MOSCÚ. El líder ruso, Vladímir Putin, no quiere sorpresas en su camino a la reelección, por lo que ha lanzado una nueva purga entre las filas opositoras con el fin de garantizar una victoria aplastante en las presidenciales de 2024.
"La represión en Rusia no se ha detenido ni un solo día. La rueda sigue rodando. ¡Libertad para los presos políticos!", aseguró Oleg Orlov, activista de la proscrita organización de derechos humanos Memorial, a la salida del tribunal, donde es juzgado por desprestigiar al Ejército.
La Justicia liquidó el Centro Sájarov, el último lugar de reunión de la disidencia en Rusia. En las últimas semanas el líder opositor, Alexéi Navalni, fue condenado a otros 19 años de cárcel por extremismo, y varios ciudadanos rusos fueron encarcelados simplemente por criticar públicamente la guerra en Ucrania.
La última víctima fue la organización Golos, el principal observador electoral independiente de este país y el azote del fraude desde su fundación en 2000, año en que Putin ascendió al Kremlin.
Su copresidente, Grigori Melkoniants, fue detenido el jueves y el tribunal ordenó el viernes su arresto como medida preventiva hasta el 17 de octubre, supuestamente por coordinar el trabajo de una organización "indeseable" en Rusia, es decir, la Red Europea de Organizaciones para el Monitoreo de las Elecciones (ENEMO).
El apresamiento de Melkoniants provocó una ola de indignación, incluso entre figuras cercanas al Kremlin, como la jefa de la Comisión Electoral Central Ella Pamfílova, quien recordó que las críticas de Golos "a veces nos ayudaron mucho".
Golos, que significa voz y también voto en ruso, ha denunciado durante las últimas dos décadas irregularidades en todas las elecciones el país, incluido el referéndum constitucional de 2020, que tachó de "atentado contra la soberanía popular".
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Después de denunciar el fraude en las elecciones legislativas de 2011, que desembocaron en las mayores protestas antigubernamentales desde la caída de la URSS, Golos fue declarada agente extranjero.
Rusia ha recuperado en los últimos tiempos el concepto de "democracia soberana" -cada país tiene derecho a interpretar libremente la democracia según sus características nacionales sin injerencia exterior- que el Kremlin intentó promover en vano tras la llegada al poder de Putin hace casi un cuarto de siglo.