Desde el retorno a la Nueva Normalidad a raíz de la pandemia de Covid-19, uno de los países que ha destacado por las estrictas medidas para los no vacunados ha sido Francia y ahora fue el presidente de esta nación, Emmanuel Macron, quien se volvió tendencia por sus recientes declaraciones en cuanto al tema.
Fue de unos meses a la fecha que el mandatario ha señalado que todos tuvieron su oportunidad para inmunizarse contra el coronavirus, por lo que quienes cumplieron no deben sufrir las consecuencias a causa de quienes no hicieron caso a esta obligación civil.
Recientemente Macron reiteró esta postura, pero lo que llamó la atención fue la contundencia y el lenguaje que el funcionario utilizó, además de que culpó a los antivacunas de las dificultades que ha sufrido el mundo para poder salir de la crisis sanitaria.
"A los no vacunados, tengo muchas ganas de fastidiarlos. Y así lo seguiremos haciendo, hasta el final", fueron las palabras del Ejecutivo Federal francés durante una entrevista para el diario local Le Parisien, cuyo contenido fue publicado el pasado martes.
Macron utilizó la palabra “emmerder”, que en la segunda lengua más hablada de la Unión Europea se utiliza de manera coloquial para hacer referencia a cabrear, hacer la vida imposible e incluso “joder”, por lo que sus opositores afirmaron que su “fuerte lenguaje” no es digno de un presidente.
Por su parte también existieron muchas voces a favor, entre ellas la del diputado Christophe Castaner, que aseguró que los franceses necesitan que se les hable con claridad, además de que es lo que muchos piensan, por su parte Édouard Philippe justificó que el presidente suele explicarse de forma familiar.
En tanto, el propio Emmanuel Macron señaló que tampoco recurrirá a vacunar a la gente por la fuerza o encarcelar a los no vacunados, pero si espera presionar a la ciudadanía mediante la limitación de acceso a las diversas actividades de la vida social.
Finalmente, como ya se había anunciado antes, en esta nación los no vacunados no podrán acudir a restaurantes, a tomar un café, acudir al teatro o ingresar a un cine, a partir del 15 de enero, además de que el Parlamento francés mantiene un debate sobre la introducción de un pasaporte de vacunación, pues implicaría un veto de acceso para gran parte de la vida pública.