En los últimos meses, en el Periférico Ecológico se han documentado cuatro hallazgos de cuerpos con signos de tortura, mutilaciones y lesiones de arma de fuego.
El 22 de marzo de los corrientes, un hombre de aproximadamente 25 años de edad fue hallado a un costado del puente del río Alseseca es decir a la altura del kilómetro 27 del Periférico Ecológico. La víctima presentó una lesión de arma de fuego tanto en el rostro como en el pecho así como múltiple contusiones; personas que transitaban por el lugar fueron quienes se percataron del cuerpo inerte por lo que dieron aviso a los números de emergencias.
Las autoridades indicaron que se trató de un posible ajuste de cuentas; el occiso fue llevado a la morgue en calidad de desconocido.
Para el 20 de mayo, otro cuerpo fue “sembrado” en la misma vialidad pero ahora sobre una lateral cerca del Bulevar Clavijero con dirección a la carretera federal Puebla-Tehuacán.
El varón tenía el rostro cubierto con una playera además de que se presentó avanzado estado de descomposición. Un hombre que se acercó a orinar en ese punto, se llevó el susto al descubrir el cadáver el cual no fue identificado.
Seis días después, es decir el 26 de mayo, transeúntes alertaron al número de emergencias sobre la presencia de una jauría que devoraba un cuerpo humano a un costado del Periférico Ecológico a la altura de la desviación al penal de San Miguel. A su llegada, los cuerpos policiacos confirmaron que se trataba del cadáver de un hombre el cual tenía la cabeza cubierta con una bolsa negra pero además una pierna ya había sido carcomida por un grupo de perros.
No obstante, los homicidas le colocaron en el pecho una cartulina al hoy occiso. El mensaje era de advertencia.
Finalmente, ayer, un joven que según las primeras investigaciones podría ser menor de edad, fue encontrado sin vida, con un disparo en la frente, envuelto en una cobija y con una bolsa de plástico en la cabeza. También tenía un mensaje escrito en una hoja con manchas de sangre por lo que no era legible lo que decía, aun así se alcanzaba a leer “La Michoacana”.