El lunes 26 de septiembre de 1949 un avión de la Compañía Mexicana de Aviación que se dirigía a la Ciudad de México procedente de Chiapas, se estrelló en la falda del volcán Popocatépetl.
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Los cuatro tripulantes y los 21 pasajeros que viajaban en la nave perecieron en el lugar de los hechos. Pero la tragedia causó mayor conmoción cuando se supo que personajes de la política, del arte, del mundo del espectáculo y de la prensa de México, estaban entre las víctimas.
En la catástrofe aérea perdieron la vida el atlixquense, impulsor del arte en México, Salvador Toscano, junto con su esposa y dos hijos pequeños; el senador y presidente de la Comisión del Maíz, Gabriel Ramos Millán; la actriz de cine y teatro, Blanca Estela Pavón; así como el conocido fotógrafo de prensa, Francisco Mayo, y el periodista Luis Bouchot Fócil, redactor de esta editorial anteriormente conocida Cadena Periodística García Valseca.
La hora cero
“Siendo las 13:30 horas del lunes 26 de septiembre de 1949 cuando el bimotor de matrícula XA-DUH de la Compañía Mexicana de Aviación, sobre volaba la ciudad de Puebla a 13 mil pies. Minutos después se perdió la comunicación con la nave que se estrelló en la falda del volcán Popocatépetl, en el llamado “Pico del Fraile”, que se ubica a 15 mil pies sobre el nivel del mar”, se lee en la publicación del martes 27 de septiembre de este diario, El Sol de Puebla.
El avión se dirigía a la Ciudad de México procedente de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, al mando del capitán Alfonso Reboul Lascasies, el copiloto Francisco Macín Caraza y al sobrecargo Luis Vales Cervera.
La nave se había estrellado a unos 4 kilómetros de la Ciudad de México, entre las poblaciones de Atlautla y Ecatzingo, a 20 kilómetros en línea recta al sur de Amecameca.
Después de que el comandante del Aeropuerto de la Ciudad de México, Pedro Souza, confirmó la noticia, se enviaron para Amecameca brigadas de localización y ayuda. En total fueron cuatro ambulancias de la Cruz Roja, dos de la Cruz Verde, dos del Seguro Social y dos de la Secretaría de Comunicaciones, que en ese entonces, era dirigida por Agustín García López, quien al enterarse del siniestro y de la posible muerte del senador, se trasladó a Amecameca con el oficial mayor de la dependencia, Guillermo Ostos.
Las brigadas de ayuda
Diversas personalidades de la política, periodistas y del mundo artístico, como Jesús Martínez “Palillo” y Pedro Infante, quien era amigo personal de Blanca Estela y que, por azares del destino perdió la vida de la misma forma que ella, se congregaron para formar una brigada de rescate.
Hacia las 19:30 horas, todas las brigadas salieron junto con el Presidente Municipal de Amecameca a la población de Altaulta que era el sitio más cercano al lugar siniestrado.
A las 8 de la noche habían arribado a Amecameca, tres brigadas de salvamento organizadas por el conocido alpinista poblano Carlos Bianchini, salieron rumbo a Tlamacas para cooperar en la localización de la nave y de las víctimas del desastre aéreo. El primer grupo fue encabezado por el propio Bianchini, y los otros dos por el Coronel Rafael del Toro y Manuel Frías Olvera.
Las labores de rescate se dificultaron debido a las condiciones climáticas y al tipo de suelo del lugar en donde se había estrellado el avión. Por lo que las brigadas de rescate, poco pudieron hacer.
El terreno, al que se tenía que ascender a pie, presentaba dificultades para su ascenso debido al tipo de suelo y que estaban soplando fuertes ventiscas. Así que las brigadas tuvieron que esperar hasta el otro día. De hecho, desdeñó un inició se envió un avión de exploración para identificar el sitio exacto donde se había estrellado la nave, pero el pésimo tiempo lo había impedido.
Durante toda la noche, los radio operadores del Aeropuerto y de la Compañía Mexicana de Aviación, trabajaron en contacto con las brigadas de auxilio para conocer los pormenores y poder proporcionar la información necesaria a las familias de los pasajeros.
Localizan la nave y a las víctimas
Al siguiente día del avionazo, el martes 27 de septiembre, las brigadas de ayuda comenzaron a ascender la montaña desde temprano hora.
La brigada de la Cadena García Valseca fue la que ubicó los restos de la nave un kilómetro adelante de los arenales que rodean el volcán. Ahí pudieron percatarse de lo terrible del siniestro, porque el avión después de estrellarse explotó y quedó totalmente destrozado, solo la mitad del fuselaje había quedado intacta.
“La brigada de la Cadena García Valseca hizo en llegar hasta el lugar preciso del suceso, ocho horas de caminata continua, bajo la pertinaz lluvia que caía en los cerros. Para llegar hasta aquel lugar se tiene que atravesar por innumerables y profundos precipicios y en los tramos mejores para la jornada, se tiene que utilizar los surcos que dejan las aguas que bajan de los cerros. Algunos tienen hasta cinco metros de profundidad y están totalmente fangosos”, se lee en la publicación.
Por el informe de las autoridades médicas, se supo que los tripulantes habían quedado completamente carbonizados. Los pasajeros habían tenido peor suerte, debido a las heridas y quemaduras que presentaba las partes mutiladas de los cuerpos, supieron que no murieron de forma inmediata, habían muerto en agonía. Los cuerpos no pudieron ser identificados.
“Los cuerpecitos de los dos niños que viajaban en el avión, Arturo y Beatriz, (hijos de Salvador Toscano), no aparecieron, se cree que fueron totalmente incinerados (…) La nave DC-3 de la Compañía Mexicana de Aviación quedó totalmente destruida. Solo quedaron vestigios de ella porque con el impacto del choque se desprendió el ala derecha y la cola, quedando a varios metros de distancia del aparato”, dice la nota.
¿Cómo sucedió la catástrofe aérea?
De acuerdo con los informes, el inspector del Aeropuerto de Oaxaca, Agustín Rebolledo, le notificó al piloto de la nave que la ruta presentaba mal tiempo, pero este hizo caso omiso y emprendió el vuelo.
El piloto pudo sortear el mal tiempo hasta la ciudad de Puebla, cuando el copiloto mantuvo comunicación con el Aeropuerto de México. Pero al pasar la Angelópolis el temporal arreció y la nave se alejó de su ruta, y como la niebla era densa, la tripulación no pudo apreciar la proximidad del volcán y se estrelló contra él.
Se dedujo entonces que la Compañía Mexicana de Aviación había sido la responsable de la tragedia porque la Secretaría de Comunicaciones, había enviado circulares a todas las compañías aéreas para notificarles el mal tiempo que imperaba en el país. Asimismo, se les indicó que de continuar con los vuelos sería bajo su responsabilidad.
El accidente se atribuyó a la imprudencia del capitán de la nave, Alfonso Reboul Lascasies, porque no solo desobedeció la orden del comandante del Aeropuerto de Oaxaca para que no saliera por el mal tiempo, además, voló sobre la zona de volcanes, que de acuerdo con las instrucciones dadas por la Secretaría de Comunicaciones, debía estar fuera de toda ruta al estar considerada como peligrosa.
Acerca de los víctimas del avionazo
El accidente aéreo produjo una gran conmoción en el país, tanto por el número de muertos, como por las personalidades que viajaban en el.
Originario de San Pablo, en el Estado de México, el senador Gabriel Ramos Millán, era colaborador y amigo personal del entonces presidente de la República Miguel Alemán, porque habían estudiado juntos en la Facultad de Derecho.
Ramos Millán, fue diputado federal por el distrito de Chalco, después, como senador y al frente de la Comisión del Maíz, incrementó la producción maicera de la República. Abordó el avión cuando éste hizo escala en Oaxaca, en donde estuvo en una jornada para interesar a todos los sectores sociales en el cultivo del maíz.
La joven artista de la cinematografía mexicana, Blanca Estela Pavón, había participado en la parte artística de la jornada organizada por Ramos Millán, en Oaxaca, y regresaba a la capital.
Salvador Toscano era el más grande impulsor del arte en México y había desempeñado puestos importantes en el departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública. La de él fue una tragedia mayor, porque al momento del accidente viajaba con su esposa, y sus dos hijos, un varón y una niña.
Los periodistas Rafael Muñoz Jr. y Antonio Rodríguez tenían reservado su viaje en este vuelo, pero de último momento decidieron viajar en auto, por lo que sus lugares fueron tomados por el fotógrafo Francisco Mayo y el periodista Luis Bouchot Fócil. Q.E.P.D.