristóbal Tepontla, junta auxiliar de San Pedro Cholula, donde está asentado Zerezotla, que a su vez alberga diversos fraccionamientos residenciales amurallados. Esta población, antes de la creación del polígono habitacional, no tenía como prioridad trabajar en conjuntos de vivienda, restaurantes y hoteles.
Antes del surgimiento de la nueva zona “rica” en Tepontla había 100 hornos de ladrillo. Hoy quedan 25. Se apreciaban más cultivos. Ahora hay más casas. Las misceláneas fueron cambiadas por cadenas de conveniencia y los contrastes se hicieron presentes en todos los aspectos.
Pero este fenómeno ocurre mucho más allá de Tepontla, toda vez que hay personas foráneas que han llegado a tierras cholultecas en busca de nuevas oportunidades de empleo.
Por este polígono transitan mujeres y hombres que dejaron sus hogares en municipios de la Sierra Norte o la Mixteca. También hay quienes viajan hasta hora y media para llegar a este centro de trabajo, al trasladarse de San Nicolás de los Ranchos, Cuautlancingo, Coronango o Puebla capital, por mencionar algunos sitios de origen de trabajadores, para prestar sus servicios como empleados.
Se estima que este punto territorial, a decir del Colectivo Zerezotla Activa, que aglutina a representantes de los 35 fraccionamientos donde viven más de siete mil personas en 2 mil 846 viviendas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su Censo Poblacional 2020, emplea a más de tres mil personas.
Trabajadoras y trabajadores entrevistados por El Sol de Puebla coincidieron en que la remuneración de los oficios no es excelente, pero los ayuda a sobrevivir ante el escenario adverso que hoy predomina para las tareas tradicionales, ya que ahora elaborar pan, cultivar el campo, hacer un millar de tabique o vender alimentos requiere inversiones importantes y muchas horas de esfuerzo.
Eso es contrario al escenario ofrecido por el residencial, donde el pago a una empleada doméstica oscila entre los 300 y 400 pesos por día. Un vigilante puede alcanzar los dos mil pesos por semana de remuneración y un trabajador en locales comerciales va de los mil a los mil 500 pesos en ese mismo periodo de tiempo.
Trabajos no tan “matados”; el ladrillo sí lo era
Al transitar por las calles de esta zona exclusiva de San Pedro Cholula pueden escucharse diferentes historias de quienes desempeñan actividades relacionadas con la prestación de servicios.
Una de ellas es la de Antonio Flores Martínez, un vecino de San Pedro Cholula que recoge envases de PET y cartón de las bolsas de basura.
“Ya no pude trabajar, yo elaboraba tabiques en un horno de Tepontla, andaba cargando los carros y trabaja bien, pero tuve un accidente y ya no pude porque se lastimó mi brazo y ahora mejor recolecto cartón y envases y con esto nos ayudamos mi esposa y yo, aunque sea para comer”, compartió.
Antes de dedicarse a la pepena de material reutilizable fue ladrillero, pero ante su accidente prefirió cambiar de oficio y ahora opta por circular con su triciclo por las calles de Zerezotla, donde le permiten revisar las bolsas de basura antes de la llegada del camión recolector.
Indicó ser beneficiado de este residencial, no con trabajo de manera directa, pero sí con las facilidades para desempeñar lo que hace.
En la misma zona se habló con Lourdes Cinto, vecina de San Juan Tlautla, otra junta auxiliar de San Pedro Cholula. Comentó que antes de trabajar en casa ajena fue ladrillera en un negocio familiar.
El costo del petróleo acabó con las aspiraciones de seguir en este oficio. Era laborioso y cansado.
“No es una cosa matada (trabajar en casa), no es que yo me venga a matar (laboralmente) aquí, porque te pagan por tareas y de ti depende el tiempo que te hagas”, expuso.
La trabajadora doméstica compartió que antes de este empleo radicó por varios años en Estados Unidos, donde aprendió a limpiar departamentos y eso le ayudó a su regreso a México.
Oficios tradicionales ya no son negocio
En otro punto de Zerezotla, José Flores, quien era panadero en la jurisdicción de Cuautlancingo antes de ser vigilante, manifestó que es bueno el trabajo que tiene y es más tranquilo.
Sostuvo que dejó de usar sus hornos por los incrementos de la materia prima, principalmente el azúcar y la harina.
Ahora como vigilante labora en horarios asignados por la empresa que fue contratada.
Bonifacio Huerta es otro empleado que compartió su experiencia. “Los ingresos están mejor. Ya llevo un año en este lugar y este trabajo es mejor que el campo. No hay presiones, está más tranquilo y se hace menos esfuerzo. Estoy mejor que cuando trabajaba en la siembra”, afirmó.
El vigilante de un residencial y quien es oriundo de Ixtacamaxtitlán, pero desde hace un año ya es residente de San Pedro Cholula, comentó que es menos pesado el trabajo que realiza ahora y mejor remumerado.
“En el campo ganaba por día de 150 a 180 pesos y era a cambio de varias horas del día, pero aquí gano más y estoy más tranquilo”, remató.
Por su parte, Miguel Texca, un habitante de San Cristóbal Tepontla, en su calidad de guardia de seguridad sostuvo que la pandemia lo llevó a buscar este trabajo, porque antes ayudaba a su papá a reparar electrodomésticos, pero el ingreso era poco y debió dejar el negocio familiar para llevar solvencia a su hogar.
“Hago jardinería y vigilo y pues veo que es un trabajo fácil y por eso desde hace 10 años veo cómo la gente prefiere trabajar en las casas o negocios que seguir haciendo ladrillos o cohetes”, finalizó.
Pagan mejor, pero el problema es el transporte público
Francisca, de 36 años de edad y vecina del municipio de San Nicolás de los Ranchos, platicó del porqué decidió trabajar en uno de los fraccionamientos de Zerezotla.
Expuso que antes laboraba en una cocina económica en su municipio, cercano a las faldas del volcán Popocatépetl. “La paga (ahora) está bien, porque por día te pagan entre los 350 y los 380 pesos por un trabajo menos cansado y más tranquilo, cuando antes en la cocina me pagaban 400 pesos, pero eran más horas y aquí no”, relató.
Contó que un accidente en la zona de sus manos hizo que bajara el ritmo de trabajo que tenía. Hoy prefiere trabajar unas cuantas horas para cuidar su cuerpo y salud.
Mónica Isabel Casas, habitante de Sanctorum, junta auxiliar de Cuautlancingo, expresó que su necesidad la llevó a buscar empleo en esta zona de San Pedro Cholula y pagar 40 pesos de pasajes cada vez que la visita, pues aseguró que hay un problema de transporte público ante la falta de líneas.
“Lo malo de la zona es que debemos caminar mucho para llegar al trabajo, porque las combis no entran y deberían hacerlo”, opinó.
Desplazamiento laboral
Zerezotla, que es una zona exclusiva de San Pedro Cholula, es la primera generadora de empleos para habitantes de San Cristóbal Tepontla. En este lugar los propietarios de restaurantes, hoteles y residencias contratan personal para el rubro de servicios.
Esto ha favorecido el empleo directo en esta comunidad, donde ya la pirotecnia y la elaboración de ladrillos, que eran las principales actividades, han bajado de lugar en la lista oficial.
Así lo dio a conocer el alcalde auxiliar, Leonardo Cuatlayol, quien mencionó que actualmente unos dos mil habitantes trabajan en esta zona asentada en Tepontla, de los ocho mil habitantes que tiene registrados oficialmente, donde algunos emigraron a Estados Unidos.
Más que afectaciones, habló de beneficios traídos por Zerezotla a esta tierra y sus familias.
Aunque admitió que, por el reacomodo territorial y comercial traído por este polígono, la producción de ladrillos disminuyó.
“Dejaron de funcionar 75 hornos de los 100 que había, porque ahora la gente dejó sus hornos y prefiere dedicarse a la industria de los servicios”, expuso.
El servidor público externó que el polígono exclusivo es una tierra de oportunidades por el asentamiento y crecimiento que tiene esta zona exclusiva de San Pedro Cholula.
Hay contrastes, aceptó, pero se debe a que el progreso de éste no es el mismo que tiene Tepontla.
Hay rezagos que vienen arrastrándose de años que afectan las juntas auxiliares de este municipio, tanto en servicios públicos como en seguridad.
Eso ha llevado a quienes elaboraban ladrillos o hacían juegos pirotécnicos a que hoy trabajen como vigilantes, en las casas o en los negocios.
Se acaban los ladrilleros
“Con las ladrilleras se acaban los ladrilleros”, expresa Martín Rodríguez desde una ladrillera de San Pedro Cholula, específicamente San Cristóbal Tepontla, mientras realiza la producción del día.
Solo con la ayuda de sus manos elabora los tabiques que serán “quemados” en los hornos rudimentarios que todavía son prendidos en los patios de las viviendas que mantienen vivo este oficio.
Se preocupa porque hoy son menos sus contemporáneos en la materia. Eso no lo desanima, pero lo alerta de que muchos ahora se dedican a otros oficios que encontraron en Zerezotla.
Él no es el dueño de la ladrillera, es trabajador, pero aseguró que mientras Dios le de vida seguirá haciendo ladrillo, pues en su mente no está cambiar de oficio, aunque cada vez sus jornadas sean más pesadas en cuanto a tiempo y esfuerzo.