/ viernes 8 de junio de 2018

Censida busca erradicar el VIH en 2030

El Censida informó que un portador del VIH tiene una esperanza de vida de 55 años

De aplicarse plenamente la estrategia 90-90-90 para hacer frente al Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), se podría llegar a la cura funcional de este padecimiento que ha pasado de ser una enfermedad mortal a una de condición crónica manejable.

Así lo aseguró el director de Atención Integral de Censida, Carlos Leonardo Magis Rodríguez, al participar en el Latina Fórum en HIV 2018, donde se abordarán las acciones que se deben realizar para garantizar que se alcance esta meta.

En conferencia de prensa, destacó que hoy la detección y atención oportuna de VIH es posible gracias a que se ha pasado de una atención sistematizada a una diferenciada, así como de una confrontación a la alianza y colaboración comunitaria.

Gracias a ello y a la aplicación de un tratamiento avanzado, una persona con el virus suprimido ya no trasmite la enfermedad, pero además previene otras enfermedades que le serían causa de muerte por enfrentar una situación de inmunodeficiencia adquirida.

Como resultado de ello, se pasó de una condición de muerte segura, con un promedio de vida de ocho años, a una de enfermedad controlada, por lo que un portador de VIH puede llegar a tener una esperanza de vida de hasta 55 años a partir de la detección.

Sin embargo, el principal reto sigue siendo el cambio de cultura, ya que hoy, una de cada tres personas desconoce que tiene Sida porque no acude a hacerse un examen que le permita detectarlo a tiempo por miedo a ser rechazado en caso de que se le diagnostique positivo.

Al respecto, el investigador titular del Departamento de Infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, Luis Soto Ramírez, explicó que aplicar la estrategia 90-90-90 permitiría elevar la esperanza de vida de quienes tienen VIH y ayudaría a detener el contagio.

Explicó que el objetivo es que al 2020 se logre que el 90 por ciento de personas con VIH conozcan su estatus; que otro 90 por ciento que está consciente de su estado, reciba el tratamiento ARV; y que otro 90 por ciento que recibe el tratamiento, logre entrar en supresión viral.

Esto último significa que una persona infectada con VIH llegue a un estado en que su infección esté suprimida, por lo que no represente peligro de contagiar a otras personas y que se traduce en una situación de salud controlada.

De alcanzar esta meta de 90-90-90, se podría lograr el objetivo de casi erradicar esta enfermedad, la cual todavía permanecería en estado suprimido en los pacientes que extiendan su esperanza de vida hasta 55 años a partir de su detección.

Desde luego, reconoció que el reto continúa siendo el que la gente acuda a tiempo para la detección oportuna del VIH, ya que prevalece el miedo al rechazo por ser portador de este virus o de ser mal vistos incluso si uno no lo tiene y acude a revisión.

Advirtió que entre más rápido se detecte al virus, más oportuno y efectivo es la aplicación del tratamiento antrirretroviral (ARV), ya que si el paciente no acude comenzará entonces a desarrollar Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (Sida), lo que se traduce en el padecimiento de otras enfermedades que le pueden causar la muerte.

Actualmente en México se estiman que 220 mil personas viven con VIH, cifra que podría elevarse a 250 mil para el año 2020, lo que hace urgente difundir esta cultura de prevención que implica “acudir a hacerse la prueba de VIH cada año aunque uno no se encuentre en un grupo de alto riesgo”.

De aplicarse plenamente la estrategia 90-90-90 para hacer frente al Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), se podría llegar a la cura funcional de este padecimiento que ha pasado de ser una enfermedad mortal a una de condición crónica manejable.

Así lo aseguró el director de Atención Integral de Censida, Carlos Leonardo Magis Rodríguez, al participar en el Latina Fórum en HIV 2018, donde se abordarán las acciones que se deben realizar para garantizar que se alcance esta meta.

En conferencia de prensa, destacó que hoy la detección y atención oportuna de VIH es posible gracias a que se ha pasado de una atención sistematizada a una diferenciada, así como de una confrontación a la alianza y colaboración comunitaria.

Gracias a ello y a la aplicación de un tratamiento avanzado, una persona con el virus suprimido ya no trasmite la enfermedad, pero además previene otras enfermedades que le serían causa de muerte por enfrentar una situación de inmunodeficiencia adquirida.

Como resultado de ello, se pasó de una condición de muerte segura, con un promedio de vida de ocho años, a una de enfermedad controlada, por lo que un portador de VIH puede llegar a tener una esperanza de vida de hasta 55 años a partir de la detección.

Sin embargo, el principal reto sigue siendo el cambio de cultura, ya que hoy, una de cada tres personas desconoce que tiene Sida porque no acude a hacerse un examen que le permita detectarlo a tiempo por miedo a ser rechazado en caso de que se le diagnostique positivo.

Al respecto, el investigador titular del Departamento de Infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, Luis Soto Ramírez, explicó que aplicar la estrategia 90-90-90 permitiría elevar la esperanza de vida de quienes tienen VIH y ayudaría a detener el contagio.

Explicó que el objetivo es que al 2020 se logre que el 90 por ciento de personas con VIH conozcan su estatus; que otro 90 por ciento que está consciente de su estado, reciba el tratamiento ARV; y que otro 90 por ciento que recibe el tratamiento, logre entrar en supresión viral.

Esto último significa que una persona infectada con VIH llegue a un estado en que su infección esté suprimida, por lo que no represente peligro de contagiar a otras personas y que se traduce en una situación de salud controlada.

De alcanzar esta meta de 90-90-90, se podría lograr el objetivo de casi erradicar esta enfermedad, la cual todavía permanecería en estado suprimido en los pacientes que extiendan su esperanza de vida hasta 55 años a partir de su detección.

Desde luego, reconoció que el reto continúa siendo el que la gente acuda a tiempo para la detección oportuna del VIH, ya que prevalece el miedo al rechazo por ser portador de este virus o de ser mal vistos incluso si uno no lo tiene y acude a revisión.

Advirtió que entre más rápido se detecte al virus, más oportuno y efectivo es la aplicación del tratamiento antrirretroviral (ARV), ya que si el paciente no acude comenzará entonces a desarrollar Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (Sida), lo que se traduce en el padecimiento de otras enfermedades que le pueden causar la muerte.

Actualmente en México se estiman que 220 mil personas viven con VIH, cifra que podría elevarse a 250 mil para el año 2020, lo que hace urgente difundir esta cultura de prevención que implica “acudir a hacerse la prueba de VIH cada año aunque uno no se encuentre en un grupo de alto riesgo”.

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