“Un muerto y heridos, saldo de la explosión de la calle 5 Norte”, se lee en el encabezado de la edición vespertina de esta casa editorial, La Voz de Puebla, del lunes 1 de agosto de 1983, cuando dio a conocer los pormenores de un estallido sobre la mencionada calle, desde la 4 a la 22 Poniente.
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La explosión sucedió en pleno corazón del centro histórico de esta ciudad el 31 de julio. Era un domingo de verano como cualquier otro, quincena, las familias aprovisionándose en el mercado cercano y en los comercios o puestos ambulantes de la zona, incluso comiendo algún antojito.
Los testigos presenciales de los hechos caminaban con toda tranquilidad sobre la calle 5 Norte cuando de repente una explosión hizo cimbrar el suelo que voló en pedazos por los aires, mientras que flamas de fuego de tres metros de alto causaban pánico entre los angelopolitanos, principalmente entre la 8 y 16 Poniente.
Tras el estallido, el cuerpo de Miguel Martínez Reyes, permanecía inerte en el suelo, había perdido la vida. Su esposa Juana Torres Aguilar, sus dos hijas, una de 7 años llamada Regina, y otra en edad lactante que su madre traía en brazos, fueron lanzadas por el aire y resultaron heridas.
Elementos del cuerpo de bomberos que acudieron al sitio mencionaron que la explosión debió de haber sido producto de la descomposición de residuos orgánicos, como carbón o cenizas de los anafres, gas que se desencadenó por la chispa de algún cigarrillo o automóvil. Pero había que esperar el peritaje correspondiente.
La causa del estallido
“Gas butano hizo explotar el drenaje”, se lee en la portada del martes 2 de agosto de El Sol de Puebla, edición en la que se advirtió que la basura de los mercados son bombas de tiempos y las zonas más expuestas además de las sucias, eran las de ambulantaje.
Bombas de tiempo, como el drenaje que explotó la tarde del domingo en la 5 Norte, principalmente con la calle 8 Poniente, se encuentran localizadas en las cercanías de todos los mercados citadinos, sobre todo en aquellos donde han sentado sus reales los grupos ambulantes, porque la quimificación de la basura y el taponamiento de la red de alcantarillado produce gas butano, cuya explosión se produce fácilmente se lee.
La información fue dada a conocer por el director de los Servicios Coordinados de Salubridad, Darío Maldonado Casiano, quien recibió el peritaje del personal técnico de control sanitario que la mañana del lunes 1 de agosto, trabajó en la zona del siniestro y concluyó que el gas explotó al no encontrar salida.
El director refirió que dos años antes, los Servicios Coordinados de Salubridad ya habían puesto en consideración de las autoridades municipales y del público, el grave problema que significaba el taponamiento por basura del alcantarillado de la ciudad. En un boletín de prensa expedido en 1981 por dicha dependencia se lee:
El origen de este grave problema se localiza en el desconocimiento y la falta de conciencia cívica y sanitaria de los ciudadanos que arrojan en forma irresponsable todo tipo de desechos sólidos a la red, lo que constituye un grave riesgo
El funcionario subrayó la necesidad de que el público entendiera que la red de alcantarillado no es basurero, porque al arrojar desechos de forma indiscriminada no solamente se agrava el problema de contaminación ambiental, también se ponen en marcha bombas de tiempo que pueden explotar en cualquier momento, y con mayor peligrosidad cuando la zona está repleta de personas.
Maldonado Casiano dijo que la dependencia que él representaba ampliaría las medidas educativas para que los desechos recibieran un destino apropiado. También aseguró que se difundiría indicaciones entre locatarios, ambulantes y comerciantes de las zonas donde los riesgos eran mayores. Asimismo, convocó una reunión con técnicos del Ayuntamiento y de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, para tomar medidas que alejaran los peligros.
De igual forma, comentó que probablemente la explosión sucedida el domingo, traería conciencia en las personas que ya se habían dado cuenta de la peligrosidad de arrojar los desechos sólidos a las alcantarillas, sobre todo para los ambulantes que, permanentemente o por muchas horas, se encuentran cerca de ellas.
La explosión, la víctima y los lesionados
“El taponamiento de las atarjeas y la acumulación de desperdicios orgánicos, que según la ciencia son causa del desprendimiento de gases como Freón o butano, dependiendo de la naturaleza de los desechos, fueron la causa por la cual, a las 16:30 horas del domingo, las atarjeas de la 8 a la 16 Poniente principalmente, empezaron a lanzar llamas hasta de tres metros y medio de altura”, se lee en la edición de El Sol de Puebla, del miércoles 3 de agosto.
Del peritaje se desprendió que la causa de la explosión del drenaje de la 5 Norte, desde la 4 a la 22 poniente, fue la acumulación de gas butano. La presión y el calor lanzaron por el aire, tierra y pavimento, dejando agujeros de entre 5 y 8 metros de diámetro en los cruces de las avenidas.
Una roca fue la que le causó la muerte al estibador de 39 años, Miguel Martínez Reyes, le arrancó la masa cerebral y parte de la bóveda craneal. Aún con vida, había sido levantado por elementos de la Cruz Roja, pero falleció en el trayecto al hospital.
La viuda de Miguel, Juana Torres, tenía 27 años, y dijo que como era su costumbre, habían salido de su domicilio en la 41 Poniente 3207 para ir a hacer compras al centro. Su bebé tenía tres meses de haber nacido y aun no tenía nombre. Ella y sus dos hijas resultaron heridas.
Veinte fueron los lesionados, quince registrados con heridas de segundo grado, entre ellos: Eréndira Palacios Paulino, campesina de 39 años que resultó con quemaduras en piernas y tórax; la enfermera Reyna Castro Rodríguez de 25 años; además de Ramón Rivera Alameda y Heriberto Ramón Rivera Castro. Permanecieron en el hospital Universitario y de la Cruz Roja, hasta que fueron dados de alta.
Ambulantes rechazaron la responsabilidad
Los ambulantes rechazaron toda responsabilidad del hecho, incluso señalaron que el Ayuntamiento no había brindado el adecuado mantenimiento al alcantarillado municipal, y solicitó una investigación para deslindar responsabilidades.
“Ninguna responsabilidad en la explosión ocurrida en el drenaje de la 5 Norte desde la 4 hasta la 22 Poniente, tenemos los vendedores ambulantes. Es falso que por acumulación de basura en las alcantarillas se haya producido (…) Las responsables son las autoridades quienes como lo indicó Arturo Melgarejo Téllez, agente del MP luego de su inspección ocular: El Ayuntamiento no ha tenido la debida precaución del mantenimiento de las alcantarillas”, se lee lo manifestado por un grupo de ambulantes de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre.
El grupo de ambulantes se acercó a esta redacción para precisar que era necesario aclarar que todas las alcantarillas en donde se produjeron las explosiones estaban despejadas, no tenían acumulación de basura que evitara la salida de gases y por la presión producirse la explosión.
En el escrito que presentaron, con copia al Ayuntamiento, señalaron: “Puede presumirse que en realidad la causa de las explosiones se debió al bloqueo del desagüe terminal del sistema de drenaje de la ciudad o por los residuos industriales que corren por las cañerías citadinas”.
Los ambulantes solicitaron una exhaustiva investigación de lo ocurrido, y asimismo responsabilizaron a las autoridades de la propia existencia de los ambulantes porque a la fecha habían hecho caso omiso de su petición de descentralizar el comercio para crear polos comerciales, o construir un mercado céntrico.
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Finalmente, informaron que ellos habían hecho una colecta entre ambulantes, comerciantes y transeúntes, para reunir fondos para la familia del fallecido, Miguel Martínez Reyes. Exigieron la indemnización por parte del Ayuntamiento para la familia Martínez Torres.