PARIS, Francia – Los tres principales líderes partidarios deAlemania se juegan su futuro político en las negociaciones quecomenzaron ayer para formar un gobierno de coalición capaz desuperar la crisis institucional que vive el país desde hace 107días.
Tres meses y medio después de las elecciones legislativas del24 de septiembre, la Unión Democristiana (UDC) de la cancillerAngela Merkel y su aliada bávara Unión Social Cristiana (USC)comenzaron a discutir con el Partido Social Demócrata (SPD) deMartin Schulz las condiciones del nuevo programa que aplicarán enla próxima legislatura.
Tras un primer fracaso con los liberales del FDP y los Verdes,este segundo intento se anuncia como la “última oportunidad”de Merkel para evitar el final de su carrera política.
Las negociaciones, que durarán por lo menos hasta el jueves,serán extremadamente complicadas, sobre todo por las diferenciasque existen en política migratoria. Merkel también intentará portodos los medios evitar que el SPD obtenga el ministerio deFinanzas. Schulz lo exige como reconocimiento para entrar en lafutura alianza, consciente de que un nuevo fracaso en lasnegociaciones podría precipitar el fin político de lacanciller.
“Trabajaremos rápido e intensamente”, dijo Merkel ayer a laprensa, antes de la primera reunión. “Tengo claro que nos esperaun inmenso trabajo en los próximos días. Pero estamos decididos aobtener buenos resultados”, insistió.
Victoriosa pero debilitada en las elecciones de septiembre,Merkel tiene un reducido margen de maniobra. Tras el colapso de laprimera ronda de negociaciones para formar una coalición con losLiberales y los Verdes, solo una nueva alianza con el SPD podríagarantizarle la posibilidad de formar un gobierno estable durantesu cuarto mandato.
En todo caso, la mayoría de la opinión pública rechaza laidea de repetir una coalición idéntica a la que gobernó al paísdos veces durante los 11 años en que Merkel estuvo en el poder:52% considera la perspectiva “no muy buena” o “mala”,según un sondeo publicado esta semana. En otra encuesta realizadapor la radio ARD, 69% de los encuestados afirma que la CDU fracasóen el manejo de la crisis inmigratoria, pero 53% aprueba la idea deun nuevo mandato para la canciller y 93% la sigue considerando unabuena jefa de gobierno.
Shulz, que después de las elecciones había descartado unanueva alianza con la CDU, tendrá que convencer a su partido devotar a favor de esa coalición. Para ello, intentará obtener deMerkel —entre otras concesiones— un aumento de laprotección social y más inversiones en infraestructura.
Pero las exigencias de Shulz tropezarán con una implacableresistencia de los ultraconservadores de la CSU, muchos de loscuales han tomado como modelo al gobierno de ultraderecha formadopor el flamante canciller austriaco, Sebastian Kurz.
Shulz, que después de su negativa inicial aceptó“discusiones abiertas”, paga muy caro su cambio de actitud:solo cuanta con 30% de opiniones favorables, el nivel más bajo desu historia política.
En su discurso de fin de año, la canciller prometió a losalemanes esforzarse para “formar rápidamente un gobiernoestable”. Será difícil lograrlo antes de fines de marzo, pues—en caso de acuerdo— el SPD debe obtener la aprobación desus militantes en un congreso extraordinario previsto para el 21 deenero.
El único acuerdo logrado hasta ahora es el silencio total delos negociadores hasta el fin de las discusiones. Todos quierenevitar la cacofonía que rodeó las consultas entre democristianos,ecologistas y liberales, un desorden que contribuyó al fracaso delprimer proyecto de coalición.