En una sorpresiva acción realizada en 1974 por elementos de la Policía Judicial del Estado de Puebla, en conjunto con la Policía Estatal de Izúcar de Matamoros y Acatlán, fueron destruidas 20 mil matas de marihuana con un valor de un millón de antiguos pesos, y con un peso calculado de tres toneladas, sembradas en la sierra poblana, en los límites con los estados de Morelos y Guerrero.
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“El comandante del Segundo Grupo de la Policía Judicial del estado, Rafael Nava Montiel, tuvo a su mando la actividad en la que se logró dar un duro golpe al cultivo y narcotráfico de la droga, ya que en Matamoros (Izúcar) se detuvo al mismo tiempo, a dos personas que traficaban con la cannabis”, se lee en la publicación del domingo 20 de agosto, de El Sol de Puebla.
La Policía Judicial había obtenido información de un sujeto que les aseguró, que a 500 metros de la población conocida como Agua de los Toreros, existía un considerable plantío de marihuana con matas que medían hasta dos metros de alto. Tras realizar las averiguaciones correspondientes, realizaron las acciones para llegar al sembradío y desaparecerlo.
Sorpresiva emboscada en el sembradío
Era las 2 de la madrugada, del viernes 18 de octubre, cuando el grupo comisionado partió de Izúcar de Matamoros, sobre la carretera a Cuautla, Morelos, en vehículos motorizados que dejaron estacionados a 50 kilómetros de dicha población, en el Rancho de Maravillas. Ahí se internaron en la sierra poblana hacia un lugar llamado, Agua de los Toreros, en el municipio de Jolalpan, al sudeste del Estado.
El informante también había hecho del conocimiento de la Policía Judicial que en el sitio donde supuestamente se encontraba el sembradío de marihuana de grandes proporciones, los presuntos cultivadores tenían su vivienda.
Dicho sitio claramente no estaba a 500 metros de la población mencionada como se les había informado, porque fue hasta después de hora y media de caminar entre veredas y maleza, que detrás de la brecha, en las faldas de los cerros de la sierra, que llegaron al lugar indicado.
Eran pasadas las 5 de la mañana, cuando los agentes lograron la detención de cuatro presuntos cultivadores que no opusieron resistencia, pero uno, al parecer el padre de ellos, de nombre Roberto Parias, disparó contra los agentes un rifle máuser y una escopeta, y corrió hacia una choza.
Entonces se desató una tupida balacera que duró 15 minutos, entre los agentes y el padre de los cultivadores, quien disparaba desde la choza en la que se alojó. Los judiciales tuvieron que disparar bombas de gas lacrimógeno, pero Roberto, logró escabullirse en la oscuridad gracias a su conocimiento del terreno.
Mientras tanto, los campesinos de nombre Reyes y Leónides Parias Ibarra Rosas, Juan Parias Rosas y Jorge Salazar Arpista, permanecieron encañonados por algunos elementos policíacos.
La destrucción del plantío
Los mismos cultivadores fueron quienes llevaron a los agentes hasta el lugar donde se encontraban los plantíos de cannabis. Contaron cuatro hectáreas de superficie en las que estaban plantadas 20 mil matas de marihuana, cuyo valor ascendía a un millón de antiguos pesos, y en donde, efectivamente, muchas tenían una altura de dos metros.
Además, en una cañada ubicada entre las faldas del cerro, encontraron algunos costales llenos de la planta verde y unos pequeños sacos que contenían la semilla de la droga. Ese era el lugar en donde secaban la yerba a la luz del sol.
En el mismo lugar del sembradío, los detenidos realizaron la labor de sacar las matas y amontonarlas para que fueran quemadas, trabajo que les llevaría un buen tiempo.
“La destrucción de los plantíos la realizaron los presuntos cultivadores, los que después de arrancarla completamente, hicieron hogueras con ella, aunque verde aún, debido a la resino propia de la planta, ardió fácilmente”, se lee en la publicación.
Cultivadores se declaran inocentes
“Al ser interrogados sobre su responsabilidad en el cultivo de la droga, los cuatro detenidos manifestaron ser inocentes y no haber sido ellos quienes la sembraron, sino un 'bandido' de Guerrero que los fue a 'embarcar' y los abandonó”, declararon.
Uno de ellos mencionó que en el mes de abril, un sujeto llegó al lugar y sembró la yerba. Les dijo que se la cuidaran y que el regresaría para el tiempo de cosecha.
Esta declaración fue inconsistente para los judiciales, porque los campesinos sabían exactamente el lugar donde se había sembrado.
Además, cuando los agentes fueron llevados por ellos mismos al sitio del sembradío, advirtieron que posiblemente los campesinos habían estado en el sitio el día anterior porque a la orilla del arroyo que pasaba por la cañada, era donde se encontraban gran cantidad de matas secándose a la luz del sol y estaban los costales llenos de droga. También encontraron en unas covachas del cerro, bultos con semilla escogida y sobre la orilla del agua estaban tirados gran cantidad de tallos de las plantas, cuyas hojas ya habían sido removidas.
Después de destruir las cuatro hectáreas de mariguana y de interrogar a los cultivadores, el Segundo Grupo de la Policía Judicial, emprendió el viaje de regreso a pie por la sierra poblana para trasladar a los campesinos a la ciudad y ponerlos a disposición de la autoridad correspondiente.
La experiencia de los agentes
Los integrantes del Segundo Grupo de la Policía Judicial del Estado, a cargo del comandante Rafael Nava Montiel, tenían experiencia en el tema porque ya habían intervenido en actividades similares a esta, así que no fue fácil engañarlos. En Chietla habían destruido varias toneladas de la droga en tres ocasiones y en el poblado conocido como El Naranjo, destruyeron dos hectáreas con 9 mil matas.
El mismo día que fueron destruidas las 20 mil matas en Agua de los Toreros, detuvieron en Izúcar de Matamoros a tres traficantes de la droga que fueron identificados como Jesús Pastrana Palafox, Austreberto Pastrana Madrigal y Fidel Salgado Cabrera. Fue investigado el posible nexo des esto con los cultivadores atrapados en la madrugada.