Valentía, que se quiten la pena en cuanto a las críticassociales, y que tengan el coraje para denunciar la violenciafamiliar por la que están atravesando, es lo que Claudia “N”,de 40 años de edad, pide que hagan todas las mujeres y las amas decasa que a veces por miedo y creer que “no van a salir adelantecon sus hijos”, soportan el yugo de quién por un lado, frente atodos, dicen amarlas pero por otro, a solas, ejercen violenciasicológica, incluso física contra ellas.
En el marco de la celebración del Día de la Madre, este medioplaticó con una usuaria del Centro de Justicia para Mujeres de laFiscalía General del Estado de Puebla, la entrevistada relatótodo el sufrimiento y las agresiones que soportó por varios años,sin embargo, un día por el amor a sus hijos decidió quitarse lavenda de los ojos, denunciar su caso antes las autoridades y sacartodo su coraje para enfrentar cualquier adversidad, con el únicoobjetivo de ver crecer a sus pequeños en un ambiente mejor y lejosde la violencia.
Ella es Claudia, una mujer aguerrida, todavía con un poco dedolor por el sufrimiento que significó pasar 11 años junto a suex marido, pero al final valiente, renovada y con todo elentusiasmo para salir adelante acompañada de sus tres hijosmenores de edad, que día con día le hacen saber cuánto laadmiran por atreverse, por no quedarse callada, por demostrarlesque de verdad los ama.
La madre de familia, de profesión educadora de nivel kínder,cuenta con destrezas para las manualidades, actividad con la cualde hecho, ahora se gana la vida.
Con sentimientos encontrados y nerviosismo notable, laentrevistada aceptó haber sido víctima de violencia familiar.“Desde hace muchosaños viví violencia en mi matrimonio, todos los días eran malostratos, malas palabras, hubo golpes, hasta que me di cuenta queempezó a pegarle a mi hijo, al mayor de 13 años de edad. Aunqueestábamos en la misma casa, no los dejaba convivir conmigo, almayor le pegaba si me contaba qué era lo que hacían; me corríade la casa pero no sólo eso, yo tengo un problema del intestino, aveces estoy bien otras estoy mal, y eso también lo usaba parainsultarme”, relató Claudia, quien dijo quedesde el noviazgo su ex esposo la agredía verbalmente, sinembargo, luego de una disculpa, lo dejaba pasar como algo mínimoal grado que aceptó casarse con él, con el hombre al que sesupone no le importaba nada y aceptaba que la mujer con la quequería compartir su vida, tuviera un hijo pequeño. Todomarchaba bien -como en muchos casos-, pero poco a poco, laviolencia comenzó a subir de tono pues además de los insultos, elno dejarla ver a su familia, prohibirle las salidas con sus amigas,decirle cómo vestir, entre otras cosas, ya no era suficiente, yentonces comenzaron los golpes, las amenazas con respecto a lapatria potestad de sus hijos, no permitirle trabajar como educadoray hacerle creer que no valía nada, que él era su mundo, su todopero que además, que era una mala madre.
Claudia, a su decir, era la que de alguna u otra manera, sehacía cargo de los gastos de la casa y cuando por un momento no lohizo porque su hermano fue secuestrado, porque tiempo después sumadre murió, la furia en su ex esposo estalló, la paciencia se leacabó.
“Yo siempre fui la que trabajó, en realidadsiempre estuve sola, eso lo veo ahora en terapia, ya no está esepeso conmigo, mi único pecado fue quererlo, yo le decía:‘perdóname si no soy lo que tú esperabas’ y él me decía‘pues sí, no eres lo que yo esperaba pero ni modo, aquíestamos’; él estalló cuando dejé de sostener la casa por untiempo”, narró en medio de lágrimas la víctima, la cualademás señaló que a veces las mujeres aprende a vivir con laviolencia. “Laviolencia es silenciosa, aprendemos a vivirla, aceptarla. Eraescuchar frases como ‘es tu culpa’, ‘ya ves lo que me hicistehacer’, ‘ya pórtate bien’, ‘eres una tonta, inútil’,‘no eres nada sin mí’, ‘nadie te va a hacer el favor comoyo’, refiriéndose en este caso a mi hijo el mayor porque yadespués tuve dos hijos con él. Incluso él (su ex esposo), llegóa tener una relación extramarital con otra mujer y me obligaba acomprar cosas que usaría con esa persona”, convergüenza y rabia, dijo Claudia, quien confesó que durante todoesos años, creyó que ella era la responsable de la situación, dela cual un día simplemente ya no quiso ser partícipe.“El caso es que un día ya no aguanté todo esto, mi hijo de 13años se le escapó del lugar al cual habían ido, llegó a la casay me dijo: ‘mamá ya vámonos, yo ya no quiero estar aquí,vámonos’, llorando, angustiado me decía pues ya era tanto sutemor que ya no lo quería ver. Empecé a investigar, a preguntar yen el Ministerio Público me comentaron que existe unviolentómetro que considera 30 cosas, y yo cumplía con 27, lasque me faltaban era la violación, la mutilación y desde luego, elser asesinada; un día durante una discusión en las escaleras,sentí que él tenía la intención de tirarme, y pude morir, perole dije que si me pagaba lo iba a denunciar y lo que hizo fuecorrerme”, contó la mujer, quien desde hace dos años decidiósepararse de su esposo, denunciar las agresiones que sufría ypelear por sus hijos cuyo proceso legal continúa.
Para esta sobreviviente de la violencia, del machismo aúnpersistente tanto en hombres como mujeres, el ser madre es lo másmaravilloso del mundo, su motor de vida, el impulso que necesitapara no dejarse vencer. “Ellos son los que hacen que me levante, sí, es unaresponsabilidad muy grande donde se olvida el dolor, el cansancio,se olvida todo y lo que hay es alegría porque ver la sonrisa demis hijos no se paga con nada, yo no les hablo malde él porque con lo que vieron fue suficiente y sabenperfectamente quién su papá, pero yo no quiero que mis hijossigan pasando por lo mismo, tengo dos niños y una niña y lo quemás deseo es que no sufran; el que me digan que me admiran, quepara ellos soy la mejor mamá del mundo y el que se sientan felicesporque les demostré que los amo, no tiene precio”, expresóClaudia, quien agradeció el apoyo a todos los que trabajan en elCentro de Justicia para Mujeres de la Fiscalía General del Estadoe invitó a todas las mujeres a alzar las voz y no quedarsecalladas ante el verdugo silencioso que puede llegar a ser laviolencia desde cualquier perspectiva, desde cualquierángulo.