Al iniciar la contingencia sanitaria por el Covid-19, la violencia contra las mujeres aumentó en Puebla, pues los casos de violencia familiar han sido las más denunciados durante los cinco meses de confinamiento.
Según datos obtenidos en la página web de la Fiscalía General del Estado sobre incidencia delictiva, de enero a agosto de 2020 se registraron 6 mil 254 carpetas de investigación por el delito de violencia familiar, 79 más que el año pasado; por lo anterior, en los ocho primeros meses del años, se tuvo un promedio de 25 denuncias por día. Asimismo, se registraron 5 mil 749 llamadas de auxilio al número de emergencia 911 por este delito.
Por otra parte, de acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el estado se registraron 8 mil 181 llamadas al número de emergencia 911 por delitos relacionados a la violencia contra las mujeres, ocupando el quinto lugar a nivel nacional.
Además, 3 mil 315 mujeres denunciaron ser víctimas de violencia de pareja, 113 de acoso u hostigamiento sexual, 32 de abuso sexual y 38 de violación. Según el SESNSP, en los primeros ocho meses de 2020, en el país 64 mil 294 mujeres fueron víctimas de delitos en razón de género.
Pero no todos los delitos se denuncian. Según el Instituto Nacional de las Mujeres, sólo 5 por ciento en situación de violencia denuncia ante las autoridades.
Es el caso de Gabriela, quien sufrió cinco meses de violencia en casa de su pareja.
Celos constantes, gritos, ofensas y agresiones físicas fueron constantes contra la joven de 21 años que salió de su casa para irse a vivir con su novio al norte de la ciudad de Puebla en diciembre del año pasado. El varón, originario del estado de Sinaloa y dos años mayor, prometió cuidar su temperamento si pasaban más tiempo juntos.
“Estábamos muy bien al principio, hasta llegaba su mamá de visita, platicábamos y todo (…), luego me enteré que su papá le pegaba a su mamá (…), él me explicó”, recuerda Gabriela en entrevista telefónica con El Sol de Puebla.
Su exnovio se molestaba cuando ella conversaba con sus amistades vía celular, le gritaba ofensas, salía de la casa enfurecido y volvía en la madrugada pidiendo disculpas, que ella aceptaba al verlo arrepentido; así pasaron los primeros dos meses en el departamento que ambos rentaban.
Gabriela considera que los problemas empezaron cuando él dejó de trabajar. “Yo creo que se hartaba de verme todo el día”, dice, pues al estar todo el día en casa, los ataques verbales se incrementaron.
Por hablar con amigos y familiares, salir a comprar víveres sola, no acercársele en todo momento o no responder el teléfono, la pareja de Gabriela le gritaba y rompía sus pertenencias, para después pedir perdón.
“Decía que le costaba trabajo porque no quería ser como su papá y por eso se iba de la casa”.
La joven estudiante pasó “semanas llorando en la sala”, a la espera de que su compañero volviera y cambiara su actitud, sin embargo, no fue así y las agresiones se agravaron con el tiempo.
En abril, describe la estudiante, “llegaron unos amigos a la casa a tomar unas cervezas”, cuando se fueron en la madrugada, “me reclamó que, según, estaba tirándole la onda a uno; me dijo que me fuera con él, que no me quería volver a ver y que era de todo, lo que ya te imaginarás. Ya estaba muy mal; me dijo que le llamaría a mi mamá para decirle que me había acostado con sus amigos”. Ese fue el primer día en que su ahora expareja, la agredió físicamente.
Fue entonces que la joven le hizo saber sus deseos de regresar al seno familiar, pero él se negó y prometió asistir a terapia psicológica.
Gabriela cuenta que su situación mejoró dos semanas más, hasta que las agresiones volvieron con mayor intensidad.
Fue hasta una noche del 17 de mayo, cuando después de tener una nueva disputa en la que ella terminó golpeada y atacada sexualmente, que ella decidió terminar con la relación y abandonar el departamento en el que pasó los meses de contingencia violentada.
Gabriela explica que en su momento no pidió ayuda por temor a ser descubierta por su agresor; además creía que la llamada de auxilio únicamente complicaría la situación.
La entrevistada agregó que el error en el que se cae es el de no dimensionar la violencia que se está sufriendo: “yo pensaba: ¡ay, sí!, ¡qué bonito!, se pone celoso porque le importo, pero cuando los niveles de violencia que se ejercen a diario van escalando, apenas es posible notarlo”.
Confiesa que al principio no pidió ayuda porque “quería seguir con él”. Al ir aumentando las agresiones en su contra, tampoco pudo hacerlo por miedo a que le hiciera más daño, finalizó la entrevistada.
AUMENTA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
En Puebla, de enero a septiembre de 2020, la Secretaría de Igualdad Sustantiva ha atendido a 192 mujeres que sufrieron violencia psicológica, 82 por violencia física y 56 por violencia sexual; hay un aumento de 30 por ciento respecto a lo sucedido en 2019.
Por su parte, la Red Nacional de Refugios dio a conocer que las solicitudes de ingreso incrementaron 12.71 por ciento sólo durante los primeros dos meses de la contingencia sanitaria en el país.
En septiembre, el fiscal general del estado, Gilberto Higuera Bernal, mencionó que diez casos de violencia familiar son judicializados diariamente.
Las lesiones dolosas contra mujeres durante los meses de contingencia representan 59.8 por ciento del total de delitos cometidos, además de registrarse un aumento de 28 por ciento en las denuncias por abuso sexual, 15 por ciento en las denuncias por violación y 66 por ciento en los delitos de acoso u hostigamiento sexual.