Era la noche del lunes 11 de abril de 1977 cuando vecinos del centro de la ciudad tocaron la puerta de la vivienda de Luis Ortiz Cabañez para informarle que su negocio se estaba incendiando. El empresario salió presuroso hacia su maderería que se ubicaba en la 13 Poniente 303, para ser testigo de cómo se incendiaba antes sus ojos.
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Completamente abatido y con lágrimas en los ojos, el hombre observaba cómo el fruto del trabajo de toda una vida, acababa con el patrimonio de su familia y sin esperanza alguna, porque su negocio no estaba asegurado.
“El fuego la destruyó por completo, al igual que a domicilios contiguos, ocasionando pérdidas materiales incalculables, pero que ascienden a varios millones de pesos”, se lee en la publicación del martes 12 de abril de la edición vespertina de esta casa editorial, La Voz de Puebla, que dio una versión detallada de los hechos.
Así ocurrió el incendio en la bodega
Se supo que el incendio comenzó antes de la medianoche del lunes 11 de abril porque los vecinos comenzaron a ver llamas en el interior de la maderería en la que se almacenaba una gran cantidad de maderas de todo tipo, desde las más finas hasta triplay, además de vehículos, maquinaria, mobiliario y documentación de la propia empresa.
“En pocos minutos las lenguas de fuego alcanzaron dimensiones que algunos de los testigos estimaron hasta en 30 metros o más de altura”, se lee en la publicación.
El pánico cundió entre los habitantes de la zona cuando se comenzó a sentir el calor y a escuchar el ruido que emitían las llamaradas. Ante el temor de que hubiera explosiones, los vecinos de los domicilios contiguos, huyeron despavoridos.
“A cual más, los jefes de familia se preocupaban por sacar a sus congéneres y finalmente trataban de sacar sus pertenencias ante el peligro de que fueran consumidas. Pero ello fue impedido por la policía y por personal de Tránsito del Estado, que acordonaron el lugar para después evacuarlo”, dice la nota.
El personal de Rescate y Primeros Auxilios ya había arribado al lugar y se encargaba de alejar lo más posible a niños y mujeres que salían de sus casas alarmados; mientras que socorristas de la Cruz Roja ponían a salvo tanques de gas y asilaban cualquier cosa que significara peligro de estallar, como los tanques estacionarios de viviendas y edificios cercanos.
La difícil labor de los bomberos
Según testigos presenciales de los hechos las escenas eran verdaderamente impresionantes por la magnitud de las llamas que, dicho sea de paso, por más que el cuerpo de bomberos intentaba sofocar, les resultaba casi imposible por el precario equipamiento con el que contaban en la época, además de la escases de agua que cada tanto se les terminaba y tenían que parar para esperar el suministro.
Como en repetidas ocasiones, se solicitó apoyo al cuerpo de bomberos de Hylsa y Volkswagen, que en esta ocasión, lamentablemente nunca llegó.
Centenares de personas presenciaron escenas alucinantes porque con tal cantidad de material inflamable que se encontraba en el interior de la maderería, el fuego se alimentaba despidiendo llamas de gran magnitud. Debido al intenso calor, el techo del inmueble se vino abajo, y algunos tubos de edificios contiguos comenzaron a lanzar agua hirviendo por la cercanía del calor. La gente se sentía impotente al no poder ayudar a los tragahumo a combatir el fuego.
El alcalde Cué Muerlo visitó en varias ocasiones el lugar del incendio, y brindó el apoyo del Ayuntamiento a través de pipas de agua.
El fuego cubrió un espacio de 2 mil metros cúbicos, por lo que la iluminación del mismo provocó que el incendio fuera visto a varios kilómetros alertando a toda la población. Vecinos de las colonias San Francisco y San Manuel, reportaron haber visto las llamas.
El recuento de los daños
“El fuego acabó con la maderería, con dos vehículos y dañó casa contiguas. 7 Millones en pérdidas”, se lee en la publicación del El Sol de Puebla del miércoles 13 de abril de 1977.
Después de 24 horas de haberse iniciado el fuego en la Maderería Ortiz, los bomberos aun trabajaban en el siniestro, los vecinos de los domicilios contiguos permanecían evacuados, y las avenidas de acceso estaban cerradas.
Luis Ortiz Cabañez, había presenciado la destrucción de su negocio acompañado por sus familiares. Las pérdidas materiales habían sido evaluadas en alrededor de 7 millones de pesos. Lo único que quedaba de la maderería eran restos humeantes.
Con el rostro demacrado y los ojos enrojecidos por no haber dormido, el empresario había denunciado el siniestro ante la Agencia del Ministerio Público (MP) el martes 12 de abril a las 14:45 horas. Se acreditó como gerente de la Maderería Ortiz, S.A., y director de Triplay ORMY, S.A.
Dijo que acostumbraba cerrar la maderería a las 18:00 horas pero que el lunes habían llegado dos camiones cargados de madera y había cerrado hasta que terminaron de descargar más de 18 mil kilos de triplay. Eso fue alrededor de las 22:00 horas.
El hombre relato que después de que los vecinos habían ido a avisarle que se quemaba la maderería, alrededor de las 23:00 horas del lunes 11 de abril, de inmediato se dirigió para allá. Cuando llegó ya estaban socorristas, uniformados y los bomberos, quienes intentaban entrar al establecimiento pero el fuego y la falta de agua, les hacía desistir en su intento.
Asimismo, Ortiz Cabañez aseguró que su negocio no estaba asegurado y que en ese momento la bodega estaba repleta de madera de pino, cedro, guanacaxtle, nogal, amargoso y triplay. El lunes se había recibido una carga de 9 mil 840 kilos de triplay en un tráiler, y otra cantidad similar en otro que se encontraba en el interior de la maderería.
“Por tal razón, aseguró, salió hasta las 22:00 horas y al hacerlo desconectó los dos switchs de la corriente eléctrica, por lo que el fuego no pudo haber sido por un cortocircuito en la red de la corriente. Sin embargo, no descartó alguna posibilidad de ello y aseguró también que posiblemente alguna persona quiso entrar a robar, como ya lo habían hecho en dos ocasiones, y en un descuido se ocasionó las llamas”, se lee en la edición.
Las llamas que alcanzaron dimensiones de 30 metros de altura o más, fueron controladas por los bomberos alrededor de las 6 de la madrugada del martes 12 de abril, pero el peligro no había parado ahí, porque gran cantidad de brasas seguían prendidas y para controlar la situación por completo, era necesario sacar toda la madera que había, incluso, lo que se había carbonizado. Labor que se inició en ese momento y que concluyó al siguiente día, miércoles.
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Las casusas del incendio no pudieron ser determinadas, pero afortunadamente, el siniestro no dejó ningún saldo de heridos, ni siquiera durante la operación de controlar el fuego. Lo que dejó fue tristeza y desesperanza en la familia Ortiz Cabañez, que se mostraron desconsolados ante el hecho.