Décadas atrás, los delincuentes solían actuar con menos violencia. Ahora no solo te roban tu dinero, sino también la vida
Así describen ciudadanos poblanos lo que ha ocurrido con el crimen en el estado en los últimos 75 años, la edad de EL SOL DE PUEBLA. “En la actualidad”, continúan, “vemos escenarios tan terribles, como ejecuciones, balaceras y huachicol, que es lo peor que nos pudo ocurrir”.
Aunque para 1944 este diario ya daba cuenta de historias de maltrato contra la mujer por parte de sus esposos, las agresiones quedaban en los golpes, de cualquier modo condenables, pero sin llegar a la privación de la vida, como sucede muy seguido en la actualidad.
“Mujer golpeada brutalmente por su amasio”, “un salvaje sujeto golpeó a una indefensa mujer por no contestarle”, son los títulos que plasmaban dichas situaciones en el diario que usted tiene en sus manos.
Más de siete décadas después, los cientos de feminicidios y la saña que se utiliza para asesinar a las mujeres no solo modificaron los encabezados de las notas, que reflejan esta macabra transformación, sino que también dieron paso a que, de manera reciente, las autoridades emitieran la declaratoria de Alerta de género para 50 municipios de Puebla, incluida la capital.
En fechas recientes, los poblanos fueron informados de feminicidios que conmocionaron a la sociedad, como el caso de Paulina Camargo Limón y Mara Fernanda Castilla, esta última, violada y asesinada por un conductor de la empresa de taxis ejecutivos Cabify.
APUÑALAMIENTOS ALERTABAN A LA GENTE
Algunos delitos que en 1944 escandalizaban a la sociedad, eran las riñas con saldo de lesionados y, en algunas ocasiones, muertos por apuñalamiento. Para entonces, elementos policiacos ya también se veían involucrados en asaltos a transeúnte. A la fecha, las acusaciones y detenciones de uniformados de diversas instituciones policiacas siguen ocurriendo. En 2015, un director y otro mando de la Policía Estatal fueron detenidos acusados de robo de combustible.
Diez años después (1954), la violencia alcanzó a la comunidad estudiantil, se hablaba con mayor frecuencia sobre casos de estudiantes que golpeaban de manera brutal a sus compañeros, hasta dejarlos al borde la muerte, lo que hoy se conoce como acoso escolar o bullying. No obstante, 75 años después, ese maltrato físico y psicológico llegó a un extremo radical, transformándose en el secuestro y asesinato de universitarios, a manos de sus propios compañeros de clase.
EN LOS SESENTA YA CIRCULABAN ARMAS FUEGO
Para 1964, las autoridades eran solicitadas para atender robos a iglesias o capillas, cuyos infractores eran menores de edad, además de que cada día se informaba sobre peleas con mayor grado de violencia. Los involucrados ya no temían utilizar armas de fuego o hasta machetes para enfrentar a sus contrincantes.
Entre 1974 y 1984, la inseguridad empezó a ganar terreno con el robo de autos, asaltos a comercio, secuestros, ajustes entre bandas delictivas y hasta la aparición muy esporádica de cuerpos decapitados y mutilados en la región de San Martín Texmelucan, la cual hoy es considerada un segundo Triángulo Rojo, en el que ya nadie quiere ser policía ni agente ministerial por temor a sufrir alguna represalia por parte de las células delictivas que operan en la zona.
APARECE EL HUACHICOL
2010 fue el año que marcó el parteaguas respecto al nivel de violencia que hoy se vive en Puebla. El sufrimiento y la desgracia para muchas familias poblanas llegó con un nombre: huachicol, es decir, robo de hidrocarburo, un delito que además de provocar decenas de muertes en toda la entidad, ha reclutado a personas de escasos recursos y de todas las edades; mujeres, hombres, niños, que en el mejor de los casos han terminado detenidos, y en el peor, muertos o ejecutados por miembros de bandas delictivas contrarias.
Uno de los primeros hechos originados por el robo de combustible ocurrió el 19 de diciembre de 2010 en San Martín Texmelucan, donde la madrugada de aquel día, una toma clandestina provocó una explosión que dejó 30 muertos, 52 lesionados, 72 vehículos quemados y cientos de viviendas afectadas.
El 29 de agosto de 2012, se registró uno de los primeros enfrentamientos entre bandas de ladrones de combustible. El suceso ocurrió en la zona de Juan C. Bonilla, frente a una tienda Oxxo; ahí la banda de “Los Cuatle” acribilló a tres hombres por la disputa del robo y venta de hidrocarburo.
El trasiego, la venta de combustible y el hallazgo de tomas clandestinas creció y con ello, el riesgo para varias comunidades; este problema incluso alcanzó a la capital poblana, tal y como ocurrió en septiembre de 2018, en la colonia Villa Frontera, donde una fuga de gas provocada por una toma clandestina llevó a decenas de familias a evacuar la zona.
En este sentido, cifras oficiales confirmaron el aumento de dicha actividad ilícita, pues entre 2011 y 2016, las cifras pasaron de 100 tomas clandestinas a mil 600 perforaciones en ductos de Pemex.
Los municipios de Tepeaca, Palmar de Bravo, Quecholac, Acatzingo, Acajete y Tecamachalco, concentraron el robo de combustible por lo que la zona fue denominada “Triángulo Rojo”, convirtiéndose en escenario de ejecuciones constantes.
Tras el cierre de las válvulas del ducto de Pemex que atraviesa las citadas regiones, algunos líderes huachicoleros migraron a Texmelucan. Otros delincuentes más optaron por incursionar en delitos como el secuestro, los asaltos en carretera, robo a trenes y extorsión.
Entre 2015 y 2018, los robos a transportistas, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, pasaron de 414 hechos a 2 mil 737 atracos, no obstante, a los delincuentes ya no les bastaba con apoderarse de la unidad de carga o de la mercancía, sino que también, los traileros que mostraron oposición, empezaron a ser asesinados.
LINCHAMIENTOS, JUSTICIA POR PROPIA MANO
El clima de inseguridad, la presencia de cárteles, y los niveles de violencia con los que se comenzaron a perpetrar diversos hechos delictivos, llevó a la gente a desconfiar aún más de cualquier desconocido, que los condujo a actos como los linchamientos, uno de los cuales se registró en el municipio de Ajalpan en 2015, donde dos hermanos que trabajaban como encuestadores fueron golpeados y quemados tras ser acusados de robachicos.
En agosto de 2018, un hecho similar se registró en la comunidad de San Vicente Boquerón, perteneciente al municipio de Acatlán de Osorio. Ahí, tío y sobrino fueron quemados vivos. Luego de ser detenidos por ingerir bebidas embriagantes en la vía pública, una mujer los acusó falsamente de ser robachicos, incitando a la población a trasladarse hasta donde se encontraban arrestados los dos varones, para luego sacarlos, golpearlos y prenderles fuego.
El hecho fue transmitido a través de Facebook live, donde la madre y hermana de las víctimas suplicaban que no le hicieran daño a su hermano y a su hijo, ya que ellos no eran delincuentes pues su labor era en el campo; las peticiones no fueron escuchadas y al final, la mujer fue testigo de este doble crimen. Aunque hubo personas detenidas, nunca se ubicó a la mujer que corrió el rumor que hizo enfurecer a la comunidad.
Tiempo después, el narcomenudeo, al igual que el robo de hidrocarburo, desató una ola de enfrentamientos; fotografías y notas de cuerpos desmembrados, embolsados incluso encobijados y acompañados de mensajes de advertencia, se convirtieron en una constante.
En la capital poblana, zonas como Clavijero, Santa María Xonacatepec y Periférico Ecológico se transformaron en tiradero de cadáveres, ya que, a la fecha, en estos lugares es común el hallazgo de cuerpos ejecutados.
CRIMEN EN MERCADOS DE LA CAPITAL
En los últimos años, el narcomenudeo y la violencia se filtró en los mercados de la ciudad, como el Unión y el Morelos. Ambos han estado inmersos en balaceras por ajustes de cuentas entre delincuentes.
En abril de 2019, en el mercado Morelos las autoridades descubrieron una fosa clandestina en un predio utilizado como estacionamiento y ubicado en el área de flores del referido centro de abasto. En este lugar se encontraron extremidades humanas, al parecer, de cuerpos abandonados días antes en un predio del municipio de Amozoc de Mota.
La violencia ha obligado a los poblanos a modificar su estilo de vida. Ahora salen a la calle solo con el dinero necesario; evitan circular de noche, incluso en zonas de residencia, y se han organizado en colonias y fraccionamientos como “vecinos vigilantes”, una nueva figura emanada de la sociedad civil que pretende cubrir los huecos dejados por la impunidad.