/ lunes 18 de junio de 2018

Campaña anticorrupción en China: Morder huesos duros de roer

Con Xi Jinping, más de 1.5 millones de funcionarios han sido acusados por sobornos, abuso de poder y enriquecimiento ilícito

BEIJING, China. Cuando Xi Jinping asumió la presidencia en 2012 se propuso consolidar la posición de China como potencia, pero a lo interno una de las tareas en la que más énfasis puso fue depurar el Partido Comunista (PCCh) y el gobierno de su peor enemigo: la corrupción.

Desde entonces emprendió una campaña sin precedentes orientada a desenmascarar desde las bases hasta los más altos niveles a quienes incurren en las malas conductas que durante años perjudicaron la imagen de la organización política ante los ojos de la ciudadanía.

La popularmente conocida contienda para "cazar tigres" y "aplastar moscas" trajo ante los tribunales a más de 1.5 millones de servidores públicos acusados por sobornos, abuso de poder, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos y violación de los códigos de ética relacionados con los gastos u otras infracciones.

Tales delitos implican condenas de varios años en prisión, cadena perpetua y hasta la pena máxima.

Nombres como el exjefe de la administración de ciberespacio Lu Wei, el exministro de Seguridad Zhou Yong kang, los generales del ejército Zhang Yang y Fang Fenghui, así como al exconsejero de Estado Yang Jing, figuran entre las muchas cabezas que rodaron en este proceso, calificado por el propio Xi de grave y complicado pese a los avances de los últimos años.

El recrudecimiento de la lucha anticorrupción en China quedó plasmado en los estatutos de esa fuerza comunista al término del 19 Congreso del PCCh y más recientemente en la Carta Magna, enmendada en marzo pasado por vez en la historia; la mayoría de las 21 modificaciones guardan relación con ese sensible tema.

Ahora el máximo texto legal reconoce como nuevo órgano estatal a la Comisión Nacional de Supervisión, una entidad adjunta al brazo disciplinario del PCCh que funciona de forma “centralizada, prestigiosa y eficaz” en la campaña contra los actos deshonestos.

Algunos entendidos lo llaman un superministerio y otros un cuarto poder alternativo a los tradicionales Legislativo, Ejecutivo y Judicial, por la potestad que tiene para monitorear las funciones, investigar y aplicar sanciones de diversa índole sobre unos 200 millones de funcionarios del Partido y el Estado, incluidos aquellos sin afiliación comunista.

La Comisión la encabeza Wang Qishan, exjefe anticorrupción del PCCh, quedó inaugurada formalmente el 23 de marzo y opera de forma independiente, al margen de los tribunales, para destapar y atacar las actividades ilícitas y velar por el cumplimiento de las normas.

Entre sus facultades está el interrogar y detener a sospechosos hasta durante seis meses sin el permiso de un juez.

La creación del órgano estatal se ajusta a la premisa del PCCh de mantener tolerancia cero contra la corrupción, e intensificar la prevención y castigo a las actitudes deshonestas de militantes y funcionarios públicos de China.

En ese sentido, existe mayor rigor en la aplicación de las reglas partidistas y los mecanismos de administración interna.Los dirigentes son evaluados por su posición, principios, compromiso, disciplina, integridad política y personal, y serán responsables de los fallos en dichos aspectos.

Un texto reciente del PCCh enfatizó en la determinación de persistir en una batalla incesante contra las malas prácticas, así como separar de sus filas “sin miramientos” a aquellos que tengan una actitud en público y otra en un círculo privado.

"La plena y estricta gobernanza del Partido no puede ser abandonada a medio camino (…) Debemos concentrarnos en resolver los problemas,mantener la determinación estratégica y asegurar el estricto autogobierno del Partido sin pausa”, precisó el documento.

Recordó que este 2018 es crucial porque se cumplen 40 años de la reforma y apertura, y tomará más fuerza las acciones por construir una sociedad modestamente próspera y moderna, lo cual requiere de mayor transparencia entre los ejecutivos.

Es por ello que los esfuerzos se concentrarán en los encargados de programas de reducción de la pobreza, también un tema prioritario en la agenda económica del Estado.

Con ese propósito, se prevé arreciar la vigilancia sobre los funcionarios del gobierno y del partido a fin de que cumplan a cabalidad con los proyectos emprendidos para sacar a más personas de esa condición.


Solo el año pasado recibieron sanciones 159 mil 100, la mayoría involucrados en planes de reducción de la pobreza, y se recuperaron 730 millones de yuanes (más de 111 millones de dólares) pertenecientes al fondo destinado a esos programas.

El foco recaerá en el desfalco y mal uso del capital estatal, los sobornos, el nepotismo, así como sobre los llamados estilos de trabajo indeseables como la burocracia, extravagancia, hedonismo, engaño y otros hábitos comunes en el país.

Xi Jinping advirtió que los inculpados por corrupción no tendrán oportunidades de ascenso dentro del PCCh y aquellos que huyan tarde o temprano enfrentarán a la justicia por sus errores.

De hecho, en colaboración con la comunidad internacional China logró atrapar en el exterior a más tres mil fugitivos de la justicia vinculados con delitos contra los bienes del Estado.

Como toda tarea humana, la batalla anticorrupción del gigante asiático no está exenta de detractores y críticos que la consideran demasiado dura, pues incluso se ha disparado la tasa de suicidios entre los salpicados por esos crímenes.

Sin embargo, Xi sostiene que lograr un gobernanza limpia y honesta es determinante para la supervivencia del Partido y la materialización de los planes de revitalización social, económica y política a mediados de siglo.

“Si no hubiéramos ofendido a cientos de funcionarios corruptos, habríamos ofendido a mil 300 millones de chinos", dijo al exhortar a los encargados de librar la contienda a "morder los huesos más duros de roer y atrapar a las papas más calientes" para abordar los problemas de raíz.

El líder partidista admitió que se trata de una lucha sin fin, pues históricamente tiene altibajos y en la actualidad es más compleja debido a la recurrencia e insolubilidad de viejas prácticas.

“Tenemos que mantenernos firmes como una roca en nuestra determinación de obtener una victoria aplastante (sobre la corrupción) ... Aunque la campaña se ha convertido en una ola aplastante, no puede ser detenida”, acotó en recientes declaraciones.

BEIJING, China. Cuando Xi Jinping asumió la presidencia en 2012 se propuso consolidar la posición de China como potencia, pero a lo interno una de las tareas en la que más énfasis puso fue depurar el Partido Comunista (PCCh) y el gobierno de su peor enemigo: la corrupción.

Desde entonces emprendió una campaña sin precedentes orientada a desenmascarar desde las bases hasta los más altos niveles a quienes incurren en las malas conductas que durante años perjudicaron la imagen de la organización política ante los ojos de la ciudadanía.

La popularmente conocida contienda para "cazar tigres" y "aplastar moscas" trajo ante los tribunales a más de 1.5 millones de servidores públicos acusados por sobornos, abuso de poder, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos y violación de los códigos de ética relacionados con los gastos u otras infracciones.

Tales delitos implican condenas de varios años en prisión, cadena perpetua y hasta la pena máxima.

Nombres como el exjefe de la administración de ciberespacio Lu Wei, el exministro de Seguridad Zhou Yong kang, los generales del ejército Zhang Yang y Fang Fenghui, así como al exconsejero de Estado Yang Jing, figuran entre las muchas cabezas que rodaron en este proceso, calificado por el propio Xi de grave y complicado pese a los avances de los últimos años.

El recrudecimiento de la lucha anticorrupción en China quedó plasmado en los estatutos de esa fuerza comunista al término del 19 Congreso del PCCh y más recientemente en la Carta Magna, enmendada en marzo pasado por vez en la historia; la mayoría de las 21 modificaciones guardan relación con ese sensible tema.

Ahora el máximo texto legal reconoce como nuevo órgano estatal a la Comisión Nacional de Supervisión, una entidad adjunta al brazo disciplinario del PCCh que funciona de forma “centralizada, prestigiosa y eficaz” en la campaña contra los actos deshonestos.

Algunos entendidos lo llaman un superministerio y otros un cuarto poder alternativo a los tradicionales Legislativo, Ejecutivo y Judicial, por la potestad que tiene para monitorear las funciones, investigar y aplicar sanciones de diversa índole sobre unos 200 millones de funcionarios del Partido y el Estado, incluidos aquellos sin afiliación comunista.

La Comisión la encabeza Wang Qishan, exjefe anticorrupción del PCCh, quedó inaugurada formalmente el 23 de marzo y opera de forma independiente, al margen de los tribunales, para destapar y atacar las actividades ilícitas y velar por el cumplimiento de las normas.

Entre sus facultades está el interrogar y detener a sospechosos hasta durante seis meses sin el permiso de un juez.

La creación del órgano estatal se ajusta a la premisa del PCCh de mantener tolerancia cero contra la corrupción, e intensificar la prevención y castigo a las actitudes deshonestas de militantes y funcionarios públicos de China.

En ese sentido, existe mayor rigor en la aplicación de las reglas partidistas y los mecanismos de administración interna.Los dirigentes son evaluados por su posición, principios, compromiso, disciplina, integridad política y personal, y serán responsables de los fallos en dichos aspectos.

Un texto reciente del PCCh enfatizó en la determinación de persistir en una batalla incesante contra las malas prácticas, así como separar de sus filas “sin miramientos” a aquellos que tengan una actitud en público y otra en un círculo privado.

"La plena y estricta gobernanza del Partido no puede ser abandonada a medio camino (…) Debemos concentrarnos en resolver los problemas,mantener la determinación estratégica y asegurar el estricto autogobierno del Partido sin pausa”, precisó el documento.

Recordó que este 2018 es crucial porque se cumplen 40 años de la reforma y apertura, y tomará más fuerza las acciones por construir una sociedad modestamente próspera y moderna, lo cual requiere de mayor transparencia entre los ejecutivos.

Es por ello que los esfuerzos se concentrarán en los encargados de programas de reducción de la pobreza, también un tema prioritario en la agenda económica del Estado.

Con ese propósito, se prevé arreciar la vigilancia sobre los funcionarios del gobierno y del partido a fin de que cumplan a cabalidad con los proyectos emprendidos para sacar a más personas de esa condición.


Solo el año pasado recibieron sanciones 159 mil 100, la mayoría involucrados en planes de reducción de la pobreza, y se recuperaron 730 millones de yuanes (más de 111 millones de dólares) pertenecientes al fondo destinado a esos programas.

El foco recaerá en el desfalco y mal uso del capital estatal, los sobornos, el nepotismo, así como sobre los llamados estilos de trabajo indeseables como la burocracia, extravagancia, hedonismo, engaño y otros hábitos comunes en el país.

Xi Jinping advirtió que los inculpados por corrupción no tendrán oportunidades de ascenso dentro del PCCh y aquellos que huyan tarde o temprano enfrentarán a la justicia por sus errores.

De hecho, en colaboración con la comunidad internacional China logró atrapar en el exterior a más tres mil fugitivos de la justicia vinculados con delitos contra los bienes del Estado.

Como toda tarea humana, la batalla anticorrupción del gigante asiático no está exenta de detractores y críticos que la consideran demasiado dura, pues incluso se ha disparado la tasa de suicidios entre los salpicados por esos crímenes.

Sin embargo, Xi sostiene que lograr un gobernanza limpia y honesta es determinante para la supervivencia del Partido y la materialización de los planes de revitalización social, económica y política a mediados de siglo.

“Si no hubiéramos ofendido a cientos de funcionarios corruptos, habríamos ofendido a mil 300 millones de chinos", dijo al exhortar a los encargados de librar la contienda a "morder los huesos más duros de roer y atrapar a las papas más calientes" para abordar los problemas de raíz.

El líder partidista admitió que se trata de una lucha sin fin, pues históricamente tiene altibajos y en la actualidad es más compleja debido a la recurrencia e insolubilidad de viejas prácticas.

“Tenemos que mantenernos firmes como una roca en nuestra determinación de obtener una victoria aplastante (sobre la corrupción) ... Aunque la campaña se ha convertido en una ola aplastante, no puede ser detenida”, acotó en recientes declaraciones.

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