Tras un rezo en su domicilio ayer por la tarde partió el cortejo fúnebre hacia el panteón de San Felipe Hueyotlipan, para darle el último adiós a Diego, el menor de cuatro años del CAIC de Amalucan, quien murió el jueves pasado, hasta el momento según la autopsia, por un paro cardiaco.
Ya en el panteón de esta junta auxiliar, los familiares, amigos y conocidos presentes, con globos blancos que después soltaron al aire, despidieron al niño que hasta el momento, para sus padres es una incógnita la forma en que perdió la vida.
Los deudos lograron que a pesar de haberse practicado la autopsia, las autoridades del Tribunal Superior de Justicia del que depende el Servicio Médico Forense, se mandaran algunos órganos del menor para hacerle estudios patológicos que confirmen o descarten alguna enfermedad en Diego, que haya derivado en su deceso.
Lo único que esperan los padres es que se haga justicia, se sepa la verdad de cómo ocurrió el incidente, y si existen responsables que paguen conforme a la ley.
En su última morada, Diego fue despedido soltando los globos como representación del ángel que se fue; aplausos y una porra.
