El Código de Ética en la Cámara de Diputados es letra muerta. “Sí existe, pero no se aplica”, reconoció el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), el panista Marko Cortés Mendoza.
“Todos vimos y escuchamos lo que ocurrió, es penoso y lamentable; parecía todo menos un parlamento y yo diría que cada grupo parlamentario debe llamar al orden y al respeto a todos sus integrantes”, dijo.
Y Rocío Nahle, coordinadora de Morena, insiste en que llevará su queja del grito homofóbico “¡eeehhh puto!” a la Comisión de Derechos Humanos, ante la falta de un presidente en el Comité de Ética.
El comité está acéfalo desde hace meses y desde su creación en 2015, no ha ejecutado ninguna sanción.
Entre sus funciones tiene la tarea de dar seguimiento a las quejas, observaciones y demás asuntos relacionados con la conducta de las y los legisladores, y está facultado para investigar las mejores prácticas legislativas alrededor del mundo, con el propósito de replicarlas en nuestro sistema legislativo.
Nahle García declaró que el comité “entre que sesiona y no sesiona”, la queja se va a la Comisión de Derechos Humanos, que ahí le den seguimiento, dice al reportero.
Por su parte, el panista Marko Cortés Mendoza apunta: si las compañeras y compañeros quieren ser tratados con respeto, deben ofrecer respeto y todos tienen la oportunidad de mostrar su educación, sus valores, sus principios y buscar representar dignamente a los mexicanos.
“Nosotros somos parlamentarios, debemos hablar y sabernos escuchar. Estar o no de acuerdo con el otro, pero debemos tener esa capacidad de con respeto expresar claramente nuestras ideas”.
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