PARIS, Francia - Alemania se encuentra sumergida en la crisispolítica más profunda que conoció el país desde que terminó laSegunda Guerra Mundial. Pero la onda expansiva de ese fenómenosin precedentes no se limita a las fronteras germanas, sino quetambién paraliza a Europa.
El fracaso de las negociaciones entre democracia cristiana,liberales y verdes para formar un gobierno tripartito, así como lanegativa del Partido Socialdemócrata (SPD) de recrear una nuevaGrosse Koalition (gran coalición) colocaron a Alemania alborde de nuevas elecciones.
Ese escenario, inédito en los 68 años de la posguerra, noparece atemorizar a la canciller Angela Merkel, que ayer seproclamó dispuesta a enfrentar un nuevo desafío en las urnas.“Nuevas elecciones serían una alternativa mejor que un gobiernoen minoría”, repitió en dos entrevistas por televisión.
Apenas 58 días después de las elecciones legislativas del 24de septiembre el país está paralizado y encerrado en sus propiascontradicciones.
Para tratar de salir de esa encrucijada, el presidente FrankWalter Steinmeier —poco entusiasta con la idea de nuevoscomicios— no abandonó la esperanza de persuadir a suscamaradas del Partido Social Demócrata (SPD) de negociar unacuerdo con Merkel para asegurar la estabilidad del país."Naturalmente, yo estoy dispuesta a hablar", comentó la canciller.Pero la hipótesis había sido rechazada por anticipado el viernespor Andra Nahles, la nueva presidenta del grupo parlamentario SPD.El “nein” fue reiterado domingo por la noche por ellíder socialdemócrata Martin Schulz.
Pese a todo, el presidente Steinmeier apeló a los líderespartidarios a realizar un gesto de patriotismo para superar lasactuales divergencias y salir de la actual encrucijada. Sobre los179 temas en discusión para definir el pacto de gobierno queaplicarían los miembros de la coalición en los próximos cuatroaños, hubo dos –en particular– que irritaron lasensibilidad de los negociadores.
El líder del Partido Liberal Demócrata (FPD), ChristianLindner, se negó a adoptar un calendario preciso para abandonar elcarbón en la producción de energía, como reclamaban enparticular los ecologistas del Partido Verde. Las conversaciones“no permitieron favorecer una posición común” ni estableceruna “confianza mutua”, se justificó.
“Es mejor no gobernar que gobernar mal”, sentenció. Lafrase sonó como un responso.
“La Unión Social Cristiana (CSU), rama bávara de derecha queintegra la coalición democristiana con Angela Merkel, rehúsa porsu parte proseguir con la política adoptada en 2015 con losrefugiados. Detrás de esa burda maniobra se podían distinguir losdientes afilados de los dos hombres que pugnan por la sucesión: elnuevo ministro-presidente de la región de Schleswig-Holstein,Daniel Günther (de 44 años), y el secretario de Finanzas, JensSpahn (38), partidario de un giro a la derecha de la democraciacristiana.
Todos los argumentos invocados eran, en realidad, pretextospolíticos para colocar a Merkel ante la necesidad de formar ungobierno minoritario, condenado a ser rápidamente derrocado por unvoto de censura. Esa idea solo cuenta con el apoyo de 24% de laopinión pública, según un estudio del instituto Forsa. Una granmayoría (45%) prefiere la celebración de nuevas elecciones.
La otra alternativa implícita en el chantaje de la CSU y losliberales era que Merkel se retire de la vida política y deje quelas urnas arrojen un veredicto más claro.
El bloqueo de todas las posibilidades demostró que “no existeuna coalición con deseos de formar gobierno”, comoestimó Thomas Kleine-Brockhoff, director de la oficina en Berlínde la Fundación Marshall.
Con su habitual sangre fría, la canciller comprendió la trampay su primer gesto de consistió en anunciar que volverá sercandidata, una forma de obligar a la CSU a reflexionar sobre laconveniencia de abandonar su intransigencia y reflexionar antes de“patear el tablero”. Volver a las urnas implica más de unpeligro: la mayoría de las encuestas divulgadas el último fin desemana muestran que, en caso de nuevas elecciones, probablemente enenero, se repetiría el mismo resultado que el 24 de septiembre. Enese caso, el partido de extrema derecha AfD (Alternativa paraAlemania) mantendría los 94 diputados que lograron enviar alBundestag. Dos sondeos predicen incluso que podría mejorar esecaudal.
El otro aspecto inquietante de esta crisis es que el vacío depoder en la primera potencia económica del continente y tercera deOccidente agravó la inestabilidad de la Unión Europea (UE). Eseshock resulta particularmente rudo porque se produce en momentos enque, después de la elección de Emmanuel Macron en Francia, losplanetas comenzaban a alinearse en una conjunción favorable parainiciar una etapa de cooperación franco-alemana sin precedentesdesde la época de François Mitterrand y Helmut Kohl.